
Día mundial de la justicia social
+ Agenda caliente para la semana
+ Políticos: sólo poder y democracia
México, D.F. 15de julio 2012 (Quadratín).- Los temas de la agenda de la semana que viene:
–El programa de defensa de la democracia de López Obrador.
–Estrategia de López Obrador para movilizaciones permanentes en las plazas –como el movimiento 15-M de España o el de la primavera árabe o el de Occupy Wall Street en los EU– para mantener vivas las protestas. La estrategia buscará mítines semanales en todo el país.
–Tranquilidad, por ahora, con el YoSoy132 porque los chavos universitarios se encuentran de vacaciones.
–La capacidad/incapacidad del PRI para responder a la ofensiva de López Obrador para invalidar las elecciones.
–Los reacomodos en el PAN.
–Las designaciones de los coordinadores de bancadas en las dos cámaras.
–El desahogo de impugnaciones en el tribunal.
–Una nueva ofensiva del crimen organizado ante la parálisis política de gobiernos por el conflicto poselectoral.
–Diseño del plan político para preparar la salida de la presidencia de Felipe Calderón.
–Vacío de poder durante cuatro y medio años porque el gobierno calderonisrta ha disminuido su capacidad de gestión y el de Peña Nieto aún no se conforma.
–Diseño del presupuesto federal para el 2013: ¿cederá Calderón Hacienda para que el equipo de Peña Nieto lo haga? Por lo pronto, no habrá diferencias en el enfoque estabilizador.
–Negociones privadas para establecer alianzas en el próximo congreso.
–Posicionamiento mediático de Peña Nieto adelantando reformas para ocupar el espacio político ante el conflicto poselectoral.
–Respuestas de las instituciones electorales –IFE, Trife. Fepade– ante la campaña pública en las plazas de López Obrador para desautorizarlas por las irregularidades en el pasado proceso electoral.
–Disputa muy adelantada en el PRD por la candidatura presidencial del 2018: López Obrador está fijando el argumento de que le volvieron a robar las elecciones y por tanto sería el candidato natural en seis años y Ebrard ya anunció que comenzará su campaña por la candidatura al dejar el GDF.
PODER Y DEMOCRACIA, IMPOSIBLE
Cuando firmó el acuerdo de civilidad política en el IFE antes de las elecciones y saludó de mano a Enrique Peña Nieto y a Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador ya había tomado su decisión estratégica: ganar o estallar el conflicto poselectoral para deslegitimar la elección como una forma de legitimar su figura ante la derrota.
Las previsiones no salieron sobrando. Una enfermedad política afecta como virus a los ciudadanos mexicanos: el anti-institucionalismo. Las instituciones valen y se respetan si sirven al grupo que las invoca con vehemencia; pero resultan corruptas si se alejan de esas expectativas. De nueva cuenta López Obrador ha demostrado tener recursos de liderazgo para llenar las plazas, pero falla a la hora de llevar las urnas de votos.
Ninguna reforma electoral va a resolver el problema de los liderazgos sociales. En el 2000 el PRI perdió las elecciones con 6 puntos porcentuales de ventaja y entregó pacíficamente el poder; en el 2006 el PAN le ganó la presidencia a López Obrador por 0.56% de los votos y el candidato perredista deslegitimó las elecciones, llamó a sus seguidores a desconocer a Calderón como presidente de la república y se erigió en presidente legítimo con todo y toma de posesión, gabinete presidencial, silla gestatoria del águila y –faltaba más– banda presidencial.
En este 2012 López Obrador perdió las elecciones ante el PRI con una desventaja de 7 puntos porcentuales, casi 3.4 millones de votos, y el candidato perredista ya hizo sus cuentas y concluyó que hubo un fraude de 5 millones de votos, que le dejarían una victoria de 1.6 millones de votos a su favor. Sin embargo, López Obrador ha demostrado desdeñar los procesos institucionales electorales porque mezcló en una misma batea el ejercicio del voto vigilado por dos millones de ciudadanos y el proceso de conquista del voto antes del día de las elecciones.
La lección que ha dejado el comportamiento del perredismo ha sido el hecho de que acepta jugar con las reglas institucionales si le benefician pero se rebela cuando las oficinas electorales emiten sus conclusiones adversas. López Obrador y el PRD tuvieron seis años para reformar la estructura electoral y lograron introducir muchas medidas en la de 2008 pero a la hora de la aceptación de los resultados del proceso electoral no quieren más que ganar-ganar.
La democracia es el ejercicio ciudadano para cambiar gobernantes por la vía del voto, pero se juega para ganar o perder. Las reformas electorales las hacen los partidos en el congreso y ahí el PRD ha conseguido avances pero a la hora de los resultados siempre regresa a renegar de la democracia. Para López Obrador la democracia es ganar él. Como candidato presidencial, aceptó las reglas electorales no sólo al participar sino al firmar el pacto de civilidad, por lo que su rebeldía de ahora no lo hace aparecer sino como autoritario.
Si López Obrador y el PRD tenían pruebas suficientes sobre la coacción del voto con suficiente anticipación –la denuncia contra Peña y Televisa es de 2006–, ¿por qué no ajustaron la reforma y sus denuncias para evitar la desventaja institucional de ahora? En el fondo podría existir una tentación anarquista de ruptura institucional cuasirrevolucionaria para conquistar el poder desde una minoría de menos de un tercio y sin pasar por las reglas de la democracia electoral.
López Obrador está demostrando que el sector progresista del espectro político no respeta las reglas de la democracia y que quieren el poder al margen de la democracia.
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