Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
Oaxaca, Oax., 6 de julio de 2010 (Quadratín).- Tal vez la primera pero más importante decisión tomada por Eviel Pérez Magaña como candidato a la gubernatura es el reconocimiento de su derrota y, por ende, del triunfo del opositor Gabino Cué Monteagudo.
Los resultados consignados en el PREP, que en su fase de arranque revelaba una extraña lentitud para después normalizarse, y, por supuesto, el cotejo que en el cuarto de guerra del PRI hicieran de las actas de escrutinio y cómputo de las casillas electorales, revelaron que la tendencia a favor de Gabino Cué era irreversible. Y eso fue más que suficiente para dar marcha atrás en la intención de no reconocer los resultados, acudir a los tribunales y apostarle al conflicto post-electoral.
Si el gobernador Ulises Ruiz y su camarilla estuvieron o no de acuerdo con la decisión tomado por Pérez Magaña es un asunto que seguramente con el paso de los días se aclarará, pero lo que ya es un hecho es que el riesgo de un conflicto post-electoral que pudiera volver a colocar a Oaxaca en la órbita de la ingobernabilidad estaría eventualmente superada.
Y señalaba que ésta decisión del candidato del PRI es la más importante porque fue de todos conocido que Eviel Pérez Magaña nunca pudo tomar las decisiones más importantes en su campaña, secuestrado como estuvo por la burbuja ulicista y acotado en todos los flancos por el gobernador Ulises Ruiz.
Fue su fortaleza pero al mismo su debilidad pues toda la carga negativa de un gobernante impopular que manejó al PRI y al aparato gubernamental como patrimonio propio fue cobrado con creces por una ciudadanía cansada de injusticias, agravios, corrupción e impunidad.
Eso explica que el carisma y la popularidad de Gabino Cué provocara un efecto tsunami de tal forma que no solo se estaría alzando con la victoria por una diferencia cercana a los 90 mil votos ( mas o menos el 9 por ciento) sino que, contra lo esperado, tendría de su lado al próximo Congreso local. De un total de 42 diputados que integran el poder legislativo los cuatro partidos que apoyaron a Cué se estarían ya posicionando como bloque mayoritario al asegurar, hasta antes del cierre del PREP, más o menos un total de 17 diputaciones de mayoría relativa, a las que habrá que sumar las de representación proporcional.
Sin duda este resultado es producto de varios factores, pero lo que salta a al vista en un primera lectura es que pese al bajo perfil de algunos candidatos a diputados y concejales, a los conflictos internos que esto generó, y al hecho de que estas campañas ni siquiera pudieran empatar con las del candidato a gobernador (con sus naturales excepciones), lo que terminó por prácticamente barrer al PRI del escenario electoral de Oaxaca fue la campaña de Gabino Cué y la masiva votación ciudadana.
La gente de todas las clases sociales se identificó con Gabino y asumió su causa como suya aunque frente a la campaña de odio y miedo desatada por el ulicismo hubo quienes prefirieron ocultar sus intenciones o simular que estaban con el o los candidatos del PRI. Ese sector de indecisos y de ciudadanos que ocultaron sus preferencias fueron claves para esa histórica votación cercana ya al 58 por ciento que mayoritariamente votó por el cambio tan esperado para Oaxaca.
Ahora, el reto de Gabino Cué y de los partidos que lo postularon es cumplirle a los ciudadanos. Hay que asumir que la alternancia se iniciará el primero de diciembre, pero el compromiso de la aplicación de un programa de gobierno para transitar a la democracia no será tarea fácil. Requerirá de la participación y vigilancia de todos los ciudadanos, organizaciones, instituciones y partidos que creyeron y le apostaron a un cambio de régimen y a la pacificación de la entidad.
Por lo pronto, el riesgo de que el Congreso permaneciera bajo control del PRI empieza a disiparse y eso abre una gran compuerta para empezar desde ahora a trazar la nueva ruta para Oaxaca.
El teatro de La mujer barbuda
Primero provocador y descalificando a Gabinete de Comunicación Estratégica y Milenio Televisión que adelantó, sin proporcionar porcentajes, el triunfo de Gabino Cué. Fue un burdo montaje, vociferó en conferencia de prensa. Y en esa afán de buscar desquite con el más cercano incitó a los priístas presentes a linchar a los reporteros de Milenio. En su segundo acto, encaró al conductor Ciro Gómez Leyva. Al borde de la histeria le reclamó al periodista el por qué había adelantado resultados de su encuesta de salida. Y cerró su perorata y teatro en tres actos con una disculpa pública con el periodista ¿Cómo se llamó la obra?
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