
México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
Luis Antonio Ramírez (Colaboración)
Oaxaca, Oax. 20 de agosto del 2011(Quadratín).- Oaxaca es el tercer Estado más pobre de México, con cerca de 70 por ciento de su población en condiciones de pobreza. Esta situación ha obligado a que, durante muchos años, la fuerza laboral oaxaqueña emigre, principalmente a Estados Unidos, en busca de trabajo y los ingresos que les permitan cubrir las necesidades básicas de sus hogares. Es así que las remesas que reciben las familias oaxaqueñas representan una importante fuente de ingresos para éstas. A nivel nacional, en 2010, Oaxaca se ubicó en el sexto lugar entre los Estados de la República por la cantidad de recursos que recibió por concepto de remesas.
Estos ingresos que envían los migrantes oaxaqueños a las familias en el Estado, han ayudado a hacer frente a las condiciones de vulnerabilidad social y precariedad económica en la que viven. Entre 2003 y 2008, los recursos enviados por los migrantes pasaron de 787.1 millones de dólares (mdd) a un mil 521.8 mdd, es decir, casi se duplicaron. Más aún, las remesas pasaron de 7.5 a 9.1 por ciento, en términos del Producto Interno Bruto (PIB) estatal.
El esfuerzo de nuestros connacionales en el extranjero, contrasta con la incapacidad del Estado para brindar a los oaxaqueños las oportunidades de vida y trabajo.
Aún en 2009, durante la crisis, a pesar de que las remesas enviadas a Oaxaca cayeron en 14.9 por ciento, éstas significaron el 10.0 por ciento del PIB estatal. Llama la atención que en ese año el PIB del Estado se contrajo en 2.7 por ciento, mientras que el PIB nacional cayó en 6.2 por ciento. Es importante puntualizar que, sin duda, el envío de remesas permitió a las familias oaxaqueñas continuar consumiendo, lo que se tradujo en un impulso a la economía local dada la situación económica adversa.
En 2010 el envío de remesas a las familias oaxaqueñas no creció y si bien al primer semestre de 2011 ya se observan señales de recuperación (se incrementaron en 5.5 por ciento, ascendiendo a 678.0 mdd), de cara al futuro es importante considerar que el panorama es poco alentador, porque las condiciones laborales de los migrantes en los Estados Unidos son cada vez más inciertas. Adicionalmente, la recuperación de la economía estadounidense ha venido desacelerándose, lo que se traduce en menores oportunidades de empleo para nuestros paisanos, situación que se agrava si se toma en cuenta que uno de los sectores en donde suelen ocuparse, el de la construcción, se encuentra deprimido.
No hay que olvidar que la migración hacia los Estados Unidos encuentra cada día más obstáculos, tanto por el incremento de controles oficiales, a través de la mayor vigilancia fronteriza, como por la promoción de leyes antiinmigrantes. Con relación a esto último, hay que comentar que dichas leyes buscan no sólo producir desánimo en los oaxaqueños que contemplan emigrar a nuestro vecino del norte, sino que inclusive intentan persuadir a los oaxaqueños radicados allá a regresar a México por el temor de ser deportados por las autoridades estadounidenses.
Por todo los anterior, se requiere el trabajo conjunto de las autoridades, tanto federales como estatales y municipales, para instrumentar políticas públicas encaminadas a promover el empleo y asegurar las condiciones de vida de la población. Al mismo tiempo, esta labor de las autoridades puede ser útil para potenciar el uso de los recursos que nuestros migrantes envían a sus familias, y que no sólo sirvan para complementar el gasto en consumo, sino que también permitan la inversión productiva, en el campo o en la formación de empresas y negocios familiares, de manera que se promueva el desarrollo local.
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