Revisitar al pasado
Oaxaca, Oax. 19 de octubre de 2009 (Quadratín).- Dicen que son días difíciles para Ulises. Si es así, no lo parece. Su semblante es el mismo. De buen talante intercambia comentarios con sus interlocutores y una sonrisa es recurrente en su faz.
El fallo de la Suprema inquietó y hasta angustió a su gente: amigos y colaboradores, no a él. Recibió una andanada de mensajes telefónicos y llamadas de solidaridad que agradece pero juzga innecesarias. Ningún gobernador ha vivido lo que Ulises al frente del cargo y sabe que en este nuevo capítulo de su guerra sexenal volverá a caer parado.
Como todo buen político hace prospectiva y sabe que de ninguna manera podrán obligarlo a que deje el cargo para el que fue electo democráticamente por la mayoría de los votantes. El conflicto del 2006 y sus agravios reales o supuestos- tienen ya poco que ver.
El real móvil de este nuevo torbellino judicial es la próxima elección, el cobro de facturas, la sanación de ardores pasados, una revancha política y electoral de quienes no van con el principio democrático, magistralmente explicado por Felipe González, de la aceptabilidad de la derrota.
Los ex appos, devenidos en coalicionistas querían el dictamen de la Corte y ahora que lo tienen van por el juicio político. Así está en el manual, su manual. Los detractores legislativos de Ulises (pretendidos beneficiarios de la próxima elección) presentarán, sin duda alguna, la demanda de juicio político, la recibirá una sub comisión de examen previo que seguramente la desechará.
Si así no sucediera, la cámara de Senadores habrá de erigirse en cámara acusadora y de cualquier manera, la decisión final la habrían de tener los diputados del Congreso Local que, soberano como es, tiene la facultad exclusiva de decidir sobre el destino de los gobernadores. ¿Imagina usted amable lector- a los diputados locales deponiendo del gobierno a Ulises?
Yo no. Y es que la opinión de la Corte no debe representar un agravio para Ulises, ni siquiera solamente para su investidura ni para su gobierno. Han hecho causa común el legislativo y el judicial de Oaxaca y pronto lo harán los restantes sectores de la sociedad: el económico y el social.
El agravio es para Oaxaca, para sus instituciones y para los ciudadanos que no olvidamos las barricadas, la suciedad, las pérdidas económicas y de empleos y la destrucción de nuestro patrimonio arquitectónico.
Falta conocer el documento final, el desglose del informe que someramente votaron los 11 ministros. Seguramente ahí encontraremos matices.
Por el momento la primera impresión es que el voto de la corte obedeció a un inexplicable miedo o a presiones políticas: lineazo, pues. Es cuanto la gente comenta en los cafés, en los pasillos gubernamentales o en las oficinas de redacción de los medios.
No se quiso exponer la Corte en una decisión claramente política al escarnio por parte de los activistas incendiarios y ahora tendrá que padecer los señalamientos de sectores de más peso entre la opinión pública.
Responsabilizan a Ulises lisa y llanamente por omisión y exculpan a Vicente Fox que, violando la constitución, se negó a enviar a las fuerzas federales en auxilio de la entidad cuando el legislativo local se lo pidió.
Independientemente del matiz que en el documento final pudiera darse, el golpe mediático ya está dado y en los próximos días escucharemos mucho acerca de un juicio político que no se dará.
El proyecto que Mariano Azuela presentó contaba ya con la simpatía de los ministros que, de manera por demás extraña, en unas horas parecieron haber cambiado el sentido de su voto por consigna. Hasta los más fuertes detractores mediáticos de URO dan cuenta de ello.
La politización de la justicia es tan mala como la judicialización de la política. Así es que lo más saludable para nuestro entramado constitucional sería la derogación de esta famosa facultad investigativa de la Corte.
De cualquier modo, el dictamen de la Corte se queda en simple opinión, carece de efectos vinculantes, es una norma imperfecta. Por ello todos tranquilos, Ulises no se va. Y muy probablemente volvamos a escuchar aquello que soltó en cadena nacional para aquellos que siguen pidiendo su cabeza: ¿licencia?, ni de manejo.