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Oaxaca, invitado de honor en la FIL de Palacio de Minería
Oaxaca, Oax. 08 de junio de 2013 (Quadratín).- En un momento y circunstancia como los que vivimos hoy en día, de violencia, el escenario de lo cultural es el espacio natural para reconstruir los países y para modelar otro tipo de ciudadanos, sostiene el ex director del Festival Internacional Cervantino, y actual director del Teatro Mayor de Bogotá, Ramiro Osorio.
En América Latina contamos con una fortaleza impresionante al no tener grandes diferencias culturales por las que algún estado se quiere independizar de otro por estas razones, y es en este escenario donde la cultura es agente de cambio en municipios y estados, porque pone a dialogar a la sociedad con los sectores radicales, violentos, apunta el promotor cultural colombiano.
Entrevistado durante su participación en el II Foro de Gestión Cultural organizado por la Feria Internacional del Libro de Oaxaca y la Fundación Alfredo Harp Helú, el experto pone como ejemplo de los efectos benéficos de la promoción del arte y la cultura en tiempos de violencia a Medellín, ciudad copada por el narcotráfico en los años 90 donde se registraban tres veces más homicidios que los contabilizados en Ciudad Juárez en su momento más crítico.
En Medellín, especialmente azotada por el narcotráfico durante décadas, las autoridades han hecho una gran inversión en infraestructura cultural en las comunidades más pobres del país. Las bibliotecas de Medellín están en las zonas más duras, se han creado espacios de participación para los jóvenes, se organizan bandas de música, de grafiteros, hay cientos de acciones juveniles que es donde está el problema más grave, expone.
Otro caso emblemático de lo que pueden lograr el arte y la cultura en una sociedad es el de Venezuela, añade, donde la clave consiste en dar a niños y jóvenes alternativas para sacarlos del mundo de la violencia, por un lado, y, por otro, darles reconocimiento a lo que hacen, logrando que el país conozca y reconozca a estos líderes y que se vuelvan modélicos de otros niños.
El mejor ejemplo es el sistema de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela hoy hay 350 mil niños y jóvenes en el sistema de la música de Venezuela y de cara a los venezolanos un niño de unas orquesta es un líder comunitario, son intocables estos niños músicos en los barrios. ¿Qué tiempo ha llevado lograr esto? se le pregunta. Casi 40 años, responde.
Para lograr este tipo de resultados en otros países, Ramiro Osorio estima que es necesario que los dirigentes sociales y políticos tengan claro que las políticas en materia de cultura son transversales y que son inherentes al desarrollo de las demás políticas públicas.
Además, subraya, hay que preguntarse si la educación pública cumple con dos aspectos: ¿Nos hace únicos en el mundo como mexicanos o colombianos, por nuestra riqueza cultural?, ¿Saben nuestros niños que somos una fortaleza en diversidad única en el mundo y nos sentimos orgullosos de nuestras decenas de lenguas, de nuestro patrimonio de saberes?
Este sábado concluye en el Centro Cultural San Pablo el II Foro de Gestión Cultural.