Avances contra la corrupción
**Fe: Creer sin evidencia, en algo que dijo alguien sin conocimiento, sobre cosas sin fundamentos**
Oaxaca, Oax. 19 de agosto de 2009 (Quadratín).- Érase una vez
Así es como inician los cuentos de hadas, con magos, sonrisas, felicidad, bosques llenos de luz, ranas que hablan, espejos que ríen y hasta enanos que cantan, sin duda una muy buena dosis de algún estupefaciente natural con una pizca de químicos
Pero esta historia, o por lo menos la que me vino a la cabeza luego de un día de manifestaciones en esta chapulinesca ciudad, creo que hasta los de las franquicias quieren ver la viabilidad de hacer de la APPO y el Magisterio un negocio internacional, imagínense las regalías por un proyecto como esos, así si gana la gente, dijera algún promo politiquero.
Pero, bueno, nuestra historia inicia con un joven, al que le pondremos Miguelito — porque Juanito ya se volvió político de banda ancha–.
Pues bien, Miguelito vive en cualquier colonia de esta ciudad, es hijo de cualquier personaje oriundo de este Mexicalpan de las Garnachas, con o sin coche, con o sin cuenta de banco, en fin, Miguelito es cualquier hijo de vecina.
Él presentó su examen para ingresar a una universidad, quería ser alguien en el futuro, abogado (de esos que ya no hay –con empleo–), sin embargo, la semana previa a su examen tuvo una estupenda idea, que si iba a analizar los pros y contras de una prueba de aptitudes, pensó que sería una excelente opción irse de fiesta y entre chelas, caguamas y uno que otro tabaco de guerra, amaneció bastante crudo para su examen, cosa que no le dio importancia, porque la escuela era pública, es decir, para el hijo del obrero y pues como su papá apenas consiguió una plaza en Pemex, pensó, pos ya la hice.
Los resultados llegaron y la prueba decía, YTCH o como quien dice Ya Te Chingaste, reprobó nuestro amigo Miguelito y junto con él sus cuates de fiesta, el Lolo, La Changa, Nicuas, en fin, pura finísima persona, que al no ver cómo entrar a la escuela y luego de los conocimientos adquiridos en escuelas de alguna Sección ajena a la 22, decidieron armar un movimiento pro educación, tomaron autobuses, pintaron fachadas, bloquearon avenidas, saquearon oficinas, hicieron un sinfín de desmanes, amparados por el movimiento.
Luego de varios desmanes, incluyeron una palabra dentro de su amplio y reconocido lenguaje: mesa de negociación, algo así como las mesas del bar, pero con algo más que las chelas y los tabacos, y se les otorgó entonces una oportunidad más para hacer el examen.
Tal fue el logro, que el festejo duró por lo menos una semana, el tiempo que Miguelito esperaba dedicarlo a estudiar, se le fue entre chicas, desmadre y una buena dosis de rock, ska y cigarros María (algo así como las galletas, pero más chidas) y pues cuando tocó presentar el examen, la cruda no dio chance de responder bien a la primera pregunta: Nombre:___________________
Los resultados, pues no fueron distintos, algunos pasaron y se inscribieron, pero cuando estos que hicieron sus compras en la feria de útiles escolares en algún parque público, pretendían iniciar sus clases, ¿Qué creen que pasó? El Miguelito, ya había dejado atrás los pantalones caquis y las camisas azules a cuadro, ya traía puesta su playera de Viva la APPO con la foto de Flavio Sosa y decidió tomar las instalaciones de la escuela donde hizo su examen, la razón, muy simple: le daban preferencia a los burgueses.
Tal fue la emoción que llevaron sus cacerolas, –emulando quizá algún movimiento de faldas en televisoras locales–, pero en esta ocasión no las hicieron sonar, sino más bien sirvió pa la comida.
Luego de varios gritos, mentadas, algunos enfrentamientos con porros, Miguelito ya se sentaba en la Mesa de negociación con autoridades del gobierno, ponía sus condiciones y daba conferencias de prensa, su mamá ya había iniciado su álbum de recortes periodísticos.
Las mesas dieron resultado, luego de una larga batalla, Miguelito desistió de ingresar a la escuela, le dieron chamba como líder juvenil de algún partido político ajeno al RIP, y como uno de los beneficios, le dijeron que podría estudiar en la Universidad.
Hoy maneja coche del año, vive en zona residencial, carga blackberry y es candidato a diputado.
Miguelito, eres mi héroe, ¡Papá!