Promueve policía de Oaxaca de Juárez prevención y proximidad social
Oaxaca, Oax. 4 de octubre de 2009 (Quadratín).- Las movilizaciones en nuestro estado de Oaxaca, con motivo del histórico 2 de octubre que congregaron a organizaciones políticas y el gremio magisterial, en un escenario de creciente efervescencia social, constituyen el marco ideal para iniciar una reflexión de fondo sobre el papel de los mentores en la lucha por la transición democrática que se ventila en Oaxaca.
El punto es de máxima importancia dado que se trata de la segunda fuerza organizada más importante en el estado, con la cobertura, estructura y disciplina suficientes para permitirle la capacidad potencial de incidir plenamente en la posibilidad de permanencia o cambio político en el estado. A todas luces el gremio magisterial podría constituirse en el fiel de la balanza de la transición democrática oaxaqueña.
Sin embargo, al lado de sus grandes disponibilidades en términos de recursos humanos y organizativos, el gremio magisterial se enfrenta al mismo tiempo con tres obstáculos formidables. Por un lado, el permanente acoso gubernamental; por otro, el creciente divorcio de las expectativas y banderas sociales. Todo esto como consecuencia de un severo déficit de liderazgo y de definición estratégica que ha exacerbado sus debilidades.
El acoso gubernamental ha implicado un constante esfuerzo de los operadores de gobierno para cooptar y mediatizar el permanente conflicto implicado en los gastados repertorios de las movilizaciones magisteriales. No se trata, ni de lejos, de plantear una salida racional a las reivindicaciones gremiales; sino de administrar el conflicto con el único objetivo de ganar en rentabilidad electoral.
En este esfuerzo gubernamental no importa el problema del rezago en educación; lo que importa es canalizar la febril actividad magisterial hacia espacios de confrontación con la sociedad y/o de inocuidad política por lo menos. La estrategia de confrontación tiene éxito cuando los maestros bloquean calles y carreteras atentando contra la economía popular; la segunda estrategia tiene efectividad cuando el gremio se niega a tomar posición en la lid electoral.
En el tema del distanciamiento de las necesidades y expectativas ciudadanas, las cosas van más allá y expresan todo un impresionante fenómeno político pocas veces visto en la historia. El gremio magisterial ha dilapidado un enorme capital político en el término de casi tres décadas. De ser un símbolo nacional de la lucha por la democracia y la autonomía sindical en los ochentas; el magisterio oaxaqueño ha sido reducido a símbolo de la revuelta anarquista alejada y mal vista por la sociedad.
No hay duda que la mala imagen forma parte de una exitosa campaña gubernamental y de medios de comunicación que satanizan por consigna, la lucha magisterial; sin embargo, no cabe duda que los mentores se ponen de pechito para el linchamiento mediático y parece que no tienen ni idea de cómo contrarrestar esta derrota en el ámbito de la comunicación social y política.
El déficit de liderazgo se refiere a la persistencia de la hegemónica actuación, tras bambalinas, de grupos de activistas cerrados a la discusión pública y que observan la realidad con enfoques conceptuales del siglo pasado. Y el problema es que gran parte de esos enfoques, muy probablemente válidos para analizar aquella realidad, se han visto rezagados por la velocidad de las transformaciones sociales.
De hechos los principios rectores, constantemente referidos para justificar las decisiones del rumbo magisterial, fueron elaborados de manera muy pertinente para responder a los desafíos del pasado, la preservación de la autonomía sindical como parte de la lucha contra el sistema autoritario nacional.
Pero esa estrategia funcionó en principio porque la lucha por la democracia interna era un importante germen de la lucha por la transformación nacional. De modo paradójico, el ensimismamiento magisterial planteando exclusivamente reivindicaciones gremiales, sin solidaridad con la lucha por la democracia en el estado, se ha vuelto su contrario. La de los maestros se ha convertido en una lucha egoísta que rompió su alianza con la sociedad.
Ya sabemos que el discurso político del magisterio alegará que no hay tal ruptura puesto que han incluido en sus pliegos petitorios anuales la inclusión de becas y desayunos escolares. Sin embargo, el sentido común indica que es necesario decirles a los mentores que a otro perro con ese hueso. La esencia del problema está en otro lado y esas medidas no son más que una versión del asistencialismo que es práctica común de las políticas del estado.
Debe de entenderse que hoy las cosas han cambiado y la contradicción principal, como diría Mao, no es ya el conflicto intermagisterial sino el que se refiere a la lucha contra un sistema autoritario estatal que ahoga las posibilidades de desarrollo político y social de todo el estado.
Afortunadamente la nueva dirección magisterial parece comprender las transformaciones sociales en Oaxaca y los desafíos que vinculan la acción magisterial con las tareas de la transición democrática. Ellos saben, lo han declarado públicamente que ya no hay voto de castigo que sirva y que no queda más que amarrar una sólida alianza con los grupos civiles en la tarea de empujar la transición que pasa, de modo ineludible, por el tema electoral.
En ese sentido la disyuntiva histórica del movimiento magisterial está más que claro: o se establece una alianza con las fuerzas sociales y políticas más variadas que se están conformando para colapsar el autoritarismo oaxaqueño o se rezagan más con sus egoístas luchas exclusivamente gremiales que le generan el distanciamiento con la sociedad. De la acertada conducción de ese movimiento depende gran parte del destino de Oaxaca.
* Consejero electoral