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Tareas de Claudia sin AMLO: economía y Casa Blanca
Oaxaca, Oax. 25 de enero de 2013 (Quadratín).-Los postes de madera están en el suelo, en los árboles los zopilotes abren sus alas para entibiar su sangre caliente. Desde la torre de vigilancia del presidio los custodios, al mediodía, no miran a los reclusos. En el patio ven, quizás, a una mujer desnuda en el río o a un plato con tasajos y frijoles. Sobre un río sin nombre pasa el puente Tortugas, abajo, en el lecho, anda el muladar altivo, enorme. Se escuchan los gritos de los reclusos, la voz de alerta del centinela.
Los caminos
Se puede llegar a este muelle por distintos caminos, todos los caminos llevan al mar. Los mares son un reclusorio. En alguna ocasión me condujo hasta aquí una melodía que me recordó el tiempo y la tierra donde nacieron mis padres. Otra vez, de madrugada, llegué aquí por un mal sueño. Hasta aquí llegue buscando a una mujer. Una noche me trajo aquí un perro.
***
Anoche soñé contigo, las palabras llegan de muy lejos. Atraviesan mares, islas; un océano. Anoche. En esta casa de la recuperación día tras día voy logrando confianza en mi cuerpo, en mis facultades. Una de esas facultades es el sentirse amado y amar. Anoche. La recuperación llega a mi cuerpo como esas palabras. Noche. La recuperación me fortalece, me levanta. Soñé. Llega como las olas del mar, desde muy lejos. Contigo. Recupero muy lentamente mi capacidad de amar. La capacidad de desprenderme de mí para dejarme llevar hasta otra persona. Soñé contigo. Este encierro hace que recupere la capacidad de sentir. Esta experiencia del dolor me acerca a otras personas, me desprende de mi sombra, mi personita. Para concientizar esta experiencia no se necesita mucho, basta con dejarse llevar, dejarse alcanzar: anoche soñé contigo.