Que los libros regresen para que sean leídos por otros ojos: Rivera Garza
CIUDAD DE MÉXICO, 11 de junio de 2016.- Un conjunto de sillas y sillones que son parte del mobiliario del Alcázar del Castillo de Chapultepec, en cuya tapicería se aprecian pasajes de las fábulas de Jean de la Fontaine, es intervenido por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Mediante un comunicado, se inofrma que las 14 sillas y sillones de la Sala de Pianos, obsequiados alrededor de 1865 por el emperador Napoleón III al archiduque Maximiliano de Habsburgo, lucen en sus asientos y respaldos una bella decoración vinculada con la obra del célebre fabulista francés. También se atienden nueve piezas de la Sala de Lectura que poseen la misma decoración.
El lujoso mobiliario, que actualmente se exhibe en ambos espacios del Museo Nacional de Historia (MNH), presuntamente fue utilizado en recepciones que ofrecieron el emperador Maximiliano y el presidente Porfirio Díaz, durante su estancia en el Castillo de Chapultepec.
Se trata de piezas estilo rococó, elaboradas en Francia por la tapicería artesanal de Aubusson, arte que fue inscrito en 2009 en la Lista Representativa de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El juego de la Sala de Pianos, también llamada de Gobelinos, tiene un sillón borné (circular), un canapé (sillón largo), seis sillas y seis sillones individuales de madera europea e incrustaciones de metal, y tapicería tejida con hilos de algodón, lana y seda.
La Sala de Lectura incluye cuatro sillas, cuatro sillones individuales y un canapé. Su manufactura es sencilla, con telas de mayor grosor y sin acabados metálicos.
Ambos mobiliarios, resguardados en esta colección institucional, son considerados únicos en el país, y sólo existen escasos ejemplares en Europa y Estados Unidos.
Las restauradoras Verónica Kuhliger y Laura García Vedrenne, adscritas al Museo Nacional de Historia, plantearon un proyecto de conservación que incluye una reproducción digital; los tapices muestran falta de brillo y color, además de pérdida de hilos en la urdimbre y en la trama, ocasionados por el paso del tiempo y factores medioambientales.
En 2015, expertos del MNH, en colaboración con la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) y la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO), limpiaron las maderas y metales, y aspiraron los tapices. El fotógrafo del INAH, Omar Dumaine, digitalizó las escenas de La Fontaine de los muebles de las dos salas.
El objetivo es que las imágenes digitalizadas se impriman sobre una tela sintética que cubrirá la original sin dañarla; “será una especie de cápsula del tiempo que servirá para el mejor resguardo y protección de los tapices, que también contarán con una interfase de algodón”, señaló Kuhliger.
Cuidados del patrimonio textil del MNH
La colección de indumentaria del Museo Nacional de Historia alberga más de 10 mil piezas, entre prendas de vestir, sombreros, zapatos, bolsos, guantes, etcétera. Otras curadurías engloban textiles o temáticas afines, como tapices, cortinajes, alfombras, banderas, entre otros.
Las especialistas en conservación del museo trabajan en un programa permanente de rotación del acervo de indumentaria, creado en 2006 por Verónica Kuhliger, para evitar el deterioro de las piezas.
Este esquema contempla el retiro de las obras que se exhiben actualmente en las salas, y en su lugar colocar, cada cierto tiempo, ropajes de la misma temporalidad. En breve, se cambiarán cinco de las 25 piezas que se muestran en las diversas salas del museo, dado que la rotación se da manera escalonada.
De acuerdo con los estándares internacionales, un textil debe ser expuesto por lapsos breves, por lo que los especialistas del INAH han determinado que los que forman parte de la colección permanente se mantengan en sala máximo por un año y se resguarden por cinco, como mínimo, antes de exponerse nuevamente a la luz y al intemperismo.
En la mayoría de las ocasiones no es posible hacer el cambio por prendas iguales, porque son únicas, como el traje del general Juan Nepomuceno Almonte (hijo de José María Morelos y Pavón), el cual será sustituido por una casaca de carácter militar de mediados del siglo 19, bordada con hilos entorchados, que será expuesta en la Sala Introductoria.
De este mismo sitio, se retirará un conjunto femenino de finales del siglo XIX para mostrar en su lugar ropaje de la misma época de color azul garzo, confeccionado en fino gro y terciopelo de seda. De la Sala 7, volverá al depósito un atuendo corte imperio y se exhibirá un vestido de muselina de algodón, confeccionado alrededor de 1810, que constituye una de las piezas más antiguas de la colección.
Otros dos vestidos —uno con polisón y otro de “mangas de jamón”—, que se encuentran en una de las vitrinas de la Sala 9, serán reemplazados por una prenda con polisón en tono azul intenso, que el MNH adquirió en 2012. Como parte de este programa se efectúa un registro fotográfico digital de cada una de las vestimentas.
La restauradora Laura García Vedrenne dijo que también se restaura una colección gráfica sobre indumentaria, formada por 165 láminas de la revista española La moda elegante ilustrada, en las que se aprecian los cambios en las prendas femeninas durante casi una década (1886 a 1895). Las litografías a color son atendidas de daños ocasionados por acumulación de polvo, rasgaduras, pliegues y ataque por hongos.