Prosperidad Empresarial Compartida
Oaxaca, Oax. 22 de enero 2011 (Quadratín).- En los tiempos del priato la mayoría de los medios de información de Oaxaca se mostraron acríticos, y en no pocos casos complacientes, con los gobiernos y sus gobernantes. Con sus naturales excepciones, editores, columnistas, comentaristas de radio y tv, articulistas y reporteros procuraban evitar toda crítica al gobernante en turno porque esa era la principal regla no escrita del viejo sistema político: se valía pegarle a todos, pero siempre, o casi siempre, se imponía el deber de cuidar al gobernador.
Era famosa la frase de los directores de comunicación social o jefes de prensa cuando de procurar el rostro amable del poder se trataba: puedes pegarle a fulano o mengano, pero te encargo mucho al gobernador.
El juego de los propietarios o administradores de los medios de información con el poder público se regía por un código no precisamente de ética periodística sino de libre empresa y de complicidades: la crítica tenaz y mordaz, implacable y valiente, podía cesar o transformarse en halagos y reconocimientos en función de los arreglos bajo la mesa y la publicidad oficial autorizada.
Y todo buen arreglo publicitario con el gobierno del estado no dependía precisamente de la calidad del medio, ni de su tiraje, audiencia o rating, o de su nivel de influencia ante la opinión pública, sino de algo más sencillo: la habilidad del propietario del medio para granjearse el favor oficial y su capacidad para intercambiar publicidad y otro tipo de prebendas personales por silencio, desinformación y hasta servilismo.
Hoy, con Gabino Cué como gobernador y líder de ese amplio movimiento social y electoral que derrotara al PRI el 4 de julio del 2010, las cosas empiezan a pintar diferentes.
La publicidad oficial no se suspenderá pero ahora se otorgará sobre criterios de equidad, transparencia, calidad y con un enfoque social, según lo ha comentado públicamente el jefe del poder ejecutivo. No más publicidad para comprar impunidad ni para difundir boletines de prensa sino para fines de concientización social, expresó recientemente.
Estas nuevas reglas no han sido del agrado de quienes por sexenios y décadas se acostumbraron a la discrecionalidad y a tomar la dirección y administración de los medios como un negocio personal y familiar y pocas veces como una forma de servir a la sociedad. Y tampoco para destinar parte de sus ganancias para modernizar sus empresas y mejorar las condiciones laborales de sus reporteros y trabajadores.
Y ese desagrado se ha expresado en el surgimiento de un fenómeno novedoso en la historia reciente del periodismo oaxaqueño: desde el primero de diciembre del 2010 un bloque de medios impresos, radiofónicos y portales de internet, fundamentalmente aquellos que le apostaron a la continuidad del viejo régimen, hoy se erigen como los principales críticos del nuevo régimen y particularmente del gabinismo.
Qué bien le haría a Oaxaca y a la sociedad fomentar y consolidar ese periodismo de denuncia y crítico del poder público, pero por desgracia lo que ahora estamos presenciando no es, en lo general, un proyecto reivindicativo y con sentido social, sino solamente episodios de un ajuste de cuentas político y una cadena de campañas mediáticas para obligar al gobierno del estado a restituir viejos privilegios ahora suspendidos y renunciar a su propósito de transparentar su relación con los medios de información.
Si el gobernador Gabino Cué avanza en su proyecto de sentar las bases de una nueva relación prensa-gobierno la sociedad le estará muy agradecida, como también lo estará si en vez de los acartonados y aburridos boletines de prensa se experimenta con nuevos modelos de comunicación social.
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