
Zonas oscuras
Oaxaca, Oax. 10 de septiembre de 2012 (Quadratín).-Allá quedo el ajetreo de las campañas pero no así la ambigüedad del discurso y las consignas que aún se lanzan los principales actores políticos. Concluida una elección hay tres procesos de particular cuidado: a) la calificación de la misma incluidas las reacciones que de ellas deriven; b) los trabajos de la transición gubernamental con los que se van; y c) la toma de protesta misma. Ayer se cerró el primero de estos procesos con la asamblea que protagonizó el ex candidato presidencial del Movimiento Progresista Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Desde la plaza pública AMLO dio a conocer su proceder después del desconocimiento que hiciera de la declaración de validez que emitió el Tribunal Federal Electoral (TRIFE) a favor de su opositor Enrique Peña Nieto. El escenario se antojaba difícil para un personaje como él: sobrevivir políticamente ante enemigos muy poderosos (incluidos los de casa, los militantes de la izquierda). Complicado para un López Obrador que se le acusa de no acepar otra verdad más que la suya, de ser obcecado en su pretensión de conducir el gobierno de este país, de no escuchar a nadie y de creerse dueño de la verdad absoluta; pero lo que si es un hecho incontrovertible, es que López Obrador representa las expectativas de un sector de la población que se requiere para la gobernanza nacional.
Al final, la decisión fue caminar hasta convertir su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en partido político. La medida parece adecuada por tres razones: 1) No replica errores del pasado de caminar en paralelo de las instituciones; 2) encuentra un cauce legal ante el desconocimiento que hizo de los resultados de la elección presidencial; y 3) invierte su capital político-social (más de 16 millones de votos) en su propio futuro político.
Ahora bien, el contexto político nacional no da cabida a mayor crispación y AMLO lo sabe. Conocedor de la debilidad institucional como saldo de la elección presidencial con la que habrá de remar el nuevo gobierno la quiere capitalizar. Así lo demuestra una reciente encuesta del periódico Reforma (9 julio 2012) respecto a la percepción social después de las elecciones federales: el 71% de los encuestados cree que si hubo compra de votos, el 59% opina que la elección presidencial no fue limpia, y el 53% piensa que no hubo equidad en los comicios. Esta encuesta no otorga aval a nadie ni se presta a falsos optimismos, el sondeo muestra las graves vulnerabilidades en las que queda nuestro sistema electoral de cara a la ciudadanía.
DE AYER A HOY. 24 años después de la creación del partido de izquierda predominante -Partido de la Revolución Democrática (PRD)- el escenario parece propicio para la creación de un nuevo partido de izquierda que se ocupe de lo que se ha dejado de lado éste: las causas populares. Pero para no caer en colusiones falsas es necesario que este movimiento que pretende registrarse como partido político tenga presente lo siguiente:
1) La izquierda partidaria contemporánea nace como oposición al interior del partido en el gobierno (PRI) frente a la instauración del neoliberalismo como política de Estado que empezaba a homologar el pensamiento priísta hacia el pragmatismo político. Fue un sector del priismo que no coincidía con la reducción del plan de acción a los postulados de los organismos internacionales y el arribo de los tecnócratas a los cargos de la dirigencia política marginando así, a los cuadros tradicionales que le otorgaban un matiz social a la agenda de trabajo tricolor. Este acontecimiento, asociado al agotamiento del PRI como partido político en el gobierno, hizo que se resquebrajara en 1987 incitando a una amplia salida de prominentes militantes para conformar el Frente Democrático Nacional, antecedente del PRD.
2) Años más tarde el PRD fue secuestrado por tribus y quedó atrapado en las luchas intestinas de los grupos que lo conforman. Si bien es cierto, que hacer coincidir a la izquierda es una tarea complicada por las fuertes cargas ideológicas de los diversos personajes que la componen, también es un hecho que el partido del sol azteca se caracterizó por burocratizar al instituto político e ignoró la visión social que lo debió distinguir.
3) El PRD fue y es incapaz (exceptuando talvez al DF) de interpretar el voto de confianza ciudadano en resultados de gobierno. Se apartó de los postulados de partido de izquierda y la corrupción venció las ideas de cambio de los que han llegado al poder, léase Oaxaca.
DESAFÍOS. Para todos es conveniente que entendamos que la contienda electoral ya acabó y llegó la hora de asumir posiciones responsables. Peña Nieto esta llamado a actuar con mesura, humildad e inclusión. Una buena idea será invertir esas medidas efectivistas que han utilizado los malos gobiernos priistas y que nos han polarizado. Los proyectos nacionales del gobierno entrante no deberán salir adelante con el respaldo de cómplices y comparsas del poder, sino a través de la concertación política con las expresiones sociales predominantes. Las causas son de los partidos no de los gobiernos.
Para AMLO el margen de maniobra es muy reducido, tendrá que dejar de esperar los errores del gobierno priista como método de posicionamiento individual y bandera de ataque al gobierno entrante. Deberá redoblar esfuerzos y trabajar intensamente en las bases de nuestra sociedad en los asuntos que le preocupan al ciudadano de a pie, estando alerta ante los eventuales abusos del poder como factor de contención, y deberá entender que los tiempos de la política son muy distintos a los tiempos de la sociedad. De conseguirse, estoy seguro, será el detonador de una urgente apertura y renovación en la vida interna de los partidos políticos, así como el modo de relacionarse con la sociedad mexicana.
[email protected]
Twitter: @juandiazcarr
Maestro en economía, licenciado en derecho y maestrante en periodismo.