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Oaxaca, Oax. 10 de abril del 2012 (Quadratín).- Luego de que el pasado 30 de marzo arrancaran formalmente las campañas para las elecciones de julio próximo llegó el turno de los tribunales electorales, que serán quienes definan la calidad de democracia que vivimos los mexicanos.
El resultado de la amplísima movilización ciudadana que participa en la organización, recopilación, atención electoral, verificación y cotejo de datos ciudadanos, no es determinante del resultado electoral.
Se ha creado todo un sistema de auditorías y contralorías electorales que se asemeja mucho al que tienen los gobiernos y que, en la práctica, resultan burocráticos, onerosos y sin riesgo a equivocarse, inútiles.
Los mexicanos y especialmente sus gobernantes son desconfiados, temerosos, inseguros y crean organismos que le devuelvan la seguridad. Se les ha creado para controlar y erradicar la corrupción y la realidad es que, la percepción dice que va en aumento, muy lejos de retroceder.
Así en lo electoral. Se convoca a ciudadanos para que sean ellos quienes desde casilla por casilla organicen y dictaminen el resultado, pero al final es la autoridad electoral, la única que dictamina el resultado.
En la antigüedad de hace 3 décadas se integraba una Comisión Federal Electoral que, sin mayor aparato burocrático y sin tanto equipo como ahora, organizaba el proceso electoral, por supuesto con los medios disponibles, lápiz, papel, máquinas de escribir, el telégrafo o correo. Hoy, sin embargo, un ejército de trabajadores y funcionarios electorales, organiza al ejército ciudadano para que, al final, sean unos cuantos magistrados del Tribunal Federal Electoral, quienes determinen al ganador.
Casi como en las peleas de box con la gente en las tribunas viendo el espectáculo y los jueces determinando al ganador, cuando el combate fue reñido y dudoso.
Aparte de toda la estructura para las campañas, hoy los partidos políticos y los gobiernos deben contar con un preparado y agresivo equipo de abogados electorales que se encargan de denunciar todo lo posible para ganar la contienda. La causa es lo de menos, o también lo de más, porque gracias a un buen litigio puede derribarse al adversario.
En plena semana Pascual, el presidente Felipe Calderón Hinojosa quiso adelantarse a responder las muchas críticas y litigios que seguramente harán los contrincantes de su partido, el PAN, sobre los resultados de su Gobierno y realizó un informe que tituló: Un gobierno democrático y que rinde cuentas.
Inmediatamente, desde la tribuna de la Cámara de Diputados, se acusó al Presidente de la República de haber atacado constantemente el desempeño del Poder Legislativo, y utilizarlo como pretexto para justificar ineficacias y abusos en temas como el desempleo, la inseguridad y el combate al narcotráfico.
No puede llamarse un Gobierno democrático, reclamaron los diputados, al de un presidente que utiliza su investidura para tratar de presionar públicamente al Poder Judicial para resolver un caso de acuerdo con su conveniencia, haciendo referencia a las declaraciones de Calderón sobre el caso de Florence Cassez. Los legisladores remarcaron que lo de rendición de cuentas es una burla del mandatario, al que por primera vez en la historia moderna del país el Auditor Superior de la Federación ha rechazado no una, sino dos cuentas públicas; el único presidente al que la Cámara Baja ha tenido que enviar un escrito exigiéndole que sus ministros comparezcan como lo ordena la ley, y quien tiene pendientes respuestas sobre cuestionamientos muy fuertes por los recursos desviados sin explicación alguna desde el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), cobro de tarifas ilegales en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y los gastos desmedidos del Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Fovissste) en las celebraciones del bicentenario de la independencia, entre otras observaciones del auditor que han quedado sin respuesta.
La guerra electoral absorberá todos los medios en las próximas doce semanas, durante las que los mexicanos tendrán mucho con que entretenerse y terminar, como en las crudas, sin ganar de oler o probar nada que tenga que ver con partidos políticos o elecciones.
Si se reflexionará al futuro ya tendría que estarse analizando cómo transformar el sistema político electoral mexicano que produce cada vez más insatisfacción y, peor aún, una cada vez más dudosa democracia.
Pero estas sugerencias pueden ser cuestionadas o calificadas como provocadoras, porque los mexicanos podemos seguir creyendo que para que moverle, si así estamos bien.
O sea que es mejor estar en el momento de los tribunales electorales, al acecho!!!