
De la misma manada
Oaxaca, Oax., 09 de enero de 2012 (Quadratín).- La mayoría de las encuestadoras son proclives al síndrome de la Chimoltrufia: como dicen una cosa, se contradicen y pueden afirmar otra completamente diferente.
Sin embargo, las generaciones de políticos más recientes han hecho de la encuesta el verdadero oráculo, no obstante los yerros, distorsiones y equivocaciones en que frecuente y gravemente incurren.
La política consiste, ahora, no en el arte de lo posible sino en el cuidado y patrocinio de sondeos, estudios de opinión y encuestas que reflejen la realidad, el comportamiento de la población.
La veneración por encuestas y encuestadores ha llegado a tal punto que la mayoría de los gobiernos, nacional y estatales, tienen a sus empresas de cabecera, quienes miden la reacción a todo lo que el político desea saber, especialmente cómo es percibido por la ciudadanía a la que gobierna.
Es decir, más allá de conocer la realidad por el contacto directo con la comunidad, los nuevos políticos buscan entidades que les den el norte.
Los viejos políticos recomendaban ir al mercado para darse cuenta de la situación y el sentir de la población. Para ellos, la conversación con el bolero, el taxista, el peluquero, el mesero y el policía servían para el mismo objetivo.
Originalmente, las encuestadoras nacieron para medir el rechazo y la aceptación de los productos comerciales. Los políticos, por causa de su desconocimiento, permitieron ser clasificados de esa forma. Hoy, sin rubor, son tratados como productos para lo que importa más la envoltura y la presentación, que la calidad del producto mismo.
En el arranque de los últimos meses de su gobierno, el presidente Felipe Calderón está cada vez más solo y en la decisión más difícil del sexenio, el apoyo a su sucesor o sucesora.
Aparte de la presión natural, el jefe del ejecutivo se enfrenta a la presión de las encuestadoras, que ven en su caída, disminución de su popularidad o desprestigio, la oportunidad para posicionar a otros personajes y mantener vigente el espejo que crea adicción en todo político.
Según diversas encuestasaplicadas en el último tramo de 2011advierten una aprobación descendente a sus políticas, con severas críticas a su actuar y decisiones.
Sin embargo ayer mismo, Felipe Calderón fue elegido como Personaje del Año 2011, por una encuesta telefónica del Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) realizada el 20 de diciembre entre mil 500 mexicanos.
Así, el presidente mantiene el aval a su gestión durante 2011, aunque muestra un descenso de dos puntos porcentuales, si se compara con 2010, de acuerdo con otra encuesta del gabinete Buendía&Loredo: obtuvo un ranking de aprobación nacional de 62 por ciento y 33 por ciento de desaprobación.
En la versión de Consulta Mitofsky, respecto de la aceptación de la sociedad, en el último año de gobierno de Calderón Hinojosa, sus atributos personales caen del 2010 al 2011. Los ciudadanos encuestados califican al jefe del Ejecutivo: experiencia para gobernar, de 28.7 a 19.4%; liderazgo de 30.0 a 21.3%; honradez, 33.2 a 26.2%; y preocupación por los pobres, de 22.6 a 16.0%.
En algunos estados donde la Federación aplica los operativos de seguridad han aumentado los niveles de aceptación al gobierno federal. Tal es el caso de Chihuahua, donde el 54 por ciento de la población avalaba el año pasado la gestión de Calderón, mientras que el 40 por ciento la desaprueba. En 2010 sólo 47 por ciento la aplaudía, contra 50 por ciento que la reprobaba.
En Coahuila el año antepasado el 51 por ciento aprobaba y 42 desaprobaba. En 2011 eran 62 y 33 por ciento, respectivamente. En Michoacán fue al contrario: en 2010 el 70 por ciento celebraba la administración del panista, pero el año pasado el nivel bajó a 65 por ciento. En el Distrito Federal también disminuyó el nivel aceptación: 55 por ciento en 2010 contra 48 por ciento en 2011.