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México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
Oaxaca, Oax., 01 de agosto del 2011(Quadratín).- Hay que impedir que en el país se siga reproduciendo el fenómeno de adolescentes sicarios, donde menores, infringen la ley impunemente hoy en día, amparados en su corta edad y en las lagunas que presentan algunas leyes de justicia para menores, oportunidad, que aprovecha el crimen organizado para ofrecerles una oferta de trabajo y reclutarlos en sus filas.
Estos niños y adolescentes, en algunas ocasiones, son delincuentes temerarios, producto de la descomposición social y de una política deficiente de estado que los excluyó social y económicamente, por lo que a pesar de su corta edad, ya están involucrados en delitos relacionados con el narcomenudeo y en ilícitos de alto impacto, como homicidios cometidos con lujo de violencia, con todas las calificativas legales, secuestros, robo de vehículo, etc.
Por tales circunstancias, las autoridades competentes, deberán analizar de manera cuidadosa, el tratamiento que se dará a estos menores infractores por delitos graves, cuando violen las leyes penales, y lo más importante, deberán asegurarse antes que decreten su libertad, que estén en condiciones de reinsertarse socialmente; no perder de vista los daños que han causado, las circunstancias específicas del menor y la forma de comisión de los ilícitos que perpetuaron, observando en todo tiempo la salva guarda de sus garantías constitucionales y lo establecido en la convención de los derechos de los niños.
No hay que olvidar que por la naturaleza de las actividades ilícitas que han cometido estos jóvenes y por la desintegración familiar, social y marginación en que han vivido, la mayoría están dañados en su salud mental y física, muchos de ellos son adictos algún tipo de sustancia tóxica, por lo que su rehabilitación es determinante y debe tomarse seriamente en consideración, antes de dejarlos en libertad.
Muchas veces, una pena privativa de libertad de tres o cinco años, no garantiza que un individuo esté apto y en condiciones de reinsertarse a la vida productiva, es muy importante la supervisión, asistencia, educación y seguimiento que le den las instituciones correspondientes a estos jóvenes involucrados con la delincuencia organizada.
Por eso es fundamental, cómo política de gobierno, crear y promover programas que se difundan en las instituciones educativas para erradicar la violencia en cualquiera de sus manifestaciones; prevenir las adicciones y fomentar la cultura de los valores cívicos.
La educación y la información rompen los circuitos criminales, alertan sobre los factores de riesgo y ayudan a prevenir el delito y a evitar que los jóvenes transiten a la delincuencia.
Es básico en materia delictiva, tratándose de menores infractores, trabajar mucho en materia de prevención y de reinserción social, no sólo en la persecución y sanción de las conductas penales. la familia y la escuela son dos de los recursos más importantes con que cuenta la sociedad para prevenir la criminalidad.