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Gana El vuelo del hombre, de Benjamín G. Rosado, premio Biblioteca breve
OAXACA, Oax. 23 de abril de 2014 (Quadratín).- El poeta Ludwid Zeller (Río Loa, Calama, República de Chile, 1 de febrero, 1927) bebe café en los portales del Zócalo de la ciudad, con años y ciudades a cuestas sabe bien del valor de la tranquilidad para permanecer en la creación literaria:
___ Para hacer la obra se requiere contar con un mínimo de ánimo, ya no soy un poeta joven, tengo ochenta y tantos.
Zeller bebe café y lee los periódicos de la ciudad de México, “este año pega duro con los decesos de tanta y tanta gente de las letras”.
___ ¿Le gusta vivir en Oaxaca?
___ Es agradable –responde con ese tono entre cantado y calmo de los chilenos- yo vivo en un pueblo cerca, con mi mujer Susana Wald.
___ Todos buscan en este tiempo estar cerca de la ciudad, de la industria editorial y sus campañas de difusión para estar vigente en las letras –comenta el reportero.
___ Mire usted, no tengo casi actividad literaria pública alguna, pero tengo tranquilidad.
___ La vida en el campo me ha permitido –dice el poeta – publicar una serie de cosas que me fueran más difíciles de expresar en otro sitio.
Entusiasmado, habla de su mujer:
___ Ella es pintora, y tiene una gran actividad con los habitantes de la localidad donde establecimos la casa.
El pueblo donde levantó su casa Zeller y Wald es San Andrés Huayapam, hasta allí llegan los jóvenes escritores a buscar al poeta para que dirija algunos consejos, opiniones sobre el trabajo de los nuevos poetas de la ciudad.
___ Para nosotros el pueblo es tranquilo, no podemos decir cosas ni de la ciudad ni del pueblo donde vivimos. Todo esto nos gusta, puedo escribir con absoluta tranquilidad.
El poeta Zeller sabe de la vida y de los lugares del mundo, residió en distintos países, Canadá, Chile, Estados Unidos de Norteamérica.
___ ¿Tiene contacto con los jóvenes escritores?
___ Como no me acosan distintas circunstancias difíciles, puedo ayudar a la gente. En Huayapam podemos contribuir con ayuda a la gente, Susana tiene buen contacto con las personas del lugar. Esto me permite tener el ánimo de recibir a los jóvenes poetas y revisar su trabajo.
Dice con algo de pudor:
___ Antaño hacía clases, ahora no me es necesario. Si, los jóvenes se acercan con interés en lo literario, en la poesía. Revisamos su material, hago correcciones, el trabajo que uno aprendió en la vida.
Remata con una expresión su experiencia con el trabajo de los jóvenes escritores:
Si uno está en un lugar, tiene que ayudar a la gente, mostrarle el camino de las cosas.
Ludwid Zeller se queda en el café leyendo el periódico. A su alrededor pasan las personas con prisa y él permanece con la vista puesta en las noticias impresas, junto a los libros que están dispuestos en su mesa, “aquí nomás, viendo cómo se pasa la vida”.