Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Oaxaca, Oax. 17 de mayo de 2013 (Quadratín).- Protegido por una decreciente aureola que responde más a las expectativas que a las posibilidades, el presidente Barack Obama ha entrado en una de sus peores zonas de incertidumbre y descrédito: nada le sale bien, y todo indica que le esperan cuatro años como político lame duck o pato cojo.
En la jerga estadunidense, un político lame duck no tiene capacidad de decisión ni de movimiento y carece de horizonte político. Normalmente es la imagen de un presidente en el cuarto año de su segundo mandato por la imposibilidad de una tercera reelección. Sólo que Obama arrasó en el 2008 y ganó con menos votos en el 2012, pero en medio de una enorme carga emocional de expectativas.
Además de que ha fracasado en decisiones que pasan por el Congreso, en los últimos días Obama ha dejado ver su mano autoritaria, al grado de que lo comparan con Tricky Nixon –Nixon el tramposo–. Obama parece tener también su equipo de fontaneros para los trabajos sucios: amenazas contra la prensa, uso de oficinas públicas para intimidar a disidentes, utilización del FBI para espiar a periodistas, regaños a preguntas en conferencias de prensa y todo un comportamiento nixoniano.
La lista de fracasos de Obama es bastante amplia:
–A finales de febrero de este año, un funcionario del equipo económico de la Casa Blanca amenazó al periodista Bob Woodward, famoso por su papel en el caso Watergate contra Nixon; el periodista del The Washington Post había denunciado que el argumento del secuestro del presupuesto había sido una maniobra de Obama.
–El Senado derrotó la iniciativa sobre control de armas en la que Obama había cargado toda su fuerza moral.
–El Congreso ya está depurando las intenciones de Obama en materia de reforma migratoria; en los hechos se trató de otra derrota presidencial.
–El asesinato de Osama bin Laden derivó en parte de la campaña de reelección, pero el asunto se le revirtió a presidente Obama por el uso de torturas para localizar al líder terrorista. El tema de las torturas lastimó a la CIA y llevó al cese de la agente que participó en las torturas –la heroína de la película Zero Dark Thirty– como jefa de la oficina de operaciones clandestinas de la CIA.
–El Congreso frenó la campaña de Obama para tener más dinero presupuestal sin dar nada a cambio y lo obligó a realizar recortes, con lo que rompió sus planes neopopulistas y sus programas sociales.
–De nueva cuenta se revivió el asunto de la prisión de Guantánamo que Obama prometió cerrar desde 2008 y que no ha logrado. Peor aún, Obama enfrenta una huelga de hambre de más de cien reclusos que se ha convertido ya en escándalo internacional. Y más todavía, uno de los reclusos envió a través de su abogado un texto de los padecimientos y el tema se convirtió en escándalo político cuando el The New York Times lo publicó en su página editorial.
–El caso de Benghazi, Libia, donde fue asesinado el embajador estadunidense en la fecha simbólica del 9/11 pero de 2012, mostró errores en la diplomacia a cargo de Hillary Clinton, a quien ese tema se le aparece como el peor lastre para su ambición de ser candidata presidencial en el 2016.
–El reciente uso de la oficina de impuestos para intimidar a sectores conservadores; si bien es cierto que se trata de grupos que abusan del uso de aportaciones y con ello financias actividades políticas, la utilización de auditores alarmó a los ciudadanos por el abuso de poder al estilo de Richard Nixon.
–Aunque el gobierno ha querido priorizar la crisis del terrorismo por el bombazo en Boston a temas aislados, cada día aparecen evidencias de que fue una reacción a la política militar estadunidense de Obama en Irak y Afganistán. Hasta ahora han sido más las reacciones radicales islamitas contra Obama que contra Bush. El gobierno de Obama ordenó tener el registro de teléfonos de más de cien periodistas de la agencia Associated Press, acción más intimidatoria que de espionaje.
–Los principales medios de prensa de los EU han intensificado sus críticas contra Obama por el autoritarismo, la crisis de su agenda, su estilo agresivo de operar la política: artículos, editoriales, caricaturas, ensayos han minado severamente la popularidad de Obama. La caricatura adjunta es del Chicago Tribune, el periódico de la ciudad donde Obama se hizo político: comparar a Obama con Nixon es la peor referencia periodística. Pero a ese nivel ha llegado el descontento con Obama.
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