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Reforma de maíz transgénico: ¿camino a soberanía alimentaria de México?
Oaxaca, Oax., 23 de junio 2011(Quadratín).- Es una lástima que el ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, no haya sido invitado a la cumbre centroamericana en la que los presidentes de la región se dedicaron a la mercadotecnia de la violencia y a exhibir su incapacidad para gobernar.
Frente a la secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, los presidentes, sin pudor o vergüenza, reconocieron su incapacidad frente al crimen organizado, el narcotráfico y la impunidad.
El presidente Calderón tuvo razón: la ola de violencia y sangre que en México cobró ya casi medio centenar de miles de muertos, invadió ya a Centroamérica toda y sus mandatarios no saben qué hacer.
Tienen el recurso de que el Ejército, como en algunos países ya ocurre, ocupe las calles y se responsabilice (?) de la tranquilidad y el combate a los delincuentes.
Lejos de encaminarse a la búsqueda de la tranquilidad, la paz y la construcción de un clima que favorezca la armonía y el progreso económico, este tipo de juntas se convierten en detonadores de animosidad y encono.
Es decir, los mandatarios de Centroamérica se convierten, inconscientemente obvio, en mercadólogos de la inseguridad y la violencia.
Ya en México, en una de las muchas juntas de catarsis, como el diálogo con Javier Sicilia como líder o símbolo de las víctimas y el presidente Felipe Calderón y sus colaboradores en la materia, ocurrió que uno de los miles de afectados retó a los funcionarios: si no pueden, renuncien.
Eso podía haber planteado la señora Clinton a la plañidera de jefes de Estado que reconocieron su debilidad, su impotencia, su derrota ante la delincuencia y la impunidad.
Con su reconocimiento, eso sí, justifican el incremento en los presupuestos militares, aunque no se den cuenta que la capacidad financiera del narcotráfico internacional, es mucho mayor que la de estos pequeños gobiernos.
Socialmente la incapacidad gubernamental produce miedo e impotencia. También, obvio, violencia llama violencia y sangre quiere sangre.
Si no pueden, renuncien retumbó el eco en Guatemala de lo que hace ya años se dijo en el salón de La Tesorería de Palacio Nacional y que hizo que los funcionarios solo bajaran la mirada y agacharan la cabeza.
Así lucen ahora los presidentes de América Central, a la defensiva, inermes e inertes ante el delito y la impunidad. Están enredados ya en sus propios miedos y percepciones distorsionadas por patrones políticos equivocados.
Por eso es una lástima que Lula da Silva no haya asistido al cónclave. El exitoso ex presidente brasileño se dedicó en su mandato a proyectar el éxito económico de su país y lo reposicionó internacionalmente.
Empleo, educación, cultura y oportunidades para los jóvenes es el conjunto de acciones de gobierno que deben emprenderse para acabar con la violencia asociada al crimen organizado.
Inventó el hilo negro!!!
El problema es que los gobernantes de Centroamérica están ya con el miedo en el alma y en la mente y una solución tan simple, tan de sentido común, les suena irreal.
Algún día recuperarán el sentido común, aunque sea otra generación.