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Oaxaca, Oax., 14 de enero de 2012 (Quadratín).-El libro de Martín Vásquez Villanueva, El desafío de Oaxaca, reflexiones para el 2012, coloca de nueva cuenta en el centro del debate político el tema de la pobreza y de lo que hasta ahora se ha hecho y dejado de hacer, desde el poder público, para intentar abatir sus causas y consecuencias. Y una de las primeras y audaces conclusiones del autor es que, pese a los crecientes presupuestos asignados a Oaxaca por la federación, ninguna administración gubernamental ha intentado siquiera emprender un gran proyecto que pudiera poner punto final a nuestra historia de pobreza.
Como el propio Vásquez Villanueva lo aclara, el libro no es, en esencia, de un ejercicio de reflexión política y, aún más, realizado a partir de sus convicciones ideológicas como cuadro destacado del PRI y de sus experiencias como servidor público. Y, agregaría, motivado fundamentalmente por su legítima aspiración de participar de una contienda interna para alcanzar la candidatura al Senado de la República.
¿Cuáles son las hipótesis y argumentos básicos del autor para afirmar que los indicadores de desarrollo económico y social de Oaxaca siguen colocando a nuestra entidad entre los más pobres del país y con el mayor número de municipios de alta y muy alta marginación?
Son fundamentalmente tres: la primera, que apunta hacia el hecho de que buena parte de la vida política e institucional de Oaxaca ha transcurrido en medio del conflicto y la inestabilidad de sus gobiernos, es decir, gobernadores que no han concluido los períodos constitucionales por el cual fueron electos; la segunda hace referencia a la aplicación de políticas públicas cortoplacistas, reducidas a períodos sexenales y en donde la planeación de largo plazo ha sido mas de forma que de fondo; y la tercera que tiene que ver con la ausencia de la sociedad en la vida política y en la formulación y aplicación de los planes de gobierno .
Aunque no lo cita, Martín Vásquez usa como referente el año de 1825, fecha de la promulgación de la primera Constitución Política de Oaxaca, para establecer que a lo largo de los últimos 188 años
los gobiernos estatales se han caracterizado por su inestabilidad, hecho que se demuestra por la cortedad de cada uno de los regímenes de nuestro poder ejecutivo (dos años promedio por periodo) . (p.18).
Con sus excepciones, precisa, la estabilidad solamente se alcanza hasta 1986 cuando arriba el poder el gobernador Heladio Ramírez López.
La fecha, vale la pena aclararlo, corresponde a una estación más de los sucesivos gobiernos priistas iniciada en la década de los cuarentas y en donde su primer gobernador, Edmundo Sánchez Cano, sería depuesto del cargo. Y la misma suerte correría seis años después Manuel Mayoral Heredia. De esta manera solamente entre 1946, año del inicio de la hegemonía del PRI en el control del poder ejecutivo, hasta el 2010, fecha en que se registra la primera alternancia, Oaxaca tuvo 14 gobernadores, nueve electos y cinco interinos.
Pero ni siquiera el hecho de contar con gobiernos estables es un factor que haya contribuido a abatir los índices de marginalidad y pobreza de nuestro estado.
Lo expresa con demasiada prudencia el autor cuando manifiesta que pese a que el presupuesto federal ha registrado incrementos sustanciales en las dos últimas décadas no se observan resultados razonablemente positivos en materia de desarrollo social y económico. Y aún reconociendo que en ese mismo período se disparó el crecimiento de la infraestructura física de la entidad, esto, subraya, en muy poco ha contribuido al mejoramiento en las condiciones de vida de los grandes conjuntos de la población.(p.29).
La segunda línea de reflexión de Martín Vásquez tiene que ver con lo que desde mi punto de vista apunta hacia el fracaso de los planes estatales de desarrollo en los cuatro últimos sexenios en tanto el poder ejecutivo, no ha podido garantizar la cabal correspondencia entre los lineamientos definidos en el Plan Estatal de Desarrollo y la práctica gubernamental (p.95).
Evitando en todo momento citarlos por su nombre, es claro que el autor hace alusión a los gobiernos de Heladio Ramírez, Diódoro Carrasco, José Murat y Ulises Ruiz quienes gobernaron Oaxaca de 1986 al 2010.
Pero la razonable estabilidad democrática que se vivió en estos sexenios si bien permitió a cada gobernante dejar huella sobre su propio estilo para ejercer el poder, poniendo énfasis ya en los pueblos indígenas, ya en la infraestructura carretera, educativa o de servicios de salud, todo ello no logró impactar de manera significativa en el desarrollo de los pueblos y en el bienestar de sus habitantes.
Y todo ello porque se impuso la estrechez mental de la sexenalidad, el pernicioso cortoplacismo y las improvisaciones en los más altos niveles de las estructuras gubernamentales.
¿Y la sociedad, y los ciudadanos que papel han jugado en este proceso? Ninguno, podríamos resumir. Ni en la confección y planes de estatales de desarrollo ni como sujetos activos en la vida político-electoral. A la democracia representativa, hasta ahora reducida a un insuficiente e insustancial expediente electoral, hay que oponer la democracia participativa en donde el ciudadano se constituya en actor protagónico, sugiere Vásquez Villanueva.
A partir de estas tres grandes líneas de exposición, el autor de El desafío de Oaxaca, reflexiones para el 2012, invita a debatir sobre sus propuestas para trabajar en el diseño de un plan estratégico, de una especie de megaplan de desarrollo de largo plazo en donde se coloque al ciudadano como el actor principal, pero en donde también esté presente el tema de la organización social y el desarrollo regional.
Convencido de que es en la región del Istmo en donde se concentra la mayor riqueza natural e industrial de Oaxaca y la que ofrece mayores potencialidades de comunicación interregional, Martín Vásquez propone al Istmo de Tehuantepec como el eje sobre el cual debe diseñarse o rediseñarse- un proyecto de largo alcance para sentar bases firmes que vayan dejando atrás la pobreza y marginación de nuestros pueblos y comunidades.
Sin embargo, aclara, para que este proyecto tenga éxito será indispensable contar con todo el apoyo del gobierno federal pues la endeble economía de nuestra entidad y el presupuesto estatal resultarían insuficientes para un proyecto de esta magnitud.
Las posturas y/o imposturas políticas de Martín Vásquez expresadas en su libro, sus argumentos y sus propias preocupaciones sobre el pasado, el presente y el futuro de Oaxaca pueden ser un buen punto de partida para que desde su mismo partido se abra el debate sobre la viabilidad de sus propuestas. Y debe hacerse porque, buena parte de sus reflexiones representan a final de cuentas un ejercicio de autocrítica sobre los aciertos y errores de los gobiernos priistas. Pero en esa discusión de ideas y proyectos también deben estar presentes todos los partidos políticos, académicos, funcionarios públicos, aspirantes a cargos de elección popular y, sobre todo, los ciudadanos.
La pobreza de México y Oaxaca se puede explicar, en parte, por la falta de planeación gubernamental, ausencia de políticas públicas de largo alcance, por la inestabilidad de los gobiernos locales o la insuficiencia presupuestal, pero no menos determinante para que ese creciente presupuesto federal que se viene asignando a nuestra entidad no se traduzca en proyectos y programas que abatan de manera sustancial la pobreza y marginación social ha sido la corrupción de la clase política y de nuestros gobernantes.
Tan nocivo ha resultado para nuestra entidad tener gobiernos ineficientes e insensibles socialmente, como dirigentes políticos y gobernantes corruptos.
La alternancia en México no resolvió este problema y, al contrario, a la agudización de la pobreza ahora hay que sumar una mayor inseguridad y violencia.
Hoy en Oaxaca, pese a los tropiezos e inercias de un régimen surgido de una amplia movilización ciudadana, aún se tiene la posibilidad de superar ineficiencias y disputas por cotos de poder y unir fuerzas para hacer un buen gobierno y así dar el gran salto en lo político, en lo económico y en lo social para encauzar a nuestra entidad por la ruta del progreso y la democracia.
El libro de Martín Vásquez es una invitación para empezar a iniciar este recorrido.
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°Texto leído en la presentación del libro El desafío de Oaxaca, reflexiones para el 2012, de
Martín Vásquez Villanueva, Miguel Angel Porrúa, México, 2011.
Foto:Archivo