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Recuerdo de un Cronopio
Oaxaca, Oax., 13 de febrero de 2012 (Quadratín).-Es más fácil de lo que uno cree enredarse en problemas más imaginarios que reales y perder atención, energía y tiempo en resolver asuntos que son el reflejo del fondo. Se requiere observación, atención y voluntad para ir a lo importante y dejar a un lado lo secundario.
En el ejercicio del gobierno se practica poco la reflexión y se exalta la hiperactividad y la acción, aunque sus resultados sean superficiales. No es necesario ser politólogo, estratega o gran analista para saber que el principal problema de México es la educación, la formación de ciudadanos que a su vez sean capaces de encontrar mejores sistemas de organización que faciliten el progreso, la convivencia sana y la felicidad de la sociedad.
En el último sexenio se colocó a la seguridad como el único y el verdadero problema nacional, por encima del déficit de salud y educación que se ha acumulado por décadas. Se cierne lentamente ante nuestra pasiva mirada: tenemos una tasa de 12.3% de desempleo juvenil, lo que significa una cuarta parte de 50% que lo que registran España y Grecia. Ello significa que en México desaprovechamos el bono demográfico. De acuerdo a la Organización para el Cooperación y el Desarrollo (OCDE) el desempleo juvenil duplica la tasa de paro general de la población, donde se encuentran los grandes retos de la política social y la estrategia económica de largo plazo. Está asociado a problemas de salud mental como depresión, vulnerabilidad ante enfermedades físicas y mayor riesgo de caer en manos de la delincuencia. Es decir, se trata de un verdadero problema.
Un país que no ofrece oportunidades a sus jóvenes desperdicia uno de sus activos más valiosos. Los jóvenes construirán con su trabajo e ideas el puente con el futuro. Una tasa de 12.3% en desempleo juvenil quiere decir que 1.6 millones de mexicanos que tienen entre 16 y 29 años no tiene un lugar en el mercado laboral.
Si hacemos a un lado, por un momento, el discurso por la paz y la tranquilidad, podremos ver claramente el costo de tener a su juventud en una situación no productiva. El costo más importante del desempleo juvenil es el rompimiento del tejido social. Es imposible medir el valor de la desesperanza, que se materializa en problemas sociales de difícil solución como la delincuencia, el vandalismo, drogadicción o algunas formas de enfermedad mental.
Actualmente el mercado laboral privilegia la experiencia y no está dispuesto a sacrificar recursos para formar capital humano, lo que impide a los jóvenes obtener trabajo digno, con certidumbre y estabilidad financiera.
Se requiere experiencia; valoramos la trayectoria y los conocimientos; disponibilidad de tiempo completo, estudios terminados, exigen los avisos de ocasión de oferta laboral, mientras se agranda y profundiza la brecha de población empleada de la desempleada.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) lamentó que las condiciones de bienestar de las familias y el nivel de competitividad económica reflejen la baja calidad del sistema educativo, lo cual ha sido causa del magro ritmo de crecimiento de las últimas tres décadas.
En su reporte semanal, el CEESP señala que en la última década el gasto en educación ha aumentado constantemente hasta el 6.0 %, cifra cercana a la media de los países de la OCDE. Esto supondría que en ese lapso la educación habría tenido una mejora importante. Sin embargo, la evolución de la economía parece reflejar lo contrario, criticó.
Es entonces más preocupante la situación, porque ese organismo señala que sólo el 20 % de la población entre 25 y 34 años concluye sus estudios, mientras que en países como Japón y Corea el porcentaje es cercano al 60%.
Es ahí en donde se requiere observación, reflexión y una buena decisión para colocar lo verdaderamente importante como prioridad y no distraerse en lo que no lo es. El gobierno mexicano requiere hacer un alto y revalorar lo urgente de lo importante y actuar en consecuencia. Si es urgente detener la escalada del narcotráfico y el crimen organizado, pero es más importante lograr salud y educación. El problema del sobrepeso en buena parte de la población obligaría a establecer, con urgencia, un programa de salud en ese sentido, reconociendo que las acciones emprendidas son insuficientes. Igualmente tendría que hacerse en materia educativa, en donde se destina mucho presupuesto, pero se exigen pocos resultados. Lo triste es que el gasto educativo no ha contribuido al desarrollo del capital humano mexicano.
El tema es que si no se logran cambios, los jóvenes que ya exigen espacio en el mercado laboral y los que ya están pero no tienen la posibilidad de seguir estudiando, representan una fuerza de trabajo poco competitiva con individuos que no podrán alcanzar salarios dignos, calidad de vida, progreso y felicidad.
Vamos muy bien en atender lo urgente, lástima en que pospongamos la solución de lo importante.
Foto:Archivo/ambientación