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¿Lealtad a quién?
Oaxaca, Oax. 13 de mayo de 2013 (Quadratín).- En el patio de la escuela primaria un grupo de niños se ajustan el cubre bocas azul. Les acaricia el rostro el viento de mayo que abunda entre las paredes y un arroyo como el monte que crece con la lluvia. Polvo necio que todo lo vuela. Tarde de sábado. Las torres de Santo Domingo se levantan en la lejanía de la luz. El polvo repite por la ciudad nuestro nombre como asunto de periódico con voz ronca que sale de los altoparlantes instalados en el toldo de un auto compacto. El centro de la ciudad cada día cobra más distancia de nuestras calles, sus edificios del siglo XVI, los centros culturales, los museos. Las pequeñas manos manchadas de pintura señalan con dedo índice el olvido de políticos y gobernantes sobre nuestra gente. Los niños arrullan sus sueños. El garabato de colores es la voz que nos acompaña y nos mira. Sueños contra la barbarie. Alegría de niños. Las pequeñas manos nombran lo posible y lo imposible, en esta tarde de sábado. Anda libre la imaginación en el patio de la escuela como el viento que pasa ligero en el techo de las casas empobrecidas. Estos son los niños olvidados del gobierno. Los periódicos con sangre dicen de nosotros, de los vecinos. Nos acusan. Hablan de la pendencia y el delito entre nuestras calles, la esquina. El arroyo. Las manos de los niños acarician otro espacio de luz y dicha. Más allá de las páginas de los periódicos. Dicen de un lugar más cerca de nuestra gente. De sus manos brota un perro amarillo. Una gata que roja que maúlla a la luna anaranjada, una mariposa rodeada de soles cotidianos en el patio de la escuela. La flor y la estrella de mil colores. Figuras que andan con vida propia. Los dibujos hablan de un mundo posible que viene desde la mirada de los niños. La misma tarde y el mismo viento de todos los días, el mismo sol entre nosotros, el mimo arroyo seco y el centro de nuestra ciudad tan distante. Y con la pintura de los niños, tan diferente. Otro. Ahora, un mundo posible.
Foto: Archivo