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México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
+ Camila: fracaso estudiantil
+ No calle sino en parlamento
México, DF. 14 de diciembre de 2012 (Quadratín).-Luego de haber irrumpido como estrella fugaz en el escenario político del 2012, el YoSoy132 terminó en un movimiento juvenil antisistémico, lopezobradorista y de provocaciones callejeras. Sin embargo, el movimiento juvenil chileno aceptó su fracaso en las calles y tomó la decisión de competir por curules en el congreso nacional en las elecciones del próximo año.
Pero las luchas comienzan a cambiar: una de las beneficiarias de la lucha estudiantil violenta en las calles de Chile ya se inscribió como candidata a diputada: se trata de Camila Vallejo Dowling, militante comunista, ex presidenta y hoy vicepresidente de la Federación de Estudiantes de Chile, quien en junio de este año estuvo en México y se vinculó con el YoSoy132.
Lo interesante del paso estratégico de Vallejo fue el razonamiento de que la protesta callejera durante 2011-2012 posicionó la agenda estudiantil por una educación superior gratuita y de calidad pero no obtuvo ningún resultado; al contrario, como lo reconoce la propia dirigente estudiantil en su blog, la actitud sectaria llevó al movimiento estudiantil a un aislamiento político, lo alejó de la ciudadanía que este año ha empezado a rechazar ampliamente nuestras formas de movilización, pero no el contenido de nuestras demandas.
El análisis de Vallejo –que en México tuvo amplia recepción en su visita porque se colocaba en el centro de la protesta del 132– representa un cambio de enfoque de la protesta, que en Chile llenó las calles de gritos, represiones, gases y policías con mangueras. Pero pese a las movilizaciones, la estructura de toma de decisiones legislativas siguió beneficiando a las escuelas privadas.
De ahí el mensaje de Camila Vallejo: como en la calle sólo se toman fotografías pero no decisiones y en el Congreso se legisla, entonces los jóvenes estudiantes chilenos han comenzado a inscribirse como candidatos a diputados para las elecciones del 2013. Así, el movimiento estudiantil de protesta de tipo antisistémico de Chile decidió entrar a disputar espacios de poder en el centro neurálgico del sistema político: el parlamento. La decisión de los estudiantes fue significativa: cambiar el grito callejero por los votos en el legislativo.
La decisión de Vallejo de cambiar el grito por el voto se fijó en función de dos preguntas fundamentales que se hizo el movimiento estudiantil chileno cuando se percató que los gritos sacuden pero no deciden:
¿Cómo recuperar la alta capacidad de incidencia en el debate nacional que llegó a tener el movimiento estudiantil el 2011 y que perdió este año? y ¿cómo volver a trazar una estrategia efectiva que nos permita conquistar la educación, pública, gratuita y de calidad que se ha planteado el movimiento por la educación? El movimiento estudiantil cada vez se está quedando más solo.
La tarea no fue fácil porque los estudiantes chilenos trabajaron una unidad orgánica en torno a la participación en los centros de toma de decisiones del sistema representativo pero enfrentaron divisiones internas por los autonomistas y los antisistémicos. Inclusive, algunos acuerdos ya tomados fueron rotos por los grupos radicales por cálculos meramente electorales.
EL razonamiento de Camila Vallejo hoy es muy diferente al antisistémico callejero de junio pasado en México, invitada por al UAM:
Está en nuestras preocupaciones que las importantes movilizaciones que estremecieron a Chile el año 2011 no se queden solo en un lindo recuerdo de una juventud idealista y rebelde, sino que logren efectivamente plasmar las transformaciones que Chile necesita. Los jóvenes no solo queremos transformar la educación, queremos además un Chile más democrático con una nueva constitución, recuperar nuestros recursos naturales y una relación armoniosa con el medio ambiente, conquistar la salud y la previsión como derechos, entre otros elementos. Todo esto bajo la premisa que no tenemos que esperar 5, 10 o 15 años para alcanzar esas transformaciones bajo la quimera del camino propio, si no que pueden ser cambios que podemos empezar a materializar ya, fortaleciendo a los movimientos sociales y su capacidad de incidencia en los debates nacionales, junto con dar la disputa institucional, para estar presente en los lugares donde se toman las decisiones.
En otro de sus últimos textos, Camila Vallejo hace una reivindicación del sistema de representación política por la vía electoral y lo que significa revalidar a un movimiento social con la fuerza y respaldo del voto de ciudadanos:
El voto no es la democracia pero sé, es un paso para la validación de la democracia dentro del ejercicio cívico continuo y participativo, por lo mismo, un Gobierno que se defina ahora democrático debe atender no solo a las demandas, sino que también a las propuestas planteadas por los movimientos sociales, más aun cuando estos adquieren un gran respaldo por parte de la ciudadanía.
El análisis de Camila Vallejo es portante porque una encuesta reciente reveló una importante alza en la desaprobación a las formas cómo los estudiantes han llevado a cabo sus movilizaciones (cursivas de Camila Vallejo), situándose en un 62% –lo cual debe ser un motivo de análisis y autocrítica para nosotros en el movimiento estudiantil–, la adhesión a nuestras demandas sigue muy alta, con un 70% de respaldo. A ello se agrega otro dato mayor: en la toma de decisiones legislativas el centro-derecha en el gobierno tiene el 43.4% de la bancada y el centro-izquierda en la oposición suma 44.3%.
En una mirada espejo al YoSoy132, su auge se debió a su comportamiento sistémico contra el PRI pero aun así el PRI ganó con una cómoda ventaja de 6.6 puntos porcentuales y 3.3 millones de votos sobre el candidato del 132, Andrés Manuel López Obrador. Y la violencia juvenil estallada el primero de diciembre le restó apoyo popular y lo caracterizó como movimiento antisistémico y no popular.
Luego de su fracaso al pasar de protesta política a la demanda de liberación de detenidos, el 132 mexicano debe optar entre la calle y el parlamento. Los estudiantes de Chile ya decidieron: el cambio en las instituciones y no la protesta callejera que genera sólo violencia.
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