
Mantiene SSPO activo el Plan de Apoyo a la Población en el Istmo
Juchitán, Oax. 31 de julio de 2013 (Quadratín).-
I
De amas de casa a ingenieras solares
Cargado de mujeres y niños El navegante rompe las tranquilas aguas del Mar Muerto. El sol no es piadoso con ninguna de las tripulantes, Olga Lilia entre ellas. Media hora sentada en la pequeña embarcación de motor es normal en esta época del año, cuando el clima es clemente con el mar. La salpicada refresca su piel, esa piel curtida por el viento del Océano Pacífico y la sal de Cachimbo, el diminuto brazo de tierra que marca el límite entre Chiapas y Oaxaca.
La ruta marina ya es familiar para Olga Lilia Pimentel Morales y los 147 habitantes de la agencia municipal de San Francisco Ixhuatán, municipio de la zona oriente del Istmo de Tehuantepec (Sur de Oaxaca), que todos los días la recorren, llueva o truene, en buenos y malos tiempos, con huracán o sin ella.
El único camino que Olga y sus vecinos toman para llegar a la carretera federal es el surco del mar hasta el embarcadero de La Gloria, agencia de Arriaga, Chiapas. De allí, diez minutos de terracería alcanzan la Panamericana, una hora más con rumbo a la cabecera, Ixhuatán. La segunda ruta conocida, siempre descartada, tiene 70 km de arenal, va de Cachimbo a Ahuachil (agencia pesquera de Ixhuatán), 22 km más de Ahuachil a San Francisco, casi cuatro horas de travesía por la vía intransitable.
Olga Lilia sólo utiliza las lanchas para salir de Cachimbo, la otra salida no la conoce, ni como ruta de evacuación sirve. Sale del pueblo lo indispensable y cuando la emergencia lo amerite. Nació en Nuevo México, agencia de Villaflores, Chiapas, pero asegura que es oaxaqueña en los papeles y en el corazón. Madre de tres varones y abuela de 11 niños.
La indígena de 51 años es una de las cuatro mujeres que fueron seleccionadas por Barefoot College (La escuela de los Pies Descalzos) de la India para prepararse en materia de energía solar en el país asiático. Partirá en menos de dos meses, los nervios tienen intranquila a la auxiliar del Centro de Salud, que lo más lejos que ha llegado es la ciudad de Oaxaca.
A pesar de las angustias que provoca todo viaje, la emoción también se asoma en su rostro y voz al recordar la promesa que le hicieran los directivos de Barefoot College.
– Dicen que seré una ingeniera solar. Quién lo iba a pensar. Ni en sueño conozco otro país, lo más lejos que llegué es Juchitán, ahora Oaxaca, pero la India, ni sabía dónde quedaba ese lugar. ¿Ingeniera? Si apenas terminé la primaria, pero eso nos dijeron, seremos ingenieras. Claro que estoy nerviosa, también muy emocionada.
Para Olga, el Huracán Bárbara, que azotó el 29 de mayo a la comunidad de Cachimbo hasta casi desaparecerlo, no sólo les trajo destrucción, también la oportunidad de mejorar las condiciones de vida en la pequeña pesquería oaxaqueña, esa que ven gobernadores desde el aire, montados en helicópteros, esa que visitan una vez cada tres años candidatos locales, esa fracción de tierra que la furia de la naturaleza no perdonó el medio día de un miércoles.
– La desgracia, también nos trajo algo bueno. Antes no nos hacían caso, como si no existiéramos. Estamos lejos de la mano de Dios, casi, casi. Después del huracán nos vieron, después de que la naturaleza nos desapareció. Desde lejos nos vieron y nos ofrecieron mejorar con el proyecto de las celdas solares.
En Cachimbo, como cientos de comunidades indígenas de Oaxaca, no se cuenta con energía eléctrica tradicional, la mitad de las 50 viviendas poseen pequeñas celdas solares que apenas y alimentan un televisor, una radio o un foco, seleccionando sólo un artefacto. Alumbrado público ni en sueño, los postes de la CFE no los conocen en la zona.
– La televisión lo vemos en el día y por periodos de horas. En la noche la apagamos para prender el foco. O vemos la tele o tenemos luz. Con lo que vamos a prender en la India todo cambiará en el pueblo.
A Olga Lilia la acompañarán María Aidee López Díaz, Rosa Elvia Hernández Vicente y Norma Guerra Ramos. Las cuatro mujeres de Cachimbo fueron seleccionadas por el propio Bunker Roy, fundador del centro educativo en Tilonia, Rajasthan , India, quien visitó el Istmo de Tehuantepec a finales del mes de junio.
De acuerdo al Comité Melendre, colectivo de jóvenes zapotecas encargado de los trámites para la movilización de las seleccionadas, las cuatro mujeres radicarán por espacio de seis meses en la India, donde recibirán cursos para ser especialistas en energía solar. Las clases comenzarán en septiembre y concluirán en marzo del 2014.
La intensión de Barefoot College es prepararlas para instalar paneles y baterías solares en la comunidad de Cachimbo, además de aprender a mantenerlas y repararlas, contribuyendo al mejoramiento de Cachimbo, una de las agencias más pobres de San Francisco Ixhuatán, que hace más de 60 días fue azotado por el huracán Bárbara y casi desapareció.
La Universidad Pies Descalzos cada año prepara a cientos de mujeres de más de cincuenta países, para que sean ellas los agentes de cambio en sus sociedades. Para Bunker Roy no hay conocimiento desdeñable ni persona incapaz de enseñarnos algo.
Olga Lilia partirá en septiembre en una de las lanchas encalladas en la playa , quizás sea El navegante, quizás. Por seis meses el Mar Muerto será lejano, por medio año otro sol será inclemente con ella, por un periodo de tiempo el viento de un país lejano le recordará el del Pacífico, mientras, va y viene por el único camino que conoce de ese pueblo que casi desapareció del mapa.
II
Fue duro regresar a casa
Una hilera de postes clavados en el fondo de la laguna recibe al visitante. Las palmeras enfiladas hacen lo propio en la playa. Las lachas de los 300 socios de la Cooperativa Pesquera Cachimbo flotan a la orilla antes de partir mar adentro. Más de una docena de los gigantes cachimbos (arboles que dan nombre a la pesquería) yacen tendidos en todo el pueblo, testigos de la furia del Huracán Bárbara.
Las huellas del fenómeno natural están en lo que parecen calles desdibujadas, en la iglesia católica destruida, en el sistema de agua potable, en más de una docena de casas sin techos, en el centro de salud, la cooperativa pesquera y la agencia municipal.
Alejandro Dávalos Rojas, agente de Cachimbo, explicó que desde hace un mes retornaron todos los habitantes a la comunidad, desde entonces la limpieza y reconstrucción comenzó, a pasos lentos, porque el apoyo gubernamental es escaso.
Los ciudadanos empezaron con sus viviendas, después se organizaron para limpiar las calles y otras áreas comunes. El Centro de Salud no tiene techumbre, mucho menos medicina, por lo que tienen que llegar hasta La Gloria o San Francisco Ixhuatán para recibir atención médica, por eso ruegan no enfermarse, la muerte los acecha en cada respiro.
A un costado del espacio de salud, está la tienda comunitaria, que tampoco abre sus puertas por no tener nada que ofrecer. A un lado se localiza el inmueble que aguarda la agencia municipal, sin techo, en el interior amontonados sillas de plástico y utensilios echados a perder por las lluvias.
Enfrente la iglesia católica sin la mitad del techado, pedazos de asbestos rotos y esparcidos por todo el atrio se tienen que brincar para entrar al edificio, que aún resguarda las bancas y los santos.
Después de la desgracia, sólo 60 personas recibieron del gobierno tres mil pesos cada uno, el mismo número de cajas de despensas, 10 láminas de zinc cada afectado, además de cobertores y colchonetas, pero lo más importante, recibieron la promesa de reubicación, les dijeron que después de las elecciones, aún esperan, el gobierno lo prometió.
20 días estuvieron fuera de Cachimbo, hasta que todo regresó a la normalidad. Sólo seis personas no salieron ante el temor de ser saqueados. El regreso fue duro. Perdieron casi todo. No tienen luz, muchas baterías de las celdas solares se mojaron. La rudimentaria red de agua potable se destruyó, por lo que tienen que caminar siete kilómetros del pueblo hasta llegar a un pozo para extraer el líquido que consumen.
-Fue duro regresar. Todo mermó. La única tienda que teníamos cerró sus puertas y se retiró de la población. La pesca disminuyó, con mucho esfuerzo los pescadores logran al día 20 pesos de producto. La verdad la cosa está dura en Cachimbo.
La reubicación es una promesa que no se ha cumplido. Una comisión del pueblo busca desde hace semanas tierras adecuadas para trasladar a las 148 personas y 50 viviendas. La primera propuesta que vieron no los convenció, pues la situación sería la misma que en Cachimbo.
Los habitantes dejarán la pesquería si el ofrecimiento es muchos mejor que las tierras que habitan, aunque señalaron que Cachimbo será de ellos, aunque vivan en otro espacio, un espacio donde, exigen, las casas sean más grandes que las del Infonavit, con tierras para desarrollar otras actividades distintas a la pesca.
Los pescadores de este rincón de Oaxaca se quejan de los retrasos, mientras Chiapas ya entregó a sus afectados dos veces empleos temporales, en Cachimbo esperan respuestas. Sobreviven de lo que logran en el Mar Muerto y el Pacífico, no pierden la fe, continúan resistiendo, rogando todas las noches que ni huracán ni tormenta los arrope con su furia otra vez.