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Reforma de maíz transgénico: ¿camino a soberanía alimentaria de México?
Oaxaca, Oax. 24 de abril del 2012 (Quadratín).- Es verdad que en el mundo la democracia o el sistema político perfecto no existen en ningún país por más avances políticos, económicos, sociales y culturales que tengan. Lo que sí influye es la preparación y la responsabilidad con la que actúe el ciudadano.
Aparte la inglesa, la de los países bajos, la francesa o la alemana, la tradición democrática sigue siendo un lujo y su situación esta supeditada al avance educativo, especialmente en el civismo, esa materia que hace ya muchos años, desde el priismo antiguo, dejó de practicarse, y que durante el panismo, de plano se ha olvidado o desaparecido.
Francia celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en las que el candidato de la izquierda, Francois Gérard Georges Nicolas Hollande, obtuvo el triunfo con menos de 2 puntos porcentuales y las reacciones han sido diferentes a las que se nos quiere acostumbrar a los mexicanos.
El candidato perdedor, el presidente en turno, Nicolas Sarkozy, reconoció el resultado y no descalificó el proceso electoral, sino que dio una muestra de respeto al ciudadano. México está muy lejos todavía, desafortunadamente, de esos niveles de civilidad, aparte de que el electorado francés no tuvo que aguantar millones y millones de spots por radio y televisión hasta detestar a los candidatos.
La diferencia tiene que ver también con el grado de cultura de los respectivos pueblos. La promoción de la cultura tiene que ver con los asuntos de la política y la democracia, aunque en México se tiene una onerosa y pesada burocracia cultural a la que le conviene, como ha ocurrido hasta ahora, que no se le vea porque se pueden dar cuenta gobierno y ciudadanos, que sirve para muy poco.
Salvo el caso de la UNAM que tiene resultados evidentes todo el tiempo, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ha ido cada vez más a menos, la evidencia está en el rotundo fracaso de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución en los que Televisa tuvo que entrar al rescate del gobierno para que esas fechas no pasaran inadvertidas.
¿Cuál es la relación entre cultura y elecciones? preguntará el lector y la respuesta tajante es, toda. No está desvinculada la promoción y difusión de la cultura del comportamiento cívico de los ciudadanos al momento de votar. Es obvio el anquilosamiento y la parálisis cultural, cuando los funcionarios correspondientes son obsequiosos, acomodaticios y oportunistas. A imagen y semejanza de los políticos, los burócratas culturales buscan el relumbrón, el reconocimiento y la conservación de prebendas y privilegios similares a los que disfrutan los diputados, por ejemplo. Solo que acá se cubren de un manto de intelectualidad, no inteligencia, y cultura que difícilmente podrían aprobar un examen al respecto.
Junto a las elecciones francesas, a las campañas políticas mexicanas, se celebró, con Latinoamérica incluida, el Día Internacional del Libro con actividades a lo largo del continente.
Lugares comunes, frivolidades y palabras huecas dicen los funcionarios culturales, eso si, con gesticulación y tono doctoral, como para convencer que sus hábitos están construidos en la convivencia con las artes, con la sensibilidad y la fineza. Uno se pregunta y, ¿porqué entonces, son tan vulgares de trato, tan caprichosos, tan egocéntricos, si dicen pulirse todos los días?
Son las contradicciones propias del subdesarrollo, que se notan más cuando uno se asoma y compara realidades diferentes, tanto dentro como fuera del país. La celebración del libro, de la palabra escrita, permitió a la Universidad Nacional Autónoma de México demostrar porque está a la vanguardia de la promoción y la cultura, muy adelante del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, organismo cada vez con mayores pretensiones pero a la vez más disminuido y desprestigiado.
A Francia se le vincula, se le asocia, se le piensa, se le sueña unido a las artes, a la cultura. La democracia también es un arte porque va en busca de la perfección, de la belleza, de la verdad. Por eso es importante no dejar de observar lo que acontece en otros lados a la luz de realidades diferentes. Es la diferencia entre quedarse con la imagen o ir a la búsqueda del argumento, del contenido.
Después de muchos años un presidente francés pierde las elecciones en la primera vuelta al cumplir su primer periodo presidencial. Sarkozy hizo fama de superficial y paga las consecuencias. Es un asunto de cultura, aunque en México, todavía a estas alturas de sus campañas, ningún candidato haya dado muestra de respeto, aprecio o, siquiera, de que la cultura le represente algo. Esa es otra diferencia que señala, también, lo atrasado que todavía, estamos.