Oaxaca: el fin de una era
Marco Polo López Santos * / Quadratín
Oaxaca, Oax. 6 de septiembre de 2009 (Quadratín).- Es interesante observar, cómo en momentos de alguna catástrofe o desastre natural, de manera espontánea, los ciudadanos despiertan, se organizan y acciona.
Se implementan trabajos voluntarios de rescate, se brinda atención médica a las víctimas, se implementan centros de acopio y cada uno contribuye con su granito de arena. Sociedad y gobierno se unen a una sola voz: la de auxilio de las víctimas.
Sabemos que en nuestro país, y particularmente en nuestro estado, las cosas no andan bien; no anda bien la economía, no anda bien la seguridad pública, no anda bien la educación pública, y no andan bien muchas cosas más. Todas estás anomalías están asociadas al hecho de que no anda bien nuestro sistema político y de gobierno, y el problema no es de ahora.
El punto es que la capacidad organizativa de la sociedad está probada, pero duerme; a menos que una catástrofe nos sobrevenga. Lo que voy a proponer no carece de lógica. Las fallas de las que adolece nuestro sistema político nos plantean un escenario desafiante, tan urgido de atención como la requerida cuando ocurre un desastre natural, y los políticos poco han hecho por corregirlas.
Los ciudadanos estamos llamados a ir al rescate de nuestro sistema, sin esperar a que ninguna catástrofe político-social ocurra. El proceso de transformación que se requiere para tener mejores políticos y gobernantes, no surgirá de manera espontánea en el seno de los partidos políticos, o de la clase político-gobernante; estoy convencido de que debe comenzar al interior del tejido social.
Hoy los tiempos exigen a la ciudadanía despertar su conciencia política, asumirse cada uno como factor de cambio de nuestra realidad, ser mejores ciudadanos, respetuosos de la ley, responsables de nuestra educación cívica. Al mismo tiempo, debemos ser ciudadanos participativos, organizados, más críticos y exigentes con el trabajo de nuestros gobiernos, debemos hacer valer nuestro derecho de acceso a la información, por mencionar un ejemplo. Debemos estar dispuestos, también, a proponer soluciones a los problemas que nos afectan, y a construir un tejido social lo suficientemente cohesionado, que no sólo deje de fomentar y participar de la corrupción, sino que también impulse un fuerte rechazo a las prácticas corruptas en la función pública.
Pero el error que ya no podemos seguir cometiendo, es ser ciudadanos pasivos, somnolientos en nuestra conciencia ciudadana, peor aún, ciudadanos manipulados, acarreados. Ello no sólo lo requiere el país, lo urge Oaxaca, lo apremia Huatulco.
* Premio Nacional de Ensayo sobre Transparencia, convocado por el IEAIP