Aplica Oaxaca plan emergente por 47 afectaciones de tormenta Nadine
Oaxaca, Oax. 6 de julio de 2010 (Quaratín).- Huele a nueva esta ciudad y no es precisamente por las calles que inauguró de última hora Ulises Ruiz. Se respira un humor distinto esta mañana, al día siguiente de la votación, algo en el aire nos dice que las cosas no van a ser como antes, aunque para ello falten todavía cuatro meses.
Es el olor de la esperanza. Una esperanza construida por la ciudadanía a lo largo de muchos años, con paciente espera, con coraje, con la seguridad de que la pobreza y la marginación no pueden ser el fatal destino de los oaxaqueños.
Una fe que comenzó a tener vislumbres de realidad a lo largo de dos meses de campaña, en los encuentros de Gabino Cué con hombres y mujeres de las ocho regiones oaxaqueñas, en el intercambio de expresiones, en las miradas que decían no nos falles, en los gestos que aseguraban ¡estamos contigo!
Un incendio de luz comenzado con el amanecer de un primer domingo de julio, con el canto de los gallos, con el ronroneo de los autobuses en el inicio de sus labores, en la preparación de la credencial para ir a votar, en la expectación causada por los minutos de espera para llegar frente a la mesa de la casilla electoral; en la mirada brillante al ver la mancha negra de la tinta indeleble reluciendo en el pulgar derecho.
Luego, aguardar por ahí en una sombra o irse a casa para regresar más tarde con la tarea de permanecer vigilantes, al acecho de quienes pudieran ir a ofrecer despensas de última hora o los quinientos pesos de la desvergüenza a cambio del voto.
Escuchar las noticias por la radio llamando a ejercer el sufragio o recibir el mensaje por el teléfono celular donde se pedía no salir a las calles ante la engañosa amenaza de violencia, un clima ya prefigurado por el gobernante en turno para inhibir inútilmente- la asistencia ciudadana; pero la gente dijo un no rotundo y salió para configurar lo que es ya una votación histórica, nunca antes el cincuenta y seis por ciento del padrón electoral había votado. Fue la lección dada por quienes se cansaron de malos gobiernos, del autoritarismo de quienes proclaman el poder soy yo.
Balazos en Juchitán, retrasos y bloqueos allá por la tierra de Andrés Henestrosa, en Ixhuatán; acarreos menores más acá; incidentes aislados, estertores de un dinosaurio que no quiere morir.
Pero el pueblo pudo más, a las 6 de la tarde con cinco minutos Ciro Gómez Leyva salió a anunciar por la televisión la victoria, Gabino Cué ganó en Oaxaca, dijo, y el escándalo en la sala de prensa de la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso fue unánime, se suspendieron las palabras de quien hablaba en la conferencia para seguir el hilo del triunfo.
Tal vez de boca en boca, quizá por algún informativo, acaso por las redes alternas del internet, la noticia corrió como el viento en el Istmo oaxaqueño, con fuerza, arrollador. Dos horas después Gabino salió a la fuente de las ocho regiones para platicar con su gente, para agradecer la participación entusiasta y decidida de la ciudadanía, sin la cual la fiesta de la democracia y la conquista de este sueño histórico no hubiera sido posible.
A la una de la tarde de este lunes, en la otra casa de campaña, el candidato del PRI salió a reconocer que los números no le eran favorables, soy respetuoso de las instituciones, dijo al aceptar la derrota.
Un nuevo aire sopla por Oaxaca, el aliento de hombres y mujeres que quieren construir un mejor destino para el presente y para el futuro. Las banderas, los gritos, las bocinas de los automóviles, lo dicen en dos humildes pero eufóricos vocablos: ¡Ya ganamos!
Foto: Gabino, el domingo por la noche, durante la celebración popular en la fuente de las ocho regiones