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Oaxaca, Oax. 30 de julio de 2013 (Quadratín).- A pesar de los indicios del control del mercado estadunidense al menudeo por cárteles mexicanos en más de tres mil ciudades y a persistente la violencia criminal, el presidente Obama decidió el pasado 9 de julio dar un golpe de timón a la estrategia, abandonar la lucha contra las bandas y centrarse en el enfoque de salud pública.
En el documento National Drug Control Strategy 2013 –texto íntegro en www.grupotransicion.com.mx–, el gobierno de Obama se basa en las cifras recientes sobre el consumo de drogas en los EU y anuncia el fin de la política antidrogas como un tema de justicia criminal. Este giro de la estrategia estadunidense deja abandonados a los países embarcados en la guerra contra las drogas que fue asumida por presión de la política de inteligencia y seguridad nacional de la Casa Blanca.
La nueva estrategia podría dibujar el escenario de Obama para el corto plazo: avanzar hacia la legalización de todas las drogas prohibidas, aunque en la introducción de la Estrategia 2013 afirme que no sería así; en los hechos, el repliegue policiaco y judicial contra los cárteles en los EU que ya controlan los mercados e inyectan la droga al menudeo va a repercutir en los países de América Latina donde los cárteles dominan buena parte de la violencia.
La estrategia de Obama podría tener un secreto no divulgado: el recorte presupuestal que debiera reordenar la burocracia estadunidense y muchos de los programas prescindibles ha sido aplicado por la Casa Blanca a la estrategia antidrogas. Lo malo para los EU es que la nueva estrategia de Obama va a permitir la consolidación de los cárteles en el control del mercado de abastecimiento de drogas dentro de los EU.
El criterio del gobierno de Obama para su nueva estrategia enfocado el problema como de salud pública asume que el consumo de drogas es una enfermedad del cerebro que se puede tratar médicamente y sobre todo prevenir. Lo malo de la estrategia radica en el hecho de que se definió en función de los criterios exclusivamente estadunidenses donde va avanzando la legalización, a costa de dejar abandonados a los países que luchan contra el narcotráfico no como problema de consumo sino como un asunto de seguridad interior, seguridad nacional, seguridad pública y consolidación de cárteles en zonas territoriales del Estado.
La estrategia de combate al narcotráfico en México fue la Iniciativa Mérida de México con el gobierno de George W. Bush que refrendó Obama. Asimismo, a pesar de la nueva estrategia, Washington sigue exigiéndole a México y a Colombia –y ahora a países de Centroamérica ya contaminados con el asentamiento de cárteles– decisión para terminar con las bandas a partir de un enfoque militar y de guerra. No por menos, por ejemplo, Washington ha sido insistente en hablar de narcoinsurgencia como un asunto de seguridad nacional para los propios EU.
El lado oscuro de la nueva estrategia de los EU podría estar en la decisión de Obama de abandonar la lucha contra los cárteles que afectaría la estabilidad en naciones como México, Colombia y Centroamérica –y varios de Europa donde las bandas mexicanas ya están asentadas– porque el ablandamiento de la decisión de luchar contra los cárteles tendería a fortalecerlos.
Y el otro efecto lógico sería esperar presiones de los EU para comenzar por la legalización de la marihuana en estas naciones para equipararla con la de dos estados de los EU, además de que el relajamiento judicial y policiaco estaría abriéndole más las puertas de los EU a los cárteles mexicanos que de suyo ya están asentados en cuando menos tres mil ciudades estadunidenses.
Por lo demás, la sorpresiva nueva estrategia contra las drogas de los EU no fue consultada con ningún país aliado, menos con México.
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