
Día de la niñez
Oaxaca, Oax., 13 de diciembre de 2011 (Quadratín).- Antiguamente los políticos, tanto del gobierno como de los partidos, estaban habituados de tiempo en tiempo a darse baños de pueblo. Por ejemplo caminar por la calle, acudir al cine o a un espectáculo público sin el aparato de seguridad que hoy los tiene atrapados, entrar a un restaurante de clase media, por supuesto nunca a una fonda de comida corrida de 35 pesos con agua y postre incluidos.
Para la mayoría, habituados a los restaurantes de moda de la Condesa, Polanco, San Ángel o Santa Fe, les parece una ganga gastar 500 pesos por persona por una comida, sin tragos o vino. A ninguno espanta que ¡una hamburguesa!, por ejemplo, en el restaurante preferido por los políticos The Palma, cueste 450 pesos, o que un desayuno en The Four Seasons, cueste la friolera de 400 pesos por persona, con el pan incluido.
Prácticamente todo aspirante a algún cargo de elección popular que se precie de tener aspiraciones reales, debe contar con un aparato mínimo de imagen, equipo que ahora, por obra y gracia de las conferencias de prensa, debe actualizar a su candidato o funcionario a saber los precios de productos y servicios que consume más del 70 por ciento de los mexicanos, porque el resto vive con un máximo de dos dólares al día. Es decir una tercera parte del salario mínimo vigente.
Los reporteros hoy, aparte de los temas que interesan a los políticos, están ocupados en demostrar que desconocen al electorado, es decir, son ajenos a la realidad de la gran mayoría de las familias mexicanas.
Por eso, es necesario que lleven su acordeón con los precios actualizados de las tiendas de autoservicio y si les es posible también, del mercado.
Pasarán pues de los grandes balances macroeconómicos que tanta satisfacción produce a los financieros y admiración a sus audiencias cuando se les llena la boca y dicen que la inflación se mantiene por debajo del 4 por ciento, que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) ha estado en los últimos años de capa caída por debajo siempre del 5 por ciento, cuando China o la India lo han mantenido casi cinco lustros por arriba del 10 por ciento.
Ahora tienen que aprenderse, –pues ni modo que tengan tiempo para ir al mercado– que el viaje en camión mínimo cuesta 2.50 y máximo 20 pesos, por persona, en los suburbanos.
También deberán tener en cuenta que no todos los mexicanos compran su ropa en tiendas departamentales, sino que se pueden adquirir del montón a 15 pesos una blusa, un suéter o chamarra en 50 ó 100 y también por kilo. El mercado de ropa usada también es muy voluminoso.
Esto es muestra de que en México existe una desigualdad marcada en cuanto a la riqueza. Por un lado, hay poblaciones y municipios en los que la calidad y nivel de vida podrían compararse con los de Estados Unidos y la Unión Europea. Por otro, están aquellos que, por su pobreza, su calidad de vida es prácticamente nula. He ahí las diferencias entre el político y el ciudadano llamado de a pie.
Y qué decir de las compras del súper, que a fuerza de la crisis económica se han transferido al tianguis o mercado, donde todo es más barato, de acuerdo con la colonia y el rango socioeconómico, mientras que en Polanco el kilogramo de carne puede cotizarse hasta en 110 pesos, en el Cerro de la Estrella, allá por Iztapalapa, se cotiza entre 80 y 84 pesos.
Por ejemplo, en algunas zonas de la capital la venta de frutas, verduras y legumbres se cotiza por mayoreo o medio mayoreo, lo que significa que los asesores y asistentes mediáticos de los políticos, deben hacer un ranqueo de costo de los habitantes a quienes gobiernan o quieren gobernar.
El precio de los perecederos, del abarrote y de las llamadas compras del súper ya no son tema privativo de las amas de casa, todo político que pretenda acercarse al pueblo, entender las necesidades de los gobernados, debe conocer esta información que, en un momento dado, puede marcar agenda y línea discursiva. ¿Qué necesidades tienes? Esto es lo que ofrezco
Lo cierto es que los hombres y mujeres que se dedican a la política, si no quieren salir de su burbuja, al menos deben estar bien orientados en las políticas del mercado
.y la canasta.