Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
México, D.F., 31 de julio de 2009 (Quadratín).- En los primeros días de la semana pasada, en un desayuno con algunos columnistas escogidos ex profeso, el gobernador del estado, Mario Marín, dio a conocer los nombres de cuatro posibles candidatos a la gubernatura del estado; al mismo tiempo, señaló los méritos o deficiencias que dichos posibles candidatos poseían, cosa que les haría ganar o perder, respectivamente, la carrera sucesoria. En resumidas cuentas, de cuatro posibles candidatos, descalificó a tres y sólo dejó a uno: el suyo. Sabemos de buena fuente que, de pasadita, palabras más palabras menos, comentó que no atenderá las peticiones de Antorcha y si insistimos en protestar nos reprimirá manu militari.
El espaldarazo arriba descrito fue presentado por algunos comentaristas invitados, como una demostración de inteligencia y sagacidad política del gobernador, y aprovecharon la ocasión para afirmar que se notaba seguro y confiado, que tiene todos los hilos políticos del estado y que, por tanto, la sucesión está controlada y podrá dejar al preferido que insinuó. Al enfocar así la noticia, se escondió que tal hecho es la confirmación de que el gobernador opera abiertamente, para que su lugar lo ocupe quien él ya decidió; es decir, le da la razón a quienes lo acusan de usar el poder estatal para imponer a su sucesor, independientemente de los pocos o muchos méritos que éste pueda tener y sin atender a ningún procedimiento medianamente democrático.
En ese contexto, consciente o inconscientemente, varios distinguidos periodistas, muy críticos en otras circunstancias y contra otros actores políticos, aparecieron simplemente como voceros de la voluntad del gobernador, aunque nadie puso por escrito el comentario del gobernador sobre Antorcha; es claro que el momento y ambiente se prestaron para hacerlo, pues se trataba de mostrar poder y decisión. En mi calidad de ciudadano, protesto por el uso tendencioso que de algunos medios de comunicación hace el Gobierno del Estado. Creo, por salud pública, que se debe respetar la libertad editorial de los medios de comunicación e invito a éstos a que, con un trabajo profesional, veraz y objetivo, jueguen el papel de limpios comunicadores y formadores de la conciencia ciudadana, lo cual incluye el cuestionamiento argumentado sobre el abuso de poder cuando éste se presente.
Otra vertiente que revela este sometimiento de algunos medios a la voluntad del gobierno se nota en la intensa y grosera campaña que, con motivo de los 75 días de lucha que Antorcha Campesina libra frente a Casa Aguayo, ha implementado la Oficina de Prensa del gobierno de Puebla. Dicha campaña gira en torno al argumento de que afectamos el derecho de terceros, que nuestro plantón es sucio y maloliente, y que somos intransigentes, al no entender las razones del gobierno, por tanto, exigen el desalojo violento. Para justificar el posible acto represivo que piden algunos comunicadores (que hacen uso de una absoluta libertad de expresión cuando de atacar al antorchismo se trata, pero que jamás tocan al poder ni con el pétalo de un editorial medianamente crítico), han puesto en boca de pequeños comerciantes, de mariachis y de dueños de hoteles la misma agresiva e injusta petición.
Por si esto fuera poco, la Secretaría de Gobernación organizó a dos indigentes, los vistió de gente de izquierda (será porque ya les cortaron la derecha, por rateros, y ahora cobran con la izquierda) y los puso a tirar lodo y heces fecales contra Antorcha Campesina. No se dice absolutamente nada de nuestro derecho a la manifestación, de la justeza de las demanda de los plantonistas, de la pobreza en que viven decenas de miles de poblanos y de la urgente necesidad de que el gobierno atienda y resuelva sus demandas. Por el contrario, se justifican y fomentan ciertos aires napoleónicos de nuestros gobernantes, que resultan ridículos ante el clima de pobreza y de inconformidad social que los rodea; se oculta su afán impositivo y se les coloca como víctimas de los intransigentes antorchistas.
En sus ansias de servir lo mejor posible al poderoso, olvidan que, tarde o temprano, pueden ser víctimas del abuso de poder que hoy cobijan y fomentan. Creo que los medios de comunicación deben dejar de ser el arma para esparcir rumores, chismes, calumnias, ofensas y apodos, desprestigiar movimientos e individuos, cobrar venganzas y, sobre todo, ocultar la verdad en aras de beneficios personales inconfesables. Urge el florecimiento de un periodismo honrado y objetivo, tan necesario en estos calamitosos tiempos.
*Dirigente del Movimiento Antorchista en la mixteca poblana.