Cultura y espacio público, derechos prioritarios para la 4T: Sheinbaum
Oaxaca, Oax. 13 de junio 2012 (Quadratín).-Desde el llamado viernes negro de Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana se habló mucho de las consecuencias que tendría en su campaña.
Tras los hechos del 11 de mayo, vino la primera marcha #antiPeña del 19 de mayo, una segunda el 10 de junio, y ahora, se planea una tercera para el día 24. Tan sólo en las primeras dos movilizaciones participaron más de 136 mil personas solamente en la ciudad de México.
Le han seguido protestas acaloradas como las de este martes en Tepeaca, Puebla y otras en plazas que ha visitado el candidato priista. Todas, para bien o para mal, bajo el sello del movimiento #YoSoy132.
El caso es que el candidato del PRI no ha perdido puntos significativos en la mayoría de las encuestas. Se podrán decir muchas cosas, que si están manipuladas o copeteadas como las llama López Obrador; que si están compradas o son parte de la mercadotécnia para apoyar al priista.
Creo que no ha ayudado en nada la radicalización de algunas protestas que en lugar de afectar al candidato, afectan más la imagen del movimiento #YoSoy132. Hoy ya sin liderazgo firme, con una naciente disidencia, y con una falta de control y línea para desarrollar sus asambleas, parece que quisieron hacer mucho y están terminando por hacer muy poco.
Creo que la nota que este martes publicó el diario estadunidense The New York Times lo podría resumir de una buena y extraña manera. Pese al bombardeo, Peña Nieto sigue siendo el favorito para ganar las elecciones presidenciales del 1 de julio, con un amplio margen en la mayoría de las encuestas, y con un aire de invencibilidad.
El mismo diario asegura que las críticas que ha recibido Peña bastarían para derrumbar a cualquier candidato en las encuestas en cualquier otro país, pero no en México. Entonces, ¿qué se gana con las protestas? ¿Quién gana y quién pierde? ¿Quiénes son las víctimas y los victimarios? Porque más allá del calor de las protestas, de los candidatos, de sus partidos políticos o de los personajes ligados a ellos, se debe reconocer que algo no está bien con esta forma de manifestación. Con una radicalización. Alguien saldrá perdiendo más.
Sobre las encuestas, es muy cierto, se podrá hacer misa, pero al final, será el primero de julio cuando se sepa la realidad y se crucifique si así se quiere a quien se tenga que crucificar. Antes no.
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