Diferencias entre un estúpido y un idiota
**En la política el arrepentimiento no existe. Uno se equivoca o acierta, pero no cabe el arrepentimiento. CARRILLO, Santiago**
Oaxaca, Oax. 4 de julio de 2010 (Quadratín).- Nunca como ahora, las elecciones en Oaxaca han sido tan competidas y tan polémicas, concurrentes por primera vez, desde 1986 cuando se enfrentaron en una desigual e inequitativa contienda, el PRI con todo su omnímodo poder y la denominada Coalición Democrática conformada entonces por los Partidos Socialista Unificado de México (PSUM), Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Mexicano de los Trabajadores (PMT) y la Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI).
Contienda que si bien permitió al priato llegar a la cúspide de su poder y presencia electoral, no pudo contener la ola democratizadora generada por la Coalición que obligó al régimen a aperturar una reforma política que dio paso a los regidores de representación proporcional en los ayuntamientos, a iniciar la ciudadanización de los órganos electorales, reconocer a los partidos políticos opositores, abrir el congreso a la representación proporcional de los diputados y sobre todo a discutir de fondo y a fondo un proyecto político y económico para Oaxaca y ponerlo en juego en los primeros ayuntamientos gobernados por la oposición, especialmente por los comunistas.
Igual que hace 24 años las fuerzas políticas en contienda han puesto en juego sus proyectos, en un escenario económico y social que muy poco ha cambiado desde entonces y que por el contrario ve agravadas las condiciones de pobreza, marginación, miseria y analfabetismo de la inmensa mayoría de la población y agudizadas al extremo las diferencias sociales que hacen más marcadas las divisiones de la sociedad, más cruenta y descarnada la lucha de clases que quiérase o no, definirá esta elección.
El régimen político autoritario no ha cambiado desde entonces para democratizarse, por el contrario, afianzados los poderes autoritarios en una vieja Constitución, el gobernador se ha convertido hoy en el principal obstáculo para el desarrollo económico y político de la entidad, llevados al extremo los métodos y formas de gobernar autoritarias, han derivado en excesos y aberraciones políticas que han sumido a los habitantes de la entidad en la inseguridad, el desempleo, y la desesperanza, haciéndolos víctimas de la corrupción, el crimen y la impunidad.
El régimen caduco ha alcanzado su máximo grado de descomposición con el actual gobernador, Ulises Ruiz Ortiz y su estilo de gobernar, cínico, corrupto, displicente, ha generado una sub clase política depredadora, ineficaz e ineficiente, corrupta hasta la medula, ignorante en extremo, cuna de arribistas y saltimbanquis con visiones de poder patrimonialistas, con herencias de las peores formas de gobernar, corporativas y clientelares que han sumido a Oaxaca en la ingobernabilidad y el hartazgo.
Régimen que ha echado mano en estas elecciones de todos sus recursos, utilización a plenitud del dinero público bajo su administración, uso de personal administrativo y operacional, infraestructura y equipo con tecnología de punta, vehículos, control absolutista sobre los órganos electorales y sectores de la prensa, aplicación de las peores tácticas del mapacheo y la defraudación electoral y un sinfín de instrumentos para llevar a cabo una campaña de lodo y guerra sucia contra sus opositores, llevada al extremo de la intimidación, el chantaje, la presión, calumnia, compra de conciencias y el asesinato incluido, para imponer un proyecto personalísimo del gobernador en turno, en su pretensión de reelegirse mediante un clon candidatillo, o en su defecto, imponer su maximato ante la debilidad y evidente falta de carácter de su pretendido sucesor.
De su parte, la oposición ha llegado unida a la contienda, superadas sus diferencias ideológicas y programáticas en lo general y coincidentes en un programa mínimo para la alternancia y la transición democráticas, han conjuntado esfuerzos, acordado candidaturas, resolviendo lo disímbolo de su alianza con inteligencia e imaginación y guiados por un liderazgo fuerte, carismático, sensible y sencillo, honrado a toda prueba, de compromiso y palabra cumplida, que rebasa con mucho la presencia de los partidos coaligados en el imaginario popular, se encamina hacia una victoria electoral, sustentando sus esfuerzos en una exitosa campaña, que marcó desde un principio la agenda política de la entidad, arriba siempre en las encuestas y con mayor estructura y condiciones para enfrentar el fraude, tuvo desde un principio una ventaja: se apoderó de la esperanza, la hizo suya y de la gente.
Pero no de una esperanza simple de cambio y alternancia de gobierno, de solo un cambio de rostros, sino de una esperanza de cambio profundo en beneficio de los que menos tienen, que son en Oaxaca la mayoría; la esperanza en un gobierno distinto, honesto, transparente, cercano a su pueblo, que trastoque el status quo y rediseñe un régimen democrático, basado en el cumplimiento de la ley, que aplique y otorgue justicia, que rinda cuentas, que se someta a veredicto popular y a un sistema que permita la libre participación de los ciudadanos en la toma de decisiones de los asuntos del Estado.
Un régimen nuevo como el ofertado por la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso, creó expectativas en amplios sectores de la población, a contraparte de las viejas ofertas del régimen priísta que con su transformación gatoparda, solo garantizan el continuismo y consolidarían la debacle de una sociedad al borde del precipicio.
Desde luego que un régimen democrático sólo será posible si se crean nuevas bases que le den soporte, como una nueva Constitución que defina sus alcances, sus límites y contrapesos equilibrados y permita una reingeniería institucional para dotar a la entidad de nuevas instituciones democráticas, plurales, incluyentes, basadas en nuevas relaciones políticas que permitan recomponer el tejido social, impulsar el desarrollo económico, desatar las nuevas fuerzas productivas y avanzar hacia la transición del autoritarismo, a la democracia plena.
Esa es la encrucijada a la que se enfrenta la sociedad oaxaqueña este 4 de julio, el gran dilema en la decisión de cada elector, optar por la transformación del continuismo autoritario o por la paz y el progreso de la transición democrática.
* Militante de la izquierda comunista, columnista y analista político
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