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+ PRI-Gordillo, sólo por el poder
México, D.F., 29 de enero de 2012 (Quadratín).-La ruptura del PRI de Enrique Peña Nieto con el Panal de Elba Esther Gordillo dejó indicios de problemas más en el interior del priismo, aunque dejó al partido gordillista fuera de lugar por los tiempos electorales. Al final, el escenario político de lo ocurrido con la alianza PRI-Panal benefició objetivamente al PAN porque el PRI se quedó sin la posibilidad de los 2%-4% que representaba Nueva Alianza.
El acuerdo electoral PRI-Panal fue firmado en el 2011 por el entonces presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, de origen magisterial; su acercamiento con Elba Esther Gordillo tuvo que superar el resentimiento de la lideresa magisterial contra los priistas por su expulsión del partido en julio de 2006. Gordillo, inclusive, llegó a tratar mal a Moreira pero éste siempre respondió con la afirmación de que no podía ofender a quien quería como a una madre.
Pero la política es todo menos sentimiento filial; sobre todo, representa una disputa por espacios de poder. Gordillo había sido destituida por los priistas como jefa de la bancada en 2004 por los acuerdos secretos con el gobierno de Fox en el 2003. Luego Gordillo rompió con Roberto Madrazo y lo saboteó en la elección presidencial, provocando una ruptura interna en el tricolor, mientras negociaba en secreto un acuerdo con el PAN para usar a los maestros a favor del candidato panista Felipe Calderón; por tanto, Gordillo fue echada del PRI por ayudar al candidato de otro partido. A cambio de su apoyo a Calderón, Gordillo recibió su cuota de poder: el ISSSTE, seguridad pública y facilidades para su partido, además de partidas especiales de la SEP.
El pecado de la señora Gordillo fue el de la soberbia. Rompió con Calderón revelando los acuerdos secretos pero también con la intención de enviarle al PRI de Peña Nieto el mensaje del costo de la alianza: una cuota de poder no sólo en candidaturas sino en reconocimiento y ampliación de los espacios del sindicato magisterial en la política educativa en el próximo sexenio; sin embargo, Gordillo no midió el efecto interno en el PRI por su regreso por la puerta lateral ni hizo un buen cálculo sobre la distribución de poder de las tribus en el partido; sobre todo, desdeñó el poder y la influencia de Manlio Fabio Beltrones en el PRI de Peña Nieto.
La ruptura de la alianza PRI-Panal comenzó apenas a principios de diciembre con la caída de Humberto Moreira por el expediente de créditos con documentos falsificados en Coahuila durante su gestión de gobernador. Y si bien se trató de un impulso del gobierno panista para beneficiar al PAN con una agenda de acusaciones judiciales, también hubo –y hoy se percibe así– fuego amigo por las corrientes contrarias a Gordillo: los grupos de Madrazo y Beltrones. Sin Moreira en el PRI, el acuerdo fue cayendo en cámara lenta.
La alianza fue programada por Peña Nieto para utilizar a los maestros como mapaches electorales, pero también por el apoyo del ex presidente Carlos Salinas al papel político de la señora Gordillo; en el Estado de México el PRI fue en alianza con el Panal en la elección de gobernador, pero también el Panal fue en Michoacán con el PAN en contra del candidato priista; este argumento fue usado por grupos priistas para presionar a Peña con el argumento de que la señora Gordillo solamente estaba interesada por sus intereses.
En el Estado de México el PRI ganó sin la ayuda del Panal y en Michoacán el PAN perdió con la hermana del presidente Calderón como candidata y su alianza con el Panal; por tanto, los argumentos priistas fueron en el sentido de que la señora Gordillo, el Panal y el SNTE no garantizaban ni votos ni estructura electoral, sobre todo por el nivel de profesionalización de las estructuras electorales operadas por el IFE. La pista que explotaron los priistas contrarios al acuerdo electoral PRI-Panal fue aquella conferencia de prensa en la que la señora Gordillo dejó entrever que lo importante con Calderón fue su espacio de poder en el gobierno, no en las elecciones.
JALONEOS POR EL PODER
Lo que todavía no quedó muy claro fue el momento de la ruptura: a punto de vencerse el plazo para la presentación de candidatos; al presionar el PRI por la ruptura horas antes del cierre del plazo, el Panal se quedó ya sin posibilidad de buscar alianzas; y aunque ella misma rompió los puentes con el PAN y no pudo establecer puentes con López Obrador pese a su amistad con Marcelo Ebrard, su esperanza antes de la media noche era la de acordar alianzas legislativas; al final, encontró las puertas cerradas. Ahora el desafío del Panal es el de encontrar un candidato a presidente de la república en una contienda dividida en tres tercios, con los indicios del 2006 en el que el candidato del Panal, Roberto Campa Cifrián, sacó apenas 400 mil votos, el 0.9%, aunque a nivel legislativo pudo acumular 1.4 millones y con ello garantizar aunque fuera un senador.
Sin embargo, el escenario político hoy es diferente al del 2006: la figura política personal de la señora Gordillo es quizá de las más repudiadas y se había convertido en un lastre para el PRI, sobre todo en el universo del tercio de votantes que aún no define su voto y que requiere de caras nuevas en el escenario electoral. La señora Gordillo estaba interesada en posicionar, vía el PRI, a su hija y a su yerno, además de dos o tres posiciones con intereses personales. Sin embargo, ofrecía poco a cambio: el Panal bajó un punto porcentual en las elecciones legislativas federales del 2006 al 2009 y los datos en las encuestas preveían una mayor caída. A ello había que agregar el desorden de la señora Gordillo en la designación del presidente del partido no por cuestiones políticos sino personales y el papel deprimente de Jorge Kahwagi.
La acumulación de errores fue evidente en el ambiente político, aunque nadie en el PRI se pronunció abiertamente contra la alianza sino hasta después de la caída de Moreira y el ascenso de Pedro Joaquín Coldwell, un político de la vieja guardia, un negociador pero con estilos del viejo régimen. En cuarenta y cinco días deshizo la alianza pero la reventó un par de horas antes de la media noche del plazo, dejando a la señora Gordillo ya sin posibilidades de buscar otros acuerdos. Lo que corroe a la señora Gordillo es saber si el PRI jugó a los tiempos para desquitarse del 2006 o si de plano la negociación fue fuerte porque el Panal quería imponer candidaturas familiares que no garantizaban votos sino castigos electorales.
El daño de la ruptura de la alianza afectó también a Peña Nieto porque tuvo que acceder a las presiones de los grupos antielbistas en el PRI y porque fue el más interesado en la alianza. Si se entiende la lógica de la política, Gordillo se va a desquitar del PRI y no del PAN, tratará de quitarle votos al PRI y dicen en los pasillos del poder que ya está buscando un acercamiento con el presidente Calderón para buscar buenas relaciones con la SEP si el PAN gana las próximas elecciones presidenciales. Pero por lo pronto, a Gordillo le quitaron espacios electorales que tendrán efectos colaterales en su liderazgo en el SNTE porque éste se sostenía de sus alianzas presidenciales y ya se quedó con nada; asimismo, tendrá que demostrar que el Panal es competitivo y su piso es un millón de votos pero en una elección dominada por la competencia entre tres partidos fuertes; de los partidos chicos, el Panal es el único que tendrá que competir solo.
El problema del PRI iba más allá de la señora Gordillo: el reparto de posiciones de poder en la expectativa de recuperar la presidencia de la república. Las 24r diputaciones y cuatro senadurías garantizadas al Panal eran disminución a las posiciones que tenía el PRI, además de las pactadas con el Partido Verde. La crisis en varias entidades pactadas con el Panal –Chiapas, Sinaloa y Puebla– fracturó al PRI y alertó a Peña Nieto de conflictos posteriores que estaban dañando la unidad interna del partido. De ahí que el propio Peña Nieto, amigo, aliado y promotor de la alianza con Gordillo a romper el acuerdo: el costo interno en el PRI iba a ser mayor al beneficio electoral en puntos.
La cohesión interna en el PRI está muy frágil; inclusive, los indicios de ruptura siguieron a pesar del fin de la alianza; en Chiapas, donde el PRI había cedido todo al Panal y al Verde, la salida de la senadora María Elena Orantes y la posibilidad de que sea candidata a gobernadora por el PRD-PT-MC-Morena prendió los focos rojos en la plaza, pero hay otras donde la lucha interna no ha podido ser arreglada y con ello se están dejando indicios de que la tendencia de votos a favor de Peña Nieto no encontrará una unidad en el partido.
Lo que queda como mensaje final es la percepción de que Peña Nieto carece de una estructura política y electoral fuerte y cohesionada y que se trata de divisiones graves y de profundas raíces que tienen que ver con la forma en que Peña Nieto se hizo de la candidatura presidencial.
Foto:Archivo