Bloquean vecinos de la Gómez Sandoval por obra inconclusa
OAXACA, Oax. 25 de abril de 2014 (Quadratín).- El inédito espectáculo aéreo extasió, pero también dejó caras tristes e insatisfechas. “¡Pasan muy rápido los aviones! ¿No les pueden decir que vuelen más despacio?” Las súplicas son lo mismo en adultos, jóvenes y niños que llenaron la Alameda de León. Una mejor vista tuvieron los que se situaron en el mirador del cerro del Fortín, desde donde disfrutaron la ciudad, su ciudad, y los aviones de la Fuerza Aérea Mexicana.
Este viernes, entre tamales, atole, música y fiesta, la ciudad de Oaxaca vivió una matinal alegría. El motivo especial: la celebración de su 482 aniversario.
Aún a oscuras, a las seis de la mañana comenzaron a repicar las campanas de la Catedral oaxaqueña, monumento colonial que distingue a la ciudad. A esa hora unas 100 personas ya se encontraban frente a la Catedral para sumarse a la conmemoración.
A las siete en punto apareció el presidente municipal, Javier Villacaña, para entonar en la explanada de verde cantera las tradicionales “Mañanitas”, junto con el Coro de la Ciudad. A esa hora ya prácticamente estaba abarrotada la Alameda.
Vinieron las melodías, los aplausos y las vivas, entre música tradicional interpretada por la Marimba de Oaxaca, que por momentos hizo una pausa.
“¡Ya, empiecen otra vez! ¡Fiiuuuuu! ¡Mejor que venga Ibáñez!” soltaban los gritos de impaciencia. La música siguió, entre pláticas, risas y alegrías. Poco antes de las ocho se anunció el espectáculo aéreo. Para entonces, las autoridades se colocaron en un templete, nada especial para tener vista privilegiada.
Entonces el orador comentaba de las acrobacias que harían aviones de la Fuerza Aérea, “Pilatus” PC-7, pertenecientes a diversas bases 15. Minutos de espera.
De repente, potentes motores rugieron y fugaces naves cruzaron la Alameda. Entre los majestuosos laureles y la regia Catedral, poco se pudo apreciar el primer paso.
“Uta, ni tiempo me dio de tomar foto”, masculla uno; “yo estaba esperando grabar un video, y cuando me di cuenta ¡ya pasó!”; las impaciencias de nuevo con la espera, celulares en mano casi todos. Así, con tardanzas de entre cinco y 10 minutos pasaron varias veces las aeronaves. Felices los niños aún con los fugaces vuelos. Unos 40 minutos después se anuncia el último paso, ahora con humo tricolor.
La espera eterna, hasta que del poniente surge, otra vez raudos, los cinco aviones. Segundos, que de nuevo arrancaron aplausos.
Mientras tanto, inició la tamaliza; de dulce, de mole, de chepil, con atole champurrado. Tres mil tamales no alcanzaron para todos. Largas filas para alcanzar delicioso alimento. Música de marimba, bailes, aplausos en el engalanamiento de Oaxaca de Juárez.
“Mamá, ¿van a pasar más aviones? Quiero ver más”, la súplica del pequeño a doña Marcela. Silencio de la madre, que le acaricia el pelo, para no entristecer más a su niño. Nadie sabe cuándo se repetirá el histórico espectáculo.