Un psiquiatra en la SRE para el síndrome Ulises de migrantes
**Es así la vida, va dando con una mano hasta que llega el día que quita todo con la otra. José Saramago**
Juchitán, Oax. 8 de agosto de 2009 (Quadratín).- Murió la voz de Macario, su cuerpo, pero su corazón nos seguirá hablando a través del recuerdo de sus dichos, de sus ingeniosidades, a través de sus escritos.
Con Macario se confirma el dicho: que ser escritor es robarle vida a la muerte. La recompensa de los grandes hombres es que, mucho tiempo después de su muerte no se tiene la entera seguridad de que hayan muerto.
Macario Matus Gutiérrez, nunca morirá, por más que la muerte nos lo arrebate, él revivirá cada vez que uno de nosotros abra el recuerdo de cuando las convivencias, de cuando sus ocurrencias, o cada vez que un niño o joven abra sus libros.
Que los dioses más bondadosos abracen su cuerpo, y lo coloquen como estrella en el cielo de los binnizá, para que nos siga regalando el calor tibio de su corazón que era toda franqueza y fraternidad, para que nos siga alumbrando y deslumbrando.
Ya me imagino cómo la muerte habrá gozado de su plática y trasteadas, durante el camino hacia cielo; lo imagino chuleándola, enamorándola, besándola, tocándola, rayándola y preguntándole: ¿habrán mujeres allí?
Adiós, mi buen Macario, conejo vivaz y libertino, lámpara de inagotable aceite noble. Los que quedamos, seguiremos dando la batalla en nuestra casa grande, que es Juchitán, donde la mentira y la corrupción se hizo gobierno a nombre de la izquierda, seguiremos trabajando también, para que la mediocridad y la rutina ya no sean en tu casa chica, y vuelvan a encenderse las luces que apagaste, cuando te fuiste a México a buscar posibilidades para tus hijos.
Aquí te dejo el poema que una vez leímos entre mezcales, cantos y bromas; y lo publico porque sé que estas allí, junto a cada uno de nosotros que te queremos; salud hermano, ya llegaremos. Víctor Terán.
Duuba
Gusigade Macariu Matus
Ruzaa duubayani dxaba stinne
xana guibá ró yudu stilu.
Duuba tende, duuba huati,
xtuuba guchachi ti cadi guininu bigu.
Bele bele xtuuba ni rucoou,
lémpa za gabiá cachesa,
lémpa candaana xcuaana.
Redagucuaani huaxhinni
xiana xtí ca guetu stilu,
ne gueeresaa ladxidolo
rucabi: ¡guidxi!
Raca guie, guixhebixeenda.
Ricaa ruunda ne ruunda ca stiidxalu
ne rabu naa: badugabiá,
Biinda cani, biinda jmá.
Biniidxi ndaani guendaruunda guichi
pa rialeladxilu gátilu guiigu.
Guetu si nga nanna gunda Víctor,
guetu si nga nanna gunda
Bicaa, bicaa, bicaa,
zanda gunu guirá,
ne guirá nga guyaanu binilidxu,
gundalu, guyoou, guiree zalu,
gataneu gunaa, gunalu, gunalu, gunalu.
Ne yanna nuaa rarí,
nuaa cutiee yudu dxindxi stilu,
biche huaniisi, gubidxa ro,
guiibayooxho ruzaani ne ti ladxido
chahui.
Signos
Para Macario Matus
Dibujo claridades profanas
en la bóveda anchurosa de tu templo.
Signos improbables, vesánicos,
escandalosamente iguana
por no decir tortuga.
Llamaradas tus líneas,
saltitos de conejo impúdico,
liebre en celo.
Viene la noche a encender
la ira de tus muertos
Y el carrizo sonoro
de tu pecho grita: ¡pueblo!
Y se rehace piedra, honda.
Releo tus versos
y me nombras lépero,
léetelos, léete más.
Zambúllete en la lectura
si quieres perecer ahogado.
Sólo los muertos cantan, Víctor,
sólo los muertos.
Escribe, escribe, escribe,
hay tiempo para todo.
Y todo es ganar el pan,
cantar, bailar, pasear,
acostarse con mujer, llorar, llorar, llorar.
Y aquí me tienes
encalando tu templo ígneo,
hermano mayor, sol entero,
antiquísima lámpara de aceite
Noble.