
¡Por más días efectivos de clases!
México, D.F., 2 de diciembre de 2011 (Quadratín).- Ahora que está tan activo el amor en la política, la ciudadanía es testigo de un escandaloso divorcio en el que las partes sienten y saben que se utilizaron mutuamente y que nunca existió el verdadero amor. Fue, sin duda, un matrimonio de conveniencias.
La maestra Elba Esther Gordillo Morales sufrió el desdén del PRI, con quien tuvo una larguísima relación. Fue su primer amor en la política, en la que sentimientos y convicciones fueron el origen.
Con el gobierno del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, a quien trató cuando fue secretario de Educación Pública, mantuvo una relación de apariencia. PRI y SNTE dejaron de dormir en la misma cama y decidieron tener recámaras separadas.
Ya en el gobierno de Fox, la maestra sintió que el PRI la desdeñó, no sólo la ignoró, y decidió experimentar otras relaciones. Conoció y trató, por conducto, del dúctil y dócil secretario de Educación Pública foxista, Reyes Tamez Guerra, al panismo y decidió matrimoniarse.
Aunque el noviazgo ocurrió con Fox, el desposado fue el gobierno de Felipe Calderón. Se trató de un amor pasajero, pero que rindió buenos resultados al balance magisterial.
La maestra adquirió en el panismo, el carácter de todopoderosa. A pesar de su mala relación con Josefina Vázquez Mota, a cuyo nombramiento como titular de Educación siempre cuestionó, aunque llegaron a tratarse como si hubiera amistad, nunca se logró. La relación panismo-Gordillo se deterioró, desapareció el amor y se optó por un rompimiento civilizado.
Uno a uno han caído los nombramientos de funcionarios ligados a la profesora.
El más significativo es el de Fernando González, un político joven, en cuyas espaldas estuvo por 5 años el 70 por ciento del presupuesto de la SEP, que capoteo viento, mareas y tempestades; condujo simultáneamente al sindicato de maestros y, por si fuera poco, al Partido Nueva Alianza.
Criticado y vituperado, se trata de un político hábil, resistente, sagaz, que hoy va por una curul en el Senado.
Estamos en la celebración del quinto año de gobierno de Felipe Calderón y, en medio de la polémica por una denuncia en su contra ante la Corte Penal Internacional de la Haya por su guerra contra la delincuencia organizada, la prensa nacional desdeñó a diferencia de otros años y otras administraciones destacar logros y metas cumplidas del régimen calderonista.
Toda separación o divorcio produce desgaste, desánimo y confusión. El divorcio entre el panismo o el calderonismo y el gordillismo tiene otras consecuencias. Ella cayó a los brazos del priismo otra vez.
Lo que flota en el ambiente es si otros factores de poder, como los medios de comunicación, los grandes capitales y sus propietarios o representantes, ya abandonaron también a Felipe Calderón y al panismo. Unos ya coquetean o, de plano, están en brazos del PRI, con todo y que no les guste el estilo, la ética y la forma de hacer el amor de Humberto Moreira, el dirigente. Confían en que, el consorte, sea Enrique Peña Nieto, a quien si consideran casadero, por sus virtudes: joven, guapo, talentoso, rico y de buenos sentimientos.
Calderón se quedó solo, le quedan sólo unos cuantos amigos a quienes ha retribuido siempre con creces. Su celebración apenas se escuchó, no hubo fanfarrias, mariachis, sino un escueto mensaje de Twister: Hace 5 años asumí la Presidencia de la República. Gracias a todos mis colaboradores por 5 años de generosa entrega al servicio de México.
Aunque ya el divorcio se formalizó, la guerra sigue, no sólo la de las alianzas o la electoral, sino la que ha producido, hasta la última cifra conocida oficialmente hace meses, de 50 mil muertos. Seguirá el combate en esta historia de nuestro México que se apresta ya a las celebraciones decembrinas.
¡A brindar, se ha dicho!
Foto: Archivo-Internet