
Anatomía secreta de la inteligencia emocional
México, DF. 9 de marzo del 2012 (Quadratín).- Uno de los embates mas dañinos al prestigio del Poder Judicial y, en general, de las instituciones responsables de ejercer justicia, fue la exhibición de la película Presunto Culpable cuyo guión y edición fue hecho con la intención de exhibir y dañar la de por sí impresentable justicia mexicana.
Ni modo, tanto las personas como las instituciones se exhiben por sus hechos, no por sus palabras o discursos. Durante años, las autoridades mexicanas defendieron en México y en el mundo la culpabilidad de la ciudadana francesa Florence Cassez, a quien se vinculó e implicó con presuntas bandas de secuestradores.
Desde el propio gobierno federal se advirtió que de ninguna manera se admitirían presiones de ningún tipo por el gobierno francés que encabeza Nicolás Sarkozy y su esposa Carla Bruni.
Hoy la Suprema Corte de Justicia de la Nación discute si las acusaciones y los hechos que sustentaron la condena de la francesa fueron un montaje con fines de imagen. Es decir, la institución se movió de la culpabilidad total a la inocencia total.
Pareciera rasgo de nuestros tiempos y de esta parte del país el moverse de un lado a otro, de un bando a otro, pasarse del cielo al infierno y, tranquilamente, ser ángel o demonio.
Un ejemplo es el caso de la francesa que obligó al sistema de justicia mexicano ir de un extremo al otro. Pero no solo es ahí en donde se vive esta dicotomía. Hay casos sorprendentes como la postulación del experimentado politico tabasqueño-poblano, Manuel Bartlett Díaz, ahora candidato a senador por el PRD y responsable de la caída del sistema de conteo por computadora que llevó a la Presidencia de la República a Carlos Salinas de Gortari, cuya elección todo el país sabe, fue fraudulenta en detrimento del PRD y su entonces candidato Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Bartlett es sin duda uno de los políticos mexicanos con mejor formación y que bueno regrese a la actividad parlamentaria. Sin embargo es cuestionable su aceptación del partido ya que ambos (partido y candidato) incurren en actos que ruborizan. Pero la justicia y la política son así, el cambio de piel sin importar si hay estructura personal o institucional. Es un ejercicio de acomodarse, mantenerse vivo aunque por dentro se esté muerto o, cuando menos, vacío.
Cosas de la vida… política.