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Oaxaca, Oax. 05 de agosto de 2013 (Quadratín).- Después de algunos días de vacaciones retomo mis comentarios, hace algunos días sobre el IVA en Europa, hoy sobre el impuesto mismo; en algunos mas sobre el IVA en América Latina y finalmente sobre el IVA en México, cuya historia ha sido difícil.
Los impuestos al consumo forman parte de toda estructura tributaria, se trata de un instrumento que tiene determinadas características, como el de ser un impuesto indirecto con impactos regresivos, compensados en muchos países con tasas menores o reducidas para ciertas actividades o productos. El IVA es indirecto, al igual que los impuestos especiales -los IEPS en nuestro caso- que gravan consumos específicos como gasolina, tabaco, bebidas alcohólicas, cerveza, tele comunicaciones e incluso ha habido a los refrescos, entre otros. Es diferente por supuesto al Impuesto sobre la Renta, de personas físicas y morales, que es un impuesto directo, que permiten la progresividad y se considera más justo. En ambos casos la naturaleza del impuesto se puede alterar por decisiones administrativas o políticas, como los tratamiento preferenciales o la progresividad en las tarifas de ingresos, así como las tasas.
Los sectores productivos, gremiales, académicos, laborales, políticos tienen generalmente ideas preconcebidas de os impuestos, siempre en función de los sectores de la población que se pretende beneficiar o no afectar con cualquier cambio impositivo, tanto en las tasas, como en las exenciones.
Hay quienes venden como eludir o evadir al fisco, de ahí el juego de las misceláneas fiscales. Recientemente se han creado instituciones descentralizadas con financiamiento público para la defensa legal de los contribuyentes, como la PRODECON en México, que tiene como premisa, defender al contribuyente, pero no apoyar la evasión fiscal. Incluso tiene convenios con el sector privado, representado en México por el Consejo Coordinador Empresarial, para impulsar el cumplimiento voluntario, pero también para defender aquellos casos en que se considera la autoridad no actúa con justicia.
El promedio del IVA en Europa está un poco arriba del 20 por ciento, tienen tasas del 15 al 27 por ciento, son varios los que tienen tasas reducidas o intermedias y más reducidas, siendo la más baja la de Francia de 2.1 %. No hay casos de tasa cero.
En otro contexto, al plantear cambios en el IVA, ya sea en tasa y para crear o eliminar tratamientos preferenciales no se puede dejar de considerar a quien se beneficia o a quien se afecta, por lo mismo su viabilidad política. Como se va a compensar a las clases de menores ingresos -que destinan una mayor parte de su ingreso al consumo-, si ellas son las afectadas, como se va a cobrar, esto es, si se va a compartir la administración, cediendo parte de la misma a los gobiernos subnacionales, si se va dejar con tasa preferencial o exenta a una canasta básica de alimentos y salud, etcétera. ¿Cual seria esa canasta? Un buen ejercicio sería por ejemplo, analizar las tasas super reducidas de otros países, para ver que tipo de productos y servicios se encuentran en esa situación.
Ya alguna vez hicimos un ejercicio en la coordinación fiscal y la Secretaría de Hacienda, para ver por ejemplo si se podría dejar totalmente la administración y la recaudación del IVA a las entidades federativas, saliendo por supuesto cambios en los coeficientes de distribución en relación a los del actual sistema. Pero se pueden seguir explorando alternativas que permitan fortalecer los ingresos nacionales, los de las entidades federativas y municipios con un sistema tributario más eficiente, más descentralizado, progresivo y viable.
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