Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
Oaxaca, Oax. 4 de marzo de 2010 (Quadratín).- Entre la brutalidad del crimen organizado y la violencia de los delincuentes comunes, la impotencia y el hartazgo de la sociedad se transforman en actos de barbarie que cada día son más recurrentes.
El linchamiento de presuntos delincuentes no es un asunto novedoso en Oaxaca, Hace poco más de 10 años 2 presuntos asaltantes y homicidas fueron sacados de la cárcel de Tehuantepec y quemados vivos en San Blas Atempa.
Hace cuatro años un ebrio agente de la policía investigadora atentó contra un taxista de Tequisistlán y murió quemado en la plaza principal de esa localidad.
El año pasado, al término de un juicio sumario en la zona mixe dos hermanos fueron asesinados a golpes en el interior de la cárcel comunitaria. En tanto que la semana pasada en el puerto de Salina Cruz, un menor de edad murió calcinado cuando enardecidos taxistas lo quemaron vivo.
Al inicio de esta semana, aquí mismo, en la ciudad de Oaxaca, los habitantes de Pueblo Nuevo amenazaban con linchar a un presunto asaltante que fue rescatado por la policía, el saldo, 5 uniformados heridos y daños en varias patrullas de la policía estatal y municipal.
¿Qué está pasando? La explicación parece avanzar por dos vías, por un lado la ineficiencia y el burocratismo de las instituciones que propician elevados índices de impunidad e injusticia y por el otro la barbarie que se cultiva entre el coraje, la ignorancia y la manipulación de la gente.
La falta de apego a la legalidad es uno de los pendientes que más agravian a los oaxaqueños; en las próximas semanas se conocerá el nombre de él o la nueva titular de la procuraduría de Justicia pero falta mucho para que además del cambio de nombres exista una transformación radical en la forma de impartir justicia.
Hasta ahora la justicia se ha convertido en un instrumento de negociación política y el ejemplo más claro es el tráfico de órdenes de aprensión entre el gobierno y las organizaciones sociales que todo lo arreglan en las mesas de negociación.
La otra cara horrible, la de la injusticia, es el duelo de ignorancia y tortuguismo entre agentes del ministerio público y abogados que propician que cientos de oaxaqueños pasen años en la cárcel sin que se les dicte sentencia.
Mientras tanto, el nuevo modelo policial y los juicios orales que se propusieron para resolver estos males siguen en espera de recursos y voluntad política para demostrar su eficacia. La asignatura es urgente Es urgente, antes de que la barbarie nos consuma a todos.