
Bloquean vecinos de la Gómez Sandoval por obra inconclusa
Oaxaca, Oax. 8 de diciembre de 2012 (Quadratín).- Figuras que son la alegría de chicos y grandes. La chilindrina, el chavo del ocho, el hombre araña y en estas fechas las tradicionales estrellas de siete picos son la predilección de muchos que disfrutan de buenos momentos al lado de ellas.
Se trata de las piñatas, una tradición arraigada en nuestra tierra que se aviva en las posadas de diciembre, pero cuya elaboración no es cosa fácil.
Desde hace más de dos décadas, María Gómez, es una mujer dedicada a este oficio que requiere paciencia, creatividad y habilidad.
Compartí con mi abuela no sólo el nombre, María, sino también la paciencia de elaborar piñatas. El medio día es el momento ideal para iniciar con el trabajo -relata-, se prende fuego al engrudo, y se le da mejor uso a la nota roja de los periódicos que se remojan para iniciar con la figura, señala sonriente.
La hora de moldear cada una de las piñatas, se vuelve un referente de los gritos, cantos y expectativa de los infantes que las romperán. No sólo es un negocio, un medio para subsistir, es el afán de crear sonrisas y alegría de quienes verán caer los dulces a la hora de romperlas.
María cuenta que tarda entre una y hasta 12 horas en elaborar una piñata. Las más recurrentes son las de siete picos, cada pico significa uno de los siete pecados capitales. De ahí le siguen las piñatas con imágenes de caricaturas, las más vendidas de súper héroes, el chavo, el chapulín y animalitos.
Sé que hay crisis, pero la peor crisis que se pueda tener es quejarse y no hacer nada, o esperar tener algún ingreso sin mover las manos. Empecé a hacer piñatas a los 22 años, porque tengo mayores ingresos que los obtenidos en un trabajo promedio en el estado. Vivo de la piñata, comenta orgullosa.
Originaria de Santa Cruz Xoxocotlán, las manos e imaginación de María tejen entre papel, engrudo, ollas y pintura, los adornos de diciembre y sus fiestas donde no deben faltar las piñatas. Tendida la noche, después de diez horas de moldear sonrisas, las piñatas pasan a un secado que les permitirá quedar listas para el relleno de dulces, frutas y por supuesto cacahuates.