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México y la semana aquimichú
Oaxaca, Oax. 16 de septiembre de 2012 (Quadratín).- La degradación de la política en nuestro país sólo será superada por la propia política, esta es una tesis que queremos demostrar a través de estos escritos. Un primer paso para alcanzar este noble propósito es volver a los orígenes de la política, entender su surgimiento, sus valores, sus fines, es decir, su sentido original. Un problema recurrente en nuestra actual población es la falta del conocimiento de los grandes pensadores de la filosofía política, por ende, de sus aportaciones para la buena convivencia entre los ciudadanos, por ello, es pertinente abordar el estudio, aunque sea someramente, de estos grandes hombres.
Iniciaremos con el primero de ellos, nos referimos a Platón, cuyo verdadero nombre fue Aristocles y Platón fue su apelativo por tener una constitución ancha de su cuerpo o por la amplitud de su frente. El nació en Atenas Grecia en el 427 a.c. y murió en el 347 a la edad de más o menos de 80 años. El centro o punto central del pensamiento político de Platón es que los ciudadanos sean mejores para lograr la felicidad de la comunidad política. La tesis de que parte, consiste en formar buenos ciudadanos y a partir de aquí sería posible la felicidad o el bien de la comunidad política que hoy llamaríamos Estado. La existencia de buenos ciudadanos implica también la existencia de buenos gobernantes. La gran tarea de cualquier régimen político o de orden político en los términos del florentino Maquiavelo, es la formación desde el hogar, la escuela, la oficina, la fábrica, el campo etcétera, de buenos ciudadanos, porque si tenemos malos ciudadanos tendremos malos regímenes políticos, por lo tanto, estaremos ante la ruina de la república; esto nos recuerda, el dicho muy sugerente, que sin demócratas no puede haber democracia. Tenemos pues un primer reto en nuestro país: la formación de buenos ciudadanos, de ciudadanos virtuosos, responsables, respetuosos de la ley, tolerantes, plurales y en fin, demócratas y con los conocimientos necesarios para poder vivir plenamente juntos sin hacernos daño.
Platón en su libro la República, a través de Sócrates, el gran maestro del método dialéctico, reconoce que las preocupaciones humanas más cotidianas son la búsqueda de riquezas, fama y honores, tal como ahora, sin embargo, habría que inculcarles, nos dice Platón, para el mejoramiento de sus almas, a través de conversaciones diarias en la búsqueda de tres valores fundamentales que debe de tener todo hombre, bueno también toda mujer: la virtud, la inteligencia y la verdad.
Un primer paso que deben hacer los ciudadanos mexicanos es hacerse un autoexamen, observar si vivimos en pos de la virtud o no, si hacemos el bien político a nuestros semejantes, si buscamos contribuir al bien de la comunidad o si somos hombres y mujeres aislados, egoístas e individualistas y que en nada nos interesa el bien común.
Un primer problema que nos surge es que si la virtud que requerimos del ciudadano y gobernantes se puede enseñar o no. La virtud tal como la entendemos es la excelencia, mérito, perfección y la potencia para cumplir con la función u operación que le es propia a cada sujeto, así, si nos referimos a virtud ciudadana se trata precisamente en ser el más excelente de los ciudadanos. Sin embargo, siguiendo a Platón se puede decir que para al alcanzar una buena solución de los problemas de la comunidad política requerimos de los expertos en materia política, pues en semejanza cuando enfermamos requerimos de un médico, cuando construimos nuestra casa buscamos a un arquitecto, lo lógico sería que si tenemos la necesidad de vivir con justicia en la comunidad busquemos a un buen político, sin embargo, nos dice Platón que esto no sucede de esta manera, pues cualquier ciudadano es requerido para desempeñar esta acción, pues es propio de la democracia funcionar de este modo. De esta experiencia, los sofistas pueden argumentar que para desempeñar los cargos, cualquier ciudadano lo puede hacer y no tiene la necesidad de aprender el arte del gobierno, para Platón por el contrario, en necesario que los gobernantes tengan el conocimiento de las virtudes y prácticas de la política.
Aquí tenemos el segundo gran problema de nuestro país, nuestra clase gobernante (presidentes de la federación y municipales, diputados, senadores, gobernadores, secretarios de estado y demás funcionarios), no están debidamente capacitados y no tienen los conocimientos del arte del buen gobierno para desempeñar adecuadamente sus funciones, por lo cual originan la ruina de nuestra República. Para Platón se trata de que el gobernante domine la técnica política para saber medir de lo justo a lo injusto, de lo bello a lo feo, de lo bueno a lo malo, y de valores éticos y estéticos.
Para Platón a través de Sócrates, la virtud es enseñable pues es conocimiento, en cambio para los sofistas, que le jugaban a las contras, señalaban lo contrario. A través del mito de Prometeo, contado por Protágoras trataron de mostrar que la virtud no es enseñable, este mito lo contaremos en nuestro próximo artículo.
Finalmente, es bueno recordar los elementos que constituyen la virtud, sea para el ciudadano o el gobernante y que es importante saber: la sabiduría, la sensatez, la valentía, la justicia y la piedad. El contenido de la virtud irá cambiando a través de los autores y la historia, pero vale la pena recordar los mencionados por el gran ateniense Platón.