Refuerza Eduardo Andrés Massanet compromiso con República Dominicana
Oaxaca, Oax.14 de octubre de 2010 (Quadratín).-La mayoría, si no es que todas, las fuerzas sociales y políticas de Oaxaca coinciden en que es necesario aprovechar la alternancia política para promover cambios en el ejercicio del poder y avanzar hacia un nuevo diseño o arreglo institucional. En otras palabras, tanto los partidos políticos opositores al PRI como amplios sectores de la sociedad civil y política lo que anhelan es devolverle la confianza y credibilidad a las instituciones de gobierno hoy por hoy disminuídas en su capacidad de decisión y gestión, ignoradas las mas de las veces por la gran mayoría de las organizaciones sociales y secuestradas por funcionarios incapaces y corruptos.
Una vía para hacer realidad este nuevo diseño institucional es el poder legislativo. De ahí el decálogo de reformas hecho suyo hace poco más de dos meses por los diputados coalicionistas que integrarán la LXI Legislatura, y la agenda que en días pasados dieran a conocer los diputados electos del PRD.
Esta vía parece ya bastante consensada entre los diputados del PRD, PAN, PC y PT y tal vez lo que hace falta es una mayor dedicación y coordinación de esfuerzos para dos tareas inmediatas: uno, la capacitación de cada uno de los diputados en la labor legislativa que significa involucrarse de fondo en el conocimiento de la normatividad y el modus operandi del Congreso local y, dos, la discusión y acuerdos de todas las fracciones para definir prioridades para el primer período ordinario de sesiones.
El conocimiento a detalle de la labor legislativa no es cosa menor pues es evidente que la gran mayoría de los diputados electos surgidos de la coalición Unidos por la Paz y el Progreso son legos en la materia y esto los coloca, de entrada, en desventaja frente a los diputados del PRI que tienen cuadros con mayor experiencia legislativa y parecieran estar más unidos y coordinados que las fracciones de los otros partidos.
La otra vía para restablecer la confianza ciudadana en las instituciones tiene que ver con la conformación del gabinete legal y ampliado, la refundación de los órganos autónomos y la lucha contra una cultura política de corrupción y transgresión cotidiana de la legalidad profundamente arraigada en los liderazgos sindicales, sociales y políticos.
Y este factor es el que puede, a final de cuentas, relativizar o, en el peor de los casos, dejar sin efecto todas las bondades de un nuevo diseño institucional.
El primer reto de Gabino Cué, será, entonces, integrar un gabinete no necesariamente ciudadanizado, pero sí con políticos y profesionistas con perfil, experiencia administrativa, compromiso social y, parafraseando a Juárez, de honrada medianía. En este sentido no hay que esperar un gabinete de hombres y mujeres químicamente puros, pero tampoco con trayectorias dudosas y opacas. Y tampoco que se excluya a militantes o ex militantes distinguidos del PRI pues los compromisos de campaña inevitablemente colocarán a algunos cuadros cercanos a los ex gobernadores Diódoro Carrasco y José Murat en posiciones importantes. Y lo mismo ocurrirá con los que promuevan el PAN, el PRD, el PC y el PT.
Si en este paso el gobernador se equivoca su popularidad y legitimidad ganada en las urnas puede sufrir un serio tropiezo como también pudiera ocurrir si en el proceso para rediseñar el marco legal y el funcionamiento de los órganos autónomos los diputados coaligados de la LXI Legislatura no procuran sustentar y cabildear sus propuestas e iniciativas de ley con la bancada del PRI.
Un tercer factor , y quizá el de mayor peso, en el éxito de una nuevo diseño institucional para el ejercicio del poder en Oaxaca son las nuevas reglas que habrán de establecerse en el trato con las organizaciones sindicales y sociales, y de manera específica con sus líderes. Acabar con la cultura del chantaje y la corrupción de líderes sindicales y sociales no será tarea fácil porque en los dos últimos sexenios estas nocivas prácticas de la mayoría de las organizaciones sociales y sindicatos no gubernamentales de hecho se han institucionalizado.
Dice el politólogo Dieter Nohlen que en política la cultura política tiene mayor incidencia que las instituciones. Y Oaxaca parece estar en ese escenario.