
México y la semana aquimichú
México, D.F., 03 de enero de 2012 (Quadratín).- Los promotores de las leyes de Reforma respecto a la separación iglesia-estado deben revolcarse en sus tumbas ante la reconciliación y la auténtica simbiosis política que, en los últimos 20 años, han tenido prelados religiosos y funcionarios públicos.
En 1978 el entonces recién ungido Papa Juan Pablo II abrió un boquete por el que se fugaron las leyes y se introdujo la reconciliación Iglesia-Estado, aunque muchos vieron como contubernio entre obispos y funcionarios, junto con otros factores de poder como empresarios y medios de comunicación, especialmente radio y televisión.
Después de la declaratoria y guerra de Independencia, la segunda mitad del siglo XIX tuvo que dedicarse a poner coto e impedir el predominio de la iglesia católica en los asuntos del gobierno. Su hegemonía era tan definitiva que debió construirse un complejo y avanzado andamiaje legislativo para acotar el culto religioso a los templos y las decisiones de gobierno a los civiles, en un marco laico, que se ha echado por tierra.
La mayoría de los gobiernos priistas fueron cuidadosos en respetar el espíritu de las leyes de Reforma y los funcionarios se abstenían de hacer pública su fe o creencias privadas.
Poco a poco, pero como la humedad, el gobierno laico se ha convertido al catolicismo como si reviviera una nueva evangelización. Hay historiadores que resaltan la utilidad de la religión para fines político-electorales, pues es un hecho que muchos sacerdotes hacen propaganda desde el púlpito.
Hoy, en abono de esta nueva circunstancia de tolerancia, convivencia y conveniencia mutua, los religiosos acuden en apoyo de los gobernantes cuando lo requieren y reciben correspondencia en un trato de excepción tanto en la administración de inmuebles como en el manejo de las colectas o limosnas.
Aunque pueda plantearse como casual, la coincidencia entre la próxima visita del Papa Benedicto XVI a México a finales de marzo, implicará la bendición de la iglesia católica a los procesos electorales. El Vaticano finalmente decidió que en su visita a México, programada para marzo próximo, el papa Benedicto XVI solamente esté en la zona del Cerro del Cubilete, de fuerte herencia cristera, que comprende los municipios de León, Guanajuato y Silao, diócesis presidida por monseñor José Guadalupe Martin Rábago.
Se eligió por razones geográficas este sitio, pues es el centro del país y ello permitirá que los fieles de todo México puedan congregarse más fácilmente, informó la vocería de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
Sin embargo, hay quienes afirman que se escogió a Guanajuato porque es un estado ininterrumpidamente gobernado por el PAN desde hace 20 años, por lo que la visita servirá de espaldarazo a ese partido en las elecciones presidenciales de este año. Incluso, se señala, la visita coincidirá con el arranque de las campañas políticas el 1 de abril.
Fueron descartadas otras importantes arquidiócesis que también querían ser anfitrionas del pontífice, como las de Guadalajara y Puebla, pero principalmente la arquidiócesis primada de México, cuyo cardenal Norberto Rivera Carrera, todavía a mediados de diciembre cabildeaba para que el Papa visitara la capital del país.
Claro que hubo suspicaces que advirtieron una segunda intención del prelado en el hecho de que al estar Benedicto XVI en la ciudad de México, el PRD, con Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador resultarían beneficiados. No se puede, en el caso de la iglesia, servir a dos partidos, como tampoco se debe servir a dos amos, a Dios y al César.
Por lo pronto, el gobierno panista de Guanajuato tiene una partida especial para ayudar a solventar la estadía del Papa, lo mismo que el gobierno federal, también de extracción panista. La Iglesia también planea obtener recursos entre empresarios de todo el país.
Más allá de las cosas terrenales de la política, México ha tenido el privilegio de recibir al Papa en cinco ocasiones y esta será la sexta. Juan Pablo II visitó en cinco ocasiones el país: 1978, 1990, 1993 1999 y la ultima en 2002. La visita del pontífice de la iglesia católica permitirá que toda la mercadotecnia mediática se desate e inunde al país entero y de paso el proceso electoral quedara debidamente bendecido.
Foto:Ambientación/Archivo