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Jordi Boldó presenta La Mirada Errante en Nuun Espacio de Arte
Oaxaca, Oax. 10 de abril de 2013 (Quadratín).- Dos por tres. El sol de mayo deja caer con fuerza sus rayos de alberca sobre nuestra cabeza. Azul cielo. Un saxo tenor empina la tarde mientras los perros se aparean en la calle frente a ventanas y puertas tapiadas para que no entre polvo.
El camión urbano hace maniobras de vuelta muy junto a la banqueta de los borrachos de mezcal. Polvareda de frenos de aire. Ruido de ruedas y balatas. La gente que vuelve al terminar su jornada en oficinas o burdeles cubre su rostro con el cansancio de todos los días.
Las mujeres secan el sudor de la palma de su mano en el vuelo de su blusa como quien se prepara a combatir montañas de trasto y mugre, ropa sin lavar, vidrios empañados de gritos y espanto, cerros de basura con cargada de iniciativa propia que se alejan sin en santa paz del sacudidor. Las ganas de sexo de la mujer inicia y termina en la palma de sus manos humedecidas. Los hombres, a esta altura del día, son puro bagazo de agave. Tiempo en pudrición, mierda que se derrama en una esquina cargada de miradas. Puro sueño azul de aguas de una alberca limpia. Días de sol. Con este tiempo de calores la gente cuelga sus ganas, su vida, en palitos de paleta de sabor tamarindo o limón, como la esperanza. (Calle de besos//despedidas fugaces//navega el mar.)