Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Oaxaca, Oax., 6 de agosto de 2009 (Quadratín).-En medio de la vorágine del futurismo político que despierta la sucesión gubernamental del próximo año, muchos de los funcionarios del gobierno del estado buscan desesperados alguna señal para adivinar quién será el candidato y descuidan el trabajo que les fue encomendado.
Casi todos se sienten obligados, se creen indispensables y consumen parte de su tiempo en los juegos de poder y hacen a un lado las obligaciones que tienen con el pueblo de Oaxaca. Algunas áreas son de vital importancia y sus resultados no se ven por ningún lado.
Sólo por citar algunos ejemplos, desde hace varios sexenios la Secretaría de Economía se consume en la mediocridad que se refleja en la falta de empleos suficientes, las industrias no llegan y las que existen sobreviven. Las cadenas productivas son un mito; y la minería, la transformación de materias primas, la pesca, o las agroindustrias dependen sólo de los capitales externos.
Por otro lado la Secretaría de Obras Públicas atiende apenas las emergencias que presentan los municipios del estado pero no se conoce, hasta ahora, algún proyecto de largo alcance capaz de sumar el esfuerzo y los recursos los ayuntamientos, el estado y la federación en obras planificación urbana, por ejemplo en la zona metropolitana de la ciudad de Oaxaca, en Puerto Escondido, en la zona del Istmo o en la Mixteca.
A pesar de que Oaxaca es la entidad con el mayor número de Grupos étnicos, la secretaría de Asuntos Indígenas vaga entre las ocurrencias, la falta de proyectos y recursos y se reduce a una oficina de gestión, mientras que lentamente van desapareciendo las lenguas naturales de los ixcatecos, huaves y zoques.
El desorden se multiplica en la secretaría de Turismo, la falta de resultados sepulta a la Secretaría de la Contraloría y las oficinas encargadas de atender los conflictos agrarios, la famosa por inoperante innovación administrativa, Protección Civil, las delegaciones de gobierno, y una larga lista de dependencias y organismos descentralizados.
En el gobierno federal y en varias entidades del país existe ya el servicio civil de carrera, un mecanismo que mide las capacidades de los servidores públicos y sus resultados, pero en el caso de Oaxaca la inmensa mayoría de los servidores públicos llegaron a sus cargos por favoritismo, compadrazgos o compromisos políticos y por lo mismo ninguno de ellos siente ningún compromiso con la sociedad que les paga y sufre sus mediocridades o torpezas.
Pero eso sí, con todo y sus magros resultados, casi todos y todas en el gabinete se sienten con derecho a permanecer en el presupuesto y los privilegios del poder, por esa razón, desde ahora ya hacen sus apuestas.