Mantén el ritmo…
México, DF. 19 de marzo del 2012 (Quadratín).- En política, decían reconocidos dinosaurios, lo que parece es. La sociedad vive en la actualidad de los contrarios y como en un arcoíris que embellece la gama de colores distintos, en los medios conviven hoy los extremos, lo diferente, lo tradicional con lo exótico o extravagante.
En el gobierno de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) o de José López Portillo (1976-1982), hubiera sido impensable el hecho de que, en la misma semana, se celebrara el natalicio de Benito Juárez, adalid del liberalismo y la separación de la religión y el Estado, junto a la visita de un prelado de la Iglesia Católica a México, no digamos la presencia del mismísimo jefe, su Santidad Benedicto XVI.
La misión de la Iglesia y los contenidos del mensaje pontificio no quedan definidos por las circunstancias, problemas y desafíos de los países. La Iglesia abraza todas las circunstancias para encarnar el evangelio en ellas, aseguró el prefecto para los Obispos del Vaticano, Marc Ouellet.
Liberalismo y religión conviven más allá de que el PAN sea el partido político que gobierna México.
En aquellos años de Echeverría y López Portillo el homenaje al Benemérito de las Américas atraía la atención de todos los medios que dedicaban grandes espacios a la difusión de las ideas juaristas. Hoy apenas es recordado, si acaso más que por su contribución a la formación del Estado Mexicano, por el pretexto de puente de obligatorio descanso.
Esta primera visita del Papa Benedicto XVI a México coincide también con la publicación de un nuevo libro con documentos que, presuntamente, demuestran que el Vaticano tuvo conocimiento de abusos sexuales cometidos contra seminaristas por el fundador de Los Legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel, y sobre su aparente adicción a la morfina.
El libro, La voluntad de no saber, circulará a partir del 24 de marzo, al otro día del arribo de Benedicto XVI, un Papa que en los hechos, ha sancionado las conductas desviadas de miembros de la jerarquía católica y que, en algunos viajes fuera del Vaticano, se ha reunido con víctimas de abusos cometidos por sacerdotes.
Con los documentos, dijo uno de los autores, José Barba, se demuestra que había información desde el año 1944 y sobre todo en los importantes de la primera investigación grande, 1956 hasta finales del 58, sobre Marcial Maciel y ahí aparece con toda claridad que el Vaticano sabía de sobra respecto la verdadera naturaleza de este hombre, las acusaciones, la opinión de expertos, la revisión de otros expertos sobre los expertos anteriores, las opiniones que habían dado los visitadores apostólicos.
Un mosaico de acontecimientos envuelve esta histórica visita papal. De acuerdo al prefecto Ouellet, en la preparación de todo viaje apostólico hay un estudio muy atento de situaciones sociales, culturales, políticas y religiosas de los lugares visitados, agregó el también presidente de la Pontificia Comisión para América Latina de la Santa Sede, quien dice que el mensaje de Cristo es el mejor servicio que se puede brindar a las naciones.
La decisión del Papa de visitar a México y a Cuba es porque influyó la invitación de las autoridades políticas y eclesiásticas de ambas naciones, ubicados en la misma ruta de avión. México recibió cinco visitas pastorales de Juan Pablo II, es un gran país, una gran frontera entre el norte y sur de América. El testimonio más vivo y expresivo de ese catolicismo barroco, mestizo, popular, de profundas raíces en el mundo hispanoamericano, recordó.
El cardenal Norberto Rivera Carrera señaló que la visita pastoral de Benedicto XVI a México refuerza la esperanza de que los poderes del mal no prevalezcan. En estos tiempos de oscuridad, pecado, violencia, corrupción, pérdida de valores y descomposición social no se debe olvidar que la salvación está en el Señor. Pidió al pueblo de México ofrecer la cálida hospitalidad mexicana al mensajero de Cristo, haciéndolo sentir que nuestra es su casa y nuestro corazón está abierto para albergarle y acoger su mensaje. Lamentó que la visita no incluya a la ciudad de México, y en especial a la Basílica de Guadalupe, para postrarse ante la Morenita del Tepeyac.
Una semana en la que conviven laicismo y religión, cada uno en su tiempo, en su espacio, en su lugar. Como dice el dicho cada quién en su casa y Dios en la de todos, que bien podía parodiarse de que cada grupo en sus cosas y las campañas electorales en todo el espectro.