
Con corazón de infancia y compromiso de futuro: Nino Morales
Oaxaca, Oax., 23 de diciembre de 2011 (Quadratín).-Resulta una auténtica paradoja la celebración de la Navidad, que quiere decir nacimiento, cuando una persona en plenas capacidades de trabajo, carece de éste y rumia su desocupación en actividades eventuales o cae, en el peor de los casos, en una depresión que le auto devalúa.
Independientemente de la falta de ingresos, el desempleo afecta gravemente la autoestima, mina la seguridad en uno mismo y con frecuencia se cae en el aislamiento. Muchos desempleados salen de él a costa de la frustración de sus aspiraciones, deseos y anhelos. Se ocupan por obligación, lo que duplica el esfuerzo y el desgaste natural de quien realiza cualquier trabajo.
El trabajo, en cambio, es el mejor instrumento de reconocimiento, de autovaloración, de la obtención de la satisfacción necesaria para sentirse integrado y reconocido por los demás, independientemente del nivel que se tenga en el escalafón. Es apreciado desde quien realiza labores de vigilancia o limpieza que quien dirige o encabeza o quien realiza funciones de jefatura.
Esta temporada se vuelve más difícil aún para los desempleados. El bombardeo publicitario para incentivar el consumo, hacer regalos para demostrar afecto, cariño o reconocimiento lesiona aún más a quienes no tienen empleo y, en consecuencia, ingresos. Como mostrar afecto si no se hace un regalo y no se tiene dinero para hacerlo.
Por eso, las cifras de desempleo que dio a conocer el Instituto Nacional de Geografía e Informática muestran el tamaño de frustración social.
La dimensión actual de la desocupación en México es 60 por ciento superior a la registrada al inicio del actual gobierno que, hace seis años, hizo de la propuesta de empleo uno de los puntales de la campaña electoral del hoy presidente Felipe Calderón. Es decir, en el transcurso de los dos gobiernos surgidos del Partido Acción Nacional (PAN), la magnitud del desempleo registra un incremento de 178 por ciento.
El universo de desempleados en busca de ocupación llegó a más de 2 millones 550 mil personas de la población económicamente activa (PEA) del país, durante el penúltimo mes del año. Con ello, la tasa nacional de desocupación repuntó 7.95 por ciento en noviembre sobre la registrada en octubre de este año.
Las cifras originales, sin eliminar las distorsiones ocasionadas por eventos estacionales como días festivos y puentes de asueto, fue de 4.97 por ciento, como porcentaje de la población económicamente activa.
En tanto que la subocupación, quienes deben trabajar más horas para completar su ingreso, tuvo un incremento anual de 26.7 por ciento, al pasar de 7.1 en el penúltimo mes del año pasado, a 9 por ciento en noviembre de 2011 como proporción de la población ocupada.
El reporte sugiere que en México existe una desocupación ilustrada, pues el 28.8 por ciento de desempleados no completó los estudios de secundaria, en tanto que 71 de cada 100 desempleados tienen mayores niveles de instrucción académica.
La población desempleada hacia el cuarto trimestre de 2000, afectaba a 915 mil 400 personas. Pero ese universo se expandió 75 por ciento durante los siguientes seis años, hasta ascender a un millón 601 mil habitantes al término de la administración presidida por Vicente Fox Quesada.
Pero otras 949 mil personas más se han sumado a las filas del desempleo en México durante los cinco años de la actual administración gubernamental, y la cifra ya rebasa los 2 millones 550 habitantes que buscan, sin encontrar, una ocupación.
Según el informe del INEGI, en las entidades del país con mayores tasas de desocupación se registran los más graves hechos de violencia criminal.
Entre éstas figuran Chihuahua, con una tasa de desempleo de 6.95 por ciento; Tamaulipas, con 6.67 por ciento; Nuevo León con 6.50 por ciento; Baja California con 6.63 por ciento; Sonora con 6.26 y Zacatecas con 5.89 por ciento.
Es decir, al país le urge un programa de reactivación económica que favorezca la creación de empleos, pues el problema se ha agudizado en los últimos años.
Con qué cara puede deseársele Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo, a esas más de dos millones de personas que forman una masa de inconformes, de resentidos, de desempleados que están dispuestos a lo que sea con tal de obtener una ocupación y, por supuesto, ingreso.
Sin embargo, lo único que queda es desearles que, además de salud, estas festividades les lleve alegría, bienestar y especialmente, trabajo.