Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
Oaxaca, Oax. 12 de noviembre de 2009 (Quadratín).- La violencia sin fin, la pobreza lacerante, el fenómeno de la migración y el abandono de las instituciones agobian a San Juan Copala y sus 23 agencias mientras el gobierno permanece solo como espectador de la extinción de la etnia triqui.
Más de 300 muertos y la descomposición política de la región no parecen inmutar a las autoridades estatales y federales en tanto que la rivalidad entre el MULTI y la UBISORT generó un nuevo frente en la estela de violencia que ya cobró la vida de al menos 4 militantes de ambas organizaciones.
El exterminio forzado de los triquis cuenta entre sus agravios las promesas incumplidas del gobierno panista de Vicente Fox quien acudió a Juxtlahuaca para tratar de recuperar la zona y como monumento del engaño esta la carretera que prometió el presidente con botas para comunicar a Copala con Putla de Guerrero; la obra presenta apenas un avance de 3 kilómetros totalmente destruidos por el paso de los años.
El fenómeno de la migración es tan grave que la mayor concentración de integrantes de esta etnia ya no está en las montañas de la mixteca sino en la comunidad de Maniadero en Baja California Norte.
La impunidad que cubre la lucha fratricida y la espiral de venganzas que genera nuevos asesinatos alimenta el éxodo y de acuerdo a las últimas estimaciones, de los 35 integrantes de este grupo étnico apenas unos 10 mil permanecen en San Juan Copala y en las cabeceras distritales de Putla de Guerrero y Juxtlahuaca el resto abandonó la región, tal vez para siempre.
Con casi 30 años de existencia, el Movimiento Unificador de la Lucha Triqui construye lo que podría ser la última o la única vía de solución para el exterminio total de la etnia; el nombramiento de un comisionado para la paz que deberá contar no solo con el respaldo de las instituciones estatales y federales sino también de expresiones de la sociedad civil organizada.
Solo un proceso de paz similar al del levantamiento armado del EZLN en las montañas de Chiapas y una ardua campaña de reeducación podría devolver la esperanza a los indígenas triquis que ven a la pobreza extrema como una más de las muchas calamidades que tienen que enfrentar.
El tiempo corre y el exterminio sigue.
Foto: Archivo