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Almuzara Libros México, presente en la FIL de Palacio de Minería
Oaxaca, Oax., 18 de diciembre de 2011 (Quadratín).- Un día, convencidos de que la gráfica es una opción de desarrollo humano y espiritual para las familias humildes, Lucio Santiago y Francisco Limón decidieron abrir un taller de gráfica e invitaron a trabajar en él a jóvenes que habitan en la periferia de la ciudad: los barrios y las colonias populares.
Lucio Santiago había abandonado la escuela preparatoria y retornaba de Xalapa, Veracruz, donde estudió dos años y medio en La Ceiba Gráfica. A él, como muchos otros jóvenes, no le interesaba la escuela, y tan sólo siguiendo el consejo de su padre asistía a cursos de gráfica e iba a estudiar a la biblioteca del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO).
Traía en la cabeza iniciar un taller al que fueran aquellos que no asisten ni al IAGO ni al Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO) ni al Centro Cultural Santo Domingo porque los consideran espacios para los cultos, para los que no traen el arraigo de sus pueblos de origen, para los que se creen citadinos y no lo son. Un taller para los chicos que como él, habían abandonado las aulas. Un taller para meter a los jóvenes que habitan la periferia de la ciudad, los barrios y colonias populares.
El primer resultado de ese taller es la exposición La huella gráfica, abierta al público desde este fin de semana en el Centro Cultural La Calera localizado al lado del panteón del Ex Marquesado, en las afueras del centro histórico de la capital oaxaqueña. Un espacio coordinado por Alejandro Santiago, padre de Lucio, convencido de que es necesario llevar a todos los barrios y colonias de la ciudad las manifestaciones artísticas.
Para Alejandro Santiago exponer en galerías de prestigio nacional o internacional, convierte en un acto elitista a las artes plásticas. Siempre lo ha sido. En el arte no hay acceso a las masas, por eso es necesario darle la opción de lo periférico a los jóvenes, para que de alguna forma tengan en su quehacer una conciencia social.
¿Y qué piensa de las vacas sagradas, como Toledo, que no sacan su obra de museos y galerías, no las llevan a los municipios y comunidades? se le cuestiona.
Yo no diría vacas sagradas, es un término duro, yo diría que son personalidades dentro de las artes que no salen de los museos y galerías; pero que hacen mucho trabajo de donación que regresa el producto de su obra al pueblo.
En este sentido, de regresar el producto de la obra y la obra misma al pueblo, el Centro Cultural La Calera, una ex fábrica productora de cal, ubicada en un barrio fuera del centro de la ciudad, es un ejemplo.
La huella gráfica reúne trabajos de Lucio Santiago, y de maestros y jóvenes artistas de la periferia: Alejandro Santiago, Maximino Javier, Raúl Herrera, Francisco Limón, Fernando Aceves Humana, Javier Areán, Guillermo Olguín, Ivonne Kennedy, Damián Lescas, Alejandra Villegas y Manuel de los Ángeles Sosa.
¿Y
cómo es Lucio Santiago?
Cuenta Alejandro Santiago una anécdota de su hijo Lucio: Un día me llegó a la casa con la noticia de que ya no quería estudiar más la preparatoria.
Está bien le dije, no vas más, pero como estás en edad de estudiar te vas a la biblioteca del IAGO y ahí te pones a leer.
Pasó el tiempo y un día pensó enviarlo con su amigo Abraham Torres, al Taller Bambú, para que se entretuviera observando cómo se hacían los grabados. Un día recibo una llamada de mi amigo Abraham: ven al taller, quiero que veas lo que ha hecho tu hijo, me dijo. Cuando me dijo aquello me asusté: algo malo habrá hecho el chamaco, pensé. Me armé de valor y fui. Cuando entré al taller me llamó la atención un grabado que estaba en la mesa, realmente hermoso. ¿De quién es este trabajo?, pregunté.
Pues es lo que quiero que veas, es de tu hijo, que tiene madera para el grabado. Me volvió el alma al cuerpo.
Cuenta también que ya entrados en definiciones sobre la carrera que seguiría Lucio, un día fue a la Ciudad de México y alguien le ofreció las dos primeras prensas para el taller de gráfica en 100 mil pesos, nada más traigo un cheque por 70, respondió. Y se las vendieron.
¿Cómo es la convivencia en el taller de gráfica con su hijo? ¿No le sale lo padre regañón?
En el taller somos dos creadores independientes, con sus propias iniciativas.
¿Y como hijo cómo es?
Resulta ser un joven como todos, rebelde, inquieto. Le encanta el mezcal, le encanta la cerveza. Le gusta el mundo.