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OAXACA, Oax. 22 de julio de 2014 (Quadratín).- Con la algarabía y júbilo que caracteriza a la máxima fiesta cultural del pueblo oaxaqueño, concluyó este lunes por la noche la presentación del primer Lunes del Cerro, con un cierre espectacular, acompañado por una lluvia de fuegos pirotécnicos y el tradicional Son Calenda; ahora, a esperar la Octava de la Guelaguetza, a realizarse el próximo 28 de julio.
Al término del magno festejo, el Gobernador de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo -quien participó como un oaxaqueño más- convivió con las delegaciones en el escenario, lo cual causó una mayor alegría entre los asistentes, debido a que el Ejecutivo Estatal solicitó la repetición de la música, al tiempo de interactuar con los grupos folclóricos de las 8 regiones presentes.
“¡Otra vez, otra vez, otra vez”! se escuchaba el coro y la música retumbaba de nueva cuenta en el Cerro del Fortín, al tiempo que se iluminaba por luces multicolores.
Hacia las 21:15 horas, gran parte de los 11 mil asistentes aún permanecía en sus asientos, disfrutando también de la música oaxaqueña, mientras se escuchaba una voz al fondo que invitaba: “Nos vemos en la Octava de la Guelaguetza”.
Es así como se cumplieron 82 años de fiesta y tradición viva expresada por la Guelaguetza, a través de sus bailes, danzas, música, indumentaria, y que hoy, nuevamente cumplió su cometido de sorprender, enamorar y cautivar a México y al mundo.
Al igual que en la mañana, la Guelaguetza vespertina se desarrolló con gran éxito y júbilo, cerrando con luces multicolores que iluminaron el mirador natural de la capital oaxaqueña considerada Patrimonio Mundial. Las dos ediciones de la fiesta folclórica más importante de América Latina concentraron a 28 delegaciones de las ocho regiones, con una asistencia de poco más de 22 mil personas en las ediciones matutina y vespertina.
Inicia la fiesta y estalla la algarabía
En punto de las 17:00 horas, la representante de la Diosa Centéotl, Jacqueline Rosario Reyes Sarabia, de la delegación de Tehuantepec, hizo nuevamente su aparición en el auditorio Guelaguetza para dar inicio a la edición vespertina de esta festividad.
Las Chinas Oaxaqueñas abrieron plaza en la Rotonda y orgullosas presentaron con éxito el Jarabe del Valle, quienes se caracterizan por portar vistosas canastas llenas de flores, bailando al lado de los “gigantes” o “monos de calenda”.
Le siguió la delegación de San Melchor Betaza, etnia zapoteca de la Sierra Norte que expresó al público el gran cariño con el que Oaxaca los recibe. “Tengan a bien recibir los mejor de nosotros nuestros sones y jarabes de Betaza».
Después, la “Tortolita Cantadora”, de Huautla de Jiménez llegó desde la región de la Cañada; seguida por la belleza y orgullo de las mujeres de Ciudad Ixtepec “tierra donde las mujeres se visten de Diosas”.
Tocó el turno a Los Rubios de Santiago Juxtlahuaca, quienes al ritmo del violín y la guitarra, hicieron sonar sus espuelas y látigos de manera armónica, mientras representaban los arreos de aquella tierra “donde las espuelas hablan”.
El fandango de San Andrés Huaxpaltepec, igualmente arrancó aplausos y vivas de los visitantes de otras entidades del país, cautivados por la riqueza cultural de Oaxaca.
La nostalgia y el orgullo de ser oaxaqueño se hizo presente a flor de piel con la delegación de la Heroica Ciudad de Huajuapan de León y su inigualable Jarabe Mixteco, quienes levantaron de sus asientos a oaxaqueños y visitantes, para corear a garganta suelta la mundialmente famosa Canción Mixteca, de Jesús López Alavéz.
También el mandatario Gabino Cué ondeaba su sombrero al vaivén de la música, la cual movía los corazones y la nostalgia de quienes han tenido que abandonar su tierra.
Siguieron después las mujeres y hombres de San Antonio Huitepec y San Pedro Comitancillo, de los Valles Centrales y el Istmo de Tehuantepec, que aunque son dos zonas orográficas muy distintas, compartieron algo en común: la fiesta y alegría en la sangre, mismas que expresaron muy bien con sus sones, bailes y música.
La entrega de las ofrendas al público asistente por parte de las delegaciones -conocida como Guelaguetza- generó una gran emoción y alegría entre las personas que ansiosas alzaban los abrazos para alcanzar alguno de estos obsequios traídos desde las regiones para ser otorgados a los pueblos hermanos.
“Soy el hombre de Oaxaca, el que suda en el trabajo un agua de esperanza y el que se une a la danzas de todos los estados, con una mano fraternal para la Patria”, se escuchó en el recinto, mientras ágiles guerreros -interpretados por la delegación de San Jerónimo Tlacochahuaya- bailaban la Danza de la Pluma, con un penacho multicolor cautivando con su porte y gallardía.
Con su salto de energía retrataron un pasado de historia de nuestro México: El encuentro de La Malinche, Hernán Cortés y Moctezuma, el noveno emperador azteca.
Por segundo año, la delegación de Loma Bonita apareció en el escenario para presentar a los asistentes sus costumbres y tradiciones, los cuales fueron recibidos con ovación y alegría.
Una lluvia de aplausos recibió a las guapas mujeres tuxtepecanas de la región de la Cuenca del Papaloapan con Flor de Piña, belleza admirable adornadas con huipiles bordados a mano, con finos hilos y un arcoíris de color, llevando al hombro una piña se mecían al compás de la alegre canción.
Igualmente, San Juan Cacahuatepec participó mostrando su cultura y tradiciones a través de sus versos y chilenas. San Antonino Castillo Velasco fue la comunidad encargada de poner fin al espectáculo que arrancó gritos y vivas por parte de turistas y oaxaqueños.
Con la entrega de la Guelaguetza y hacia las 21:15 horas, luces multicolores se dibujaron en el aire. Las sonrisas, aplausos y canciones de casi 11 mil personas reunidas en el Auditorio Guelaguetza cerraron con broche de oro la primera parte de esta fiesta viva, considerada una de las más grandes de los pueblos originarios de América y el mundo.