Entre Cepillín y El Chapulín engringado
Oaxaca, Oax. 19 de noviembre de 2012 (Quadratín).-La decisión de Pedro Joaquín Coldwell -presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI)- de nombrar como delegados especiales en la dirigencia del Comité Directivo Estatal de Oaxaca (CDE) del PRI a Salvador Sánchez Vázquez y Alejandro Avilés Álvarez (presidente y secretario respectivamente) revela dos características de esa determinación: desconocimiento e indolencia.
Si bien, en la práctica política cuando no se alcanzan los proyectos ideales se opta por acordar lo posible, en el caso del CDE del PRI este pobre acuerdo recrudece el panorama tricolor. La llegada de un político fuereño de larga trayectoria parlamentaria a la presidencia, y de un político local controvertido en la secretaria no sirve siquiera para paliar la crisis electoral que se remonta al 2009 (cuando se era gobierno); no contribuye a la unidad de un partido enfrentado adentro y enemistado hacia fuera; y menos aún, se vislumbra disposición desde el centro de reconstruir la relación de un PRI que en Oaxaca no acaba de pagar factura por sus excesos. El horizonte del revolucionario institucional local está nublado porque prefirieron instalar a dos administradores de la desgracia que sufre el CDE del PRI, se confía en la fuerza de la retórica, y se dejan guiar por el optimismo que infunde el poder. Pero el calendario implanta una interrogante: ¿Es competitivo este PRI para las elecciones locales del 2013?
DESCONOCIMIENTO. Sin duda los oaxaqueños no somos fáciles de convencer. Somos reconocidos dentro y fuera de nuestro territorio como individuos de conducta compleja dotados de carácter y de una personalidad apasionante. Para el ciudadano oaxaqueño el acontecer político local no es un tema más, es el epicentro de sus energías e intereses. Una apresurada explicación la asocio al insuficiente desarrollo empresarial e industrial en el estado, matiz descriptivo de la extrema dependencia laboral que genera la política como el empleador masivo, además, de ser el gran transformador de las finanzas personales de algunos que incursionan en esta actividad. En suma, la percepción popular es que todo bienestar gira alrededor del gobierno.
Ahora bien, para efectos de dimensionar el resbalón del presidente Coldwell resulta pertinente aportar una explicación más reflexiva que nos vincula a nuestros antecedentes históricos. Los oaxaqueños tenemos un rasgo de coincidencia dentro de nuestra vasta pluriculturalidad: el aprecio a los valores culturales y humanos. Para entender mejor al oaxaqueño, se debe descifrar el entorno socio-político, marco de crianza de los hombres y mujeres ilustres pertenecientes a la grandeza de nuestra herencia histórica, y de nuestras costumbres y tradiciones milenarias. Asimilar que son elementos asociados a un contexto de carencias e injusticias que los ciudadanos contemporáneos le endilgan al PRI.
OPORTUNIDADES PERDIDAS. El revolucionario institucional en Oaxaca desperdició una y está a punto de desperdiciar otra oportunidad de rehacerse.
La primera fue cuando dejó ir la ocasión de acreditarse como una opción política desde la trinchera de la oposición local. Probar que se puede corregir con acciones; demostrar que era capaz de anteponer a Oaxaca por encima de los intereses cupulares y de reyertas; hacer suya la extensa agenda social de la que dispone un partido que no es gobierno; y evidenciar que los agravios cometidos en la experiencia de gobierno son la motivación central de la reconstrucción, que asume con humildad su pasado y no por conveniencia electoral. Mayor ha sido el desperdicio porque el camino lo viene allanando el gobierno de la alternancia con los graves desaciertos y las expectativas que poco a poco se van desmoronando, pero los priistas oaxaqueños no han sido capaces de legitimarse como una opción distinta, como una fuerza política que conoce las entrañas de la entidad y que su principal atributo es el oficio político. Nada de eso pasó, el PRI estatal una vez que perdió la gubernatura disculpó y amparó a los perniciosos, se aferró a sus yerros, se empantanó en sus particulares guerras intestinas, y tomó el camino más fácil: el de la mezquindad, que emplea la lógica del error ajeno como camuflaje de las afrentas que son propias. Táctica que acredita la ruina del PRI en Oaxaca.
Me atrevo a asegurar que la sensación social de la política en Oaxaca es de desanimo. La piñata de la transición democrática se rompió, y la codicia del político oaxaqueño los conduce a empuñar las golosinas que quedan. Tan malo uno como el otro.
La segunda oportunidad que hoy se desperdicia, es recomponer a partir de la ventaja de ser gobierno federal. Para muchos priistas pragmáticos conciben el manejo de recursos federales, los programas sociales, y el aparato del gobierno de la república como una ventaja para sus chatas apetencias electorales. El PAN es el mejor ejemplo de que sin un plan de gobierno con causas que se retomen de la sociedad nada de eso es posible. El revolucionario institucional no puede obviar sus orígenes, nació como gestor social de un partido en el gobierno, y hoy agoniza como un partido deficiente que asumirá el gobierno de la república.
Si el planteamiento es recuperar espacios de confianza, los delegados del gobierno federal entrante, deberán asistir a los trabajos de gestoría de un partido que debe acercarse nuevamente a las comunidades, a los barrios y a las colonias con acciones. Dejar de lado esa visión cortoplacista que se constriñe a rentabilidad y calendario electoral .
En tales circunstancias, es difícil imaginar que en la dirección que ha tomado el PRI en Oaxaca su realidad cambie. A pesar de lo arrebatado de la decisión, el PRI tiene amplias posibilidades de obtener buenos resultados en las elecciones del año entrante. Pero si eso sucede esquivando el replanteamiento de fondo- sólo será por el debilitamiento del gobierno estatal, y no a causa de un reposicionamiento del revolucionario institucional que le permita regresar al gobierno del estado. No nos engañemos con alharaca no se logrará.
Twitter: @juandiazcarr
Abogado, economista y periodista.