
Fundamental fortalecer el civismo y la convivencia pacífica: Segob
México, DF. 28 de octubre de 2012 (Quadratín).- En el escenario: pasión, emoción, intensidad, gusto por la música. Atrás quedaron horas de dudas, nerviosismo, incertidumbre y permanentes ensayos.
La noche del sábado 27 de octubre, en el Palacios de Bellas Artes, acompañados de la orquesta Sinfónica y como uno solo, 130 jóvenes explotaron su gusto por cantar y tocar la guitarra, el bajo, la batería y otros instrumentos de creación propia.
Identificados por su juventud y sus habilidades, los jóvenes unieron sus voces y se explayaron con sus instrumentos para interpretar su música de la calle, de su barrios, de su colonia marginada, la que los identifica y une.
Así, acompañados por los integrantes de la Sinfónica de Bellas Artes, construyeron Castillos de Flores, vistieron al Piratita del Barrio, visitaron al Ermitaño Urbano, viajaron a la Tierra Vieja, subieron a los Trenes de Nogales, tocaron en la Oscuridad su Sinfonía, crearon el Exquisito Caos, convivieron con su Loco, derramaron Lágrimas de Inocencia, admiraron al Ave del Viento
hasta llegar a ser un solo Somos.
Unos con su cara oculta por el largo o rizado pelo, pintado incluso de vivos colores, otros peinados a rastas, con playeras con imágenes o frases de rebeldía; los más con tenis o botas coloridas, con gorras y sombreros, con bufandas coloridas y pantalones de colores chirriantes, y con tatuajes en sus brazos desnudos, así se presentaron en el máximo escenario artístico y cultural de México.
Y el contraste: los integrantes de la Sinfónica de Bellas Artes con la elegancia del traje o vestido negro, con zapatos de charol. Formales, con su director Iván Ferrer, pero gustosos, acompañando a los incipientes y emprendedores músicos con sus violines, violas, violonchellos, cornos, flautas, tubas y clarinetes.
Pero ambos, principiantes y consagrados unidos, en comunión musical para hacer vibrar el escenario y contagiar con sus ritmo, con sus voces, a los cientos de asistentes presentes en Bellas Artes.
Las canciones, creadas por las y los propios jóvenes, hablan de lograr la paz haciendo con la tierra castillos de flores; de las hojas de paso que no se enraízan en algún suelo; del materialismo que ha nublado la visión; de la inocencia del niño que hace llorar; de un color translúcido que incita al grito; del exquisito caos que existe en el silencio; del loco que empieza cuando se despierta; del espíritu con sed de vivir y razón que alienta al mundo; de la fracción del Universo bajo el árbol de los sueños; y del temor de creer en ti bloqueando el corazón.
Y al final, el estallido del júbilo de cantantes trovadores líricos y profesionales y de más de mil 400 espectadores, que con gritos, saltos, abrazos casi eternos se sienten vencedores de su destino, al haberse presentado en el Palacio de Bellas Artes, ni más ni menos que el recinto cultural más importante de México, y tal vez de América Latina.
Ellos vinieron de Tijuana, Nogales, San Luis Potosí, Playa del Carmen y de la delegación Iztapalapa y, sin conocerse y muchos menos ponerse de acuerdo, coincidieron en algo: acercarse a los Laboratorios de Producción Creativa.
Tocando o interpretando música, con instrumentos construídos incluso por ellos mismos como guitarras, teponaztles u huehuetls, descubrieron que pueden vencer la desintegración social y la falta de identidad cultural que enfrentan en sus ciudades de origen.
Y esta fue la mejor oportunidad para explorar y desarrollar su gusto musical e incorporarse con profesionales del canto, la música, la creación y la construcción de instrumentos musicales, como son Roy Jarú Rosales Mendoza, Rodrigo Favela Bustillo y Marco Rosas Piñón, músicos, compositores y poetas y, sobre todo, impulsores de este planteamiento musical único.
Este concierto denominado Palabra fue organizado por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), con la colaboración del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Tras su presentación, ahora muchos de los jóvenes músicos han decidido continuar con sus estudios musicales y, principalmente, replicar sus experiencias y conocimientos entre los jóvenes de su calle o barrio para que se incorporen a los Laboratorios de Producción Creativa y se presenten, ¿por qué no?, el próximo año en Bellas Artes.
Ya lo hicieron bien chido, dicen algunos de los muchachos con su peculiar y distintivo modo de hablar, como chida fue su experiencia y su convivencia con sus hermanos de música.
Mañana, cuando se encuentren en sus lugares de origen, David y Lucero, de Ciudad Juárez; Isaí y Ana, de San Luis Potosí; Erika Rigoleta y Gabriela, de Iztapalapa; Miguel y Nora, de Nogales; y Johny y José Luis, de Playa del Carmen, podrán decir que como sus otros amigos y hermanos de música, ellos sí conocen el Palacio de Bellas Artes.
Esta noche los jóvenes músicos dieron un gran ejemplo de entrega y dedicación, y demostraron que tienen alas para volar sin que nadie les cierre la boca.